“No me reconozco en los audios de Koldo”. ¿Tiene recorrido judicial el argumento de Ábalos y Cerdán?
Tanto el Tribunal Supremo como la Audiencia Nacional confirmaron la validez de las grabaciones entre particulares en la trama Gürtel y el ‘caso Villarejo’
Quizá solo Koldo García sepa por qué decidió grabarse hablando de presuntas mordidas de las que era parte con sus dos jefes, el exministro socialista José Luis Ábalos y el ex secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán. Pero es indudable que no fue un pionero. Dos de los grandes casos judiciales de la última década, la trama Gürtel de comisiones ilegales tejida en torno al Partido Popular, y el caso Villarejo, sobre las actividades delictivas paralelas del famoso policía corrupto, tienen su origen precisamente en unas grabaciones entre particulares. Tanto el Tribunal Supremo, que confirmó la mayoría de las condenas por Gürtel, como la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional, al confirmar dos condenas al comisario jubilado Villarejo, validaron esos audios como prueba.
En aquellas dos macrocausas, el exconcejal del PP en Majadahonda José Luis Peñas y el comisario José Manuel Villarejo, al registrar la voz de otros partícipes, grabaron también parte de la huella de sus propios delitos. A ese respecto, el todavía diputado Ábalos trató de cuestionar durante su última declaración en el Supremo la autenticidad de las grabaciones de su exasesor dando a entender que “algunas” pudieran estar manipuladas o, directamente, que no era su voz la que se escucha en las mismas, según fuentes del caso.
―¿Va a negar que es su voz?, le preguntó el jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Alejandro Luzón.
―No me reconozco y no quiero entrar en ellas hasta que no tenga el convencimiento de que son fieles, respondió.
Ante esta respuesta, el juez, que ya había dado por terminado su interrogatorio, intervino para repreguntar a Ábalos: “Cuando dice que no se reconoce en los audios, dado que es una afirmación ambivalente, ¿a qué se refiere?”, preguntó. “Que no es mi voz”, dijo el exministro de Transportes, que advirtió que él no sabe si estaba presente durante las grabaciones o si las grabaciones estaban “tratadas”. “No sé si se corresponden con conversaciones de verdad”, concluyó.
Demostrar la manipulación
La instrucción del caso Ábalos acumula cerca de 16 horas de conversaciones entre Koldo, Ábalos y Cerdán, grabadas subrepticiamente por el primero ―incluida una jornada completa, en un archivo de 12 horas y 25 minutos de duración―y que son la base del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil conocido hace 15 días y que ha hecho tambalearse al Gobierno de Pedro Sánchez.
Si el cuestionamiento de la identidad de la voz de los audios se confirmara como una línea de defensa de Ábalos, más que de atender a la jurisprudencia, la cuestión tendría que dilucidarse pericialmente: con un análisis forense de la identidad de las voces que se escuchan, además de atender a otros elementos fácticos que pudieran corroborar la realidad o no de las conversaciones (agendas oficiales, testimonios de otros implicados, correos electrónicos, mensajes de WhatsAp,p etc...), según fuentes judiciales.
Los tribunales se han pronunciado a menudo sobre las dudas planteadas en torno a la integridad de unas grabaciones, como planteó el propio Ábalos y sobre lo que parece que incidirá Cerdán, que declarará este lunes en el Supremo. “Las grabaciones entre particulares no están reguladas como tal, pero tenemos jurisprudencia”, afirma Juan Ocón García, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de La Rioja y autor de una investigación doctoral sobre el secreto de las comunicaciones en los nuevos escenarios tecnológicos. “La jurisprudencia de la Gürtel es clave”, añade.
Frente a las alegaciones que cuestionaban la integridad de las grabaciones de aquella macrocausa contra la corrupción, el Supremo reiteró que si las defensas consideran que puede haber habido alguna manipulación de los archivos digitales, no basta con la mera alegación, sino que tienen que aportar algún dato objetivo que apoye su pretensión. Es decir, y llegado el caso, Ábalos tendría que señalar en qué se basa para alegar la supuesta manipulación. Una “doctrina reiterada” que la Audiencia Nacional hizo suya al confirmar dos condenas a Villarejo en 2024.
Como en el caso del comisario jubilado, los audios de las conversaciones de Koldo García con Ábalos y Cerdán no son el resultado de una escucha policial bajo control judicial. Las grabaciones de Koldo se hallaron en el registro en casa del exasesor en Polop de Marina (Alicante) en febrero de 2024. Allí, los agentes intervinieron, entre otros dispositivos, 23 teléfonos móviles y una grabadora digital. Uno de los archivos sonoros recogidos en el informe que incrimina a Cerdán, Ábalos y el propio Koldo García fue localizado en la grabadora. Los siete restantes, repartidos en las memorias de tres de los terminales Iphone aprehendidos.
Los agentes detallan en el documento policial la fecha y la hora en la que se hizo cada una de las grabaciones. Fuentes policiales especializadas en practicar este tipo de diligencias explican a EL PAÍS que eso es posible gracias a los metadatos que contiene cada archivo, que permiten acceder no solo a esta información sino también a la de en qué dispositivo concreto ha sido creado o si antes de ser intervenido ha podido ser modificado.
Los dispositivos intervenidos a Koldo García fueron clonados (copiados) por la UCO utilizando el programa informático Cellebrite, lo que permitió obtener una copia exacta y fidedigna del contenido con todas las garantías procesales. Estas copias ―un archivo con lo que había en cada dispositivo que al generarse recibe un código alfanumérico llamado hash que cambia si es manipulado― fueron remitidas a la Audiencia Nacional, donde se inició la investigación del caso Koldo. Es de ese archivo del que los investigadores hicieron a su vez una copia con la que trabajar en busca de indicios de los delitos que investigan.
En el caso Villarejo, las defensas trataron de aprovechar circunstancias idénticas para poner en duda la cadena de custodia de los archivos. Las grabaciones, según esa línea de defensa, podrían considerarse “una simple copia seleccionada por la unidad policial investigadora sin garantía de que se corresponda con el original intervenido”. El argumento fue rechazado por la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional el pasado 11 de noviembre, que concluyó que el clonado de los dispositivos se había hecho “siempre bajo control del Letrado de la Administración de Justicia” y conservaba el hash original que certificaba que no había sido manipulado.
Según fuentes policiales especializadas en practicar este tipo de diligencias, así se garantiza la trazabilidad de la información. “Esta forma de proceder cuenta con respaldo judicial y asegura que cualquier evidencia digital, como son los audios grabados con un teléfono móvil, se mantenga inalterable”, señalan estos especialistas, que recalcan que es “imposible” una manipulación de los mismos “ni siquiera con Inteligencia Artificial”.
Fuentes de la defensa del exministro Ábalos señalan que van a pedir al juez que se haga una prueba pericial de voz, solicitando los originales de los audios para que un perito pueda acceder a los metadatos y comprobar si han sido manipulados. El entorno de Cerdán admite que la pericial es también una posibilidad que se está planteando su defensa, aunque aún no está decidido que se vaya a reclamar. La versión sobre las grabaciones que el último secretario de Organización del PSOE ha dado a su entorno tiene puntos en común con la que Ábalos dio en el Supremo, ya que él también dice no reconocerse en ellas.
A la espera de lo que Cerdán declare este lunes en el Tribunal Supremo, su entorno explica que él no es que dude de si esas conversaciones pudieron existir o si la voz pudiera ser suya, sino que asegura que nunca han existido. Y eso es lo que pretende demostrar la defensa, según estas fuentes, que subrayan la “peculiaridad” de los audios intervenidos en los teléfonos de Koldo García, por el hecho de que hayan sido supuestamente grabados por una persona que se ha dedicado a la seguridad privada y que se graba a sí mismo admitiendo delitos. Una peculiaridad recurrente.
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