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La crisis de gestión de Moreno en Andalucía recrude la batalla de PP y Vox

Abascal se planta en Sevilla para desgastar al barón andaluz mientras Génova intenta opacar el debate sobre el aborto y retomar la inmigración

Javier Casqueiro

Hace muy pocas semanas la hipótesis de un magnífico resultado de Juan Manuel Moreno Bonilla en las elecciones andaluzas de la próxima primavera era uno de los hitos barajados por la cúpula del PP de Feijóo para asentar la idea de una especie de primer examen en las urnas contra Pedro Sánchez y su apuesta en Andalucía por María Jesús Montero. En el equipo de Moreno Bonilla, ahora, tras la crisis de gestión de los cribados del cáncer de mama, acepta que su mayoría absoluta actual puede estar en peligro, en particular por el auge de Vox. No es una valoración aislada. Los errores al reintroducir por su cuenta el espinoso debate sobre el aborto de los líderes madrileños del PP, tanto de José Luis Martínez Almeida como de Isabel Díaz Ayuso, y los bandazos en el discurso sobre inmigración, ponen en cuestión la fortaleza del liderazgo del propio Feijóo.

Para el PP, ahora, todos los debates y polémicas que no les interesan son “enormes cortinas de humo” del sanchismo, como denunció ayer su vicesecretaria de Coordinación Sectorial, Alma Ezcurra, para eludir comentar cómo piensa vadear Feijóo la brecha evidente entre el sector más duro de su partido y el más abierto en el tema del aborto. Ezcurra intentó dar por superado ese nuevo episodio de división interna con la excusa de que el asunto está superado por la sociedad española hace 50 años como si el PP no hubiera recurrido en este tiempo la ley del aborto al Constitucional y se haya opuesto a ese avance en numerosas votaciones.

La dirigente popular calificó de “indecencia” los evidentes intentos del Gobierno de Pedro Sánchez de aprovechar esa falla del PP “para tratar de tapar su miseria moral” e insistió en que lo que les preocupa es el problema de la baja natalidad en España y “de las mujeres que quieren tener hijos y no pueden”. Ezcurra repitió el mensaje emitido el día anterior por Feijóo, en una carta en teoría dirigida a Sánchez pero con claros avisos al ala más conservadora del PP, sobre que un hipotético gobierno popular no tendría más opción que cumplir la legalidad y, por tanto, estar a favor de los registros de objetores que prevé la norma y que Ayuso ha amenazado con que “nunca” implantará. La sanidad pública en la Comunidad de Madrid registra uno de los porcentajes más bajos de España en ese servicio.

La responsable popular aludió ahí también a que el PP de Feijóo había aprobado por unanimidad su ponencia política en el congreso nacional hace tres meses y el equipo del presidente nacional entiende, por tanto, que, como no hubo ahí enmiendas al respecto, no debería haber ahora ningún debate. En el cónclave popular de julio, la discusión sobre el aborto se obvió, como casi todas las materias susceptibles de confrontación, y se incluyeron cinco párrafos genéricos en favor de la familia y de ayuda e información a las mujeres que quieran ser madres.

Feijóo y su entorno llevan varias semanas intentando en vano zanjar ese asunto que suscitó el alcalde madrileño al permitir una moción de Vox sobre el acientífico síndrome postaborto. Almeida fue forzado a matizar sus convicciones personales y Ayuso, que hace pocos años defendía posiciones avanzadas a favor del aborto incluso entre las adolescentes sin el permiso de sus padres, ahora ha querido diferenciarse de otros barones del PP que sí han asumido que tendrán que realizar ese registro de objetores.

Lo que constatan en el PP de Feijóo, con malestar, inquietud y la sensación de que no logran imponer su agenda política en un momento judicial y mediático de enorme presión para Sánchez con los escándalos que rodean a la trama del caso Ábalos, Cerdán y Koldo, es que Vox se les acerca en las encuestas sin apenas esfuerzo. Y que reflejan un enorme trasvase de voto. Y que a Vox no le penaliza sino más bien al contrario su radicalidad en materia de inmigración. Y que las elecciones en Castilla y León y Andalucía tienen que ser en el primer semestre de 2026.

El líder de Vox, Santiago Abascal, aprovechó ese clima de disputa y tensión con el PP para acercarse a Sevilla y lanzar su campaña en Andalucía. El dirigente ultra aprovechó la crisis de gestión de los cribados del cáncer de mama para reclamar el anticipo electoral “para que los andaluces vuelvan a ser preguntados sobre si quieren la continuación de las políticas socialistas o si quieren una alternativa de verdad”. Abascal recordó que Moreno Bonilla gobernó por primera vez tras 37 años de socialismo gracias al apoyo de Vox y le culpó de aplicar el mismo tipo de políticas en un “socialismo azul”.

Sobre inmigración, la popular Ezcurra se plantó ayer con el secretario de esa área del PP, Rafa Núñez, en el barrio madrileño multiétnico de Usera y se sentó con unas exitosas emigrantes para insistir en el mantra de que hay emigración buena, que llega a España regularmente para trabajar y aportar y así diferenciarse de los prejuicios difundidos desde Vox. El martes, en Barcelona, el PP presentará su plan nacional de inmigración en esa línea, pero ya avanzó que también con medidas más restrictivas, como exigir la pérdida automática de la residencia para los migrantes que se demuestren con algún vínculo violento.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.
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