Activistas de Femen protestan en una misa en honor a Franco con amplia asistencia de jóvenes
La misa concluye fuera de la iglesia con cánticos del ‘Cara al Sol’ y proclamas franquistas. Uno de los presentes agrede a las feministas tocándoles los pechos

El 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco ha atraído a un nutrido grupo de adolescentes y veinteañeros a la misa que los nostálgicos del dictador le han dedicado, como vienen haciendo desde hace años, en la Parroquia de los Doce Apóstoles en la calle Velázquez de Madrid. La ceremonia ha congregado a generaciones de todas las edades, para sorpresa de algunos veteranos habituales del 20-N. “Es la primera vez que hay más jóvenes que viejos”, compartía alborozado un feligrés entrado en años mientras la cola para comulgar, de más de 10 minutos, estaba repleta de gente joven y se alargaba hasta el final del templo. Una cuarta parte de los jóvenes ve preferible en determinadas circunstancias un régimen autoritario, según una encuesta de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER.
La familia del dictador y la Fundación Nacional Francisco Franco, que el Gobierno echando mano de la Ley de Memoria Democrática pretende ilegalizar, convocó a los franquistas añejos y de nueva generación a las ocho de la tarde rogando “una oración por su alma” y destacando en una esquela que “murió cristianamente al servicio de la patria”. “Como siempre, se ruega el máximo respeto en el desarrollo de este acto religioso”, solicitó la organización. Los asistentes se comportaron en la iglesia en un acto que duró poco más de media hora y en el que el sacerdote evitó realizar la típica homilía en recuerdo del difunto. La única alusión directa fue al principio, cuando se recordó que la misa era “por Francisco Franco”. Todo ese recogimiento dio paso a un estallido de proclamas al tirano aderezadas con el Cara al Sol y otros cánticos, realizados sobre todo por jóvenes con el brazo en alto, en el angosto acceso a la calle.
El momento de mayor tensión se produjo cuando dos activistas de Femen irrumpieron con el torso desnudo entre la muchedumbre que se apiñaba en la entrada de la iglesia mientras entonaban como lemas “Fascismo legal, vergüenza nacional” y “Al fascismo, ni honor ni gloria”, que lucían en sendas pancartas y en su cuerpo. Un vendedor de un puestecito de merchandising a mayor gloria de Franco y del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, ha perseguido a las activistas y les ha tocado el pecho delante de los medios de comunicación.
-“Señor, que no toque, que no toque”, le han espetado las activistas, que también han recibido empujones e insultos.
Además, varios periodistas han sido increpados mientras atronaba “¡Prensa española, manipuladora!”, el mismo canto de los independentistas más radicales durante el procés. También se han proferido insultos contra el presidente del Gobierno -“¡Pedro Sánchez, hijo de puta!“-, contra los musulmanes -”¡España cristiana, no musulmana!“- e incluso contra la Iglesia -”¡Obispos traidores!”-.
A las siete y media ya no había asientos libres en la iglesia. El primer golpe era visual, aderezado por el fuerte olor a incienso que impregnaba el ambiente. “Esto no lo esperaba, no cabe un alfiler, Conchita”, decía sorprendida una octogenaria a una amiga. En cada uno de los 36 bancos en la planta central, colocados en dos hileras, se apretujaban seis o siete. Alrededor de otras 200 personas han seguido la misa de pie en los laterales y en el piso superior, donde eran mayoritariamente de la Generación Z y, en menor medida, millenials.
Los más devotos han apuntado, mientras aguardaban a salir, las dos lecturas recomendadas para la semana: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”, del Evangelio de Lucas, y “Nadie en la visión de Dios puede pecar”, de la Madre Trinidad, fundadora y presidenta de La Obra de la Iglesia vinculada a la parroquia elegida un año más por la Fundación Francisco Franco para rendir homenaje al autócrata en una fecha tan redonda como los 50 años de su fallecimiento. La recaudación del cesto pasado por dos beatas era otra prueba de que era un día especial, con billetes de 20, de 10 y de 5 euros.
Fuera de la iglesia, el vendedor de imaginería preconstucional también ha hecho su noche. Los carnets de Franco se vendían a tres euros la unidad, como otros recuerdos de Primo de Rivera. En un momento dado, el acosador de las activistas de Femen ha expuesto una enorme bandera con el águila de la dictadura. ¡No saques el águila! ¡Que te detienen!“, le ha recomendado un hombre entre risas mientras volvía a tronar el Cara al Sol.
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