La crónica | El apagón sofoca el incendio en la izquierda por el gasto en defensa
Sánchez se emplea a fondo contra el “apocalipsis” de Feijóo en un debate parlamentario de siete horas

Entre los refranes que Pedro Sánchez recitó este miércoles en el Congreso, bien podría estar aquel de que no hay mal que por bien no venga. El gran apagón del pasado 28 de abril ha abierto la controversia sobre la política energética española y ha colocado al presidente bajo otra feroz andanada de la derecha. Pero al mismo tiempo ha obsequiado al Gobierno con un benéfico efecto secundario, como se pudo comprobar este miércoles durante la torrencial comparecencia de Sánchez en el Congreso. Las casi siete horas de discusiones, apenas con un receso de cinco minutos para alivios de urgencia, dejaron en un segundo plano las serias divergencias sobre el gasto en defensa entre los socialistas y sus aliados.
Sánchez sufrió a Alberto Núñez Feijóo acusándole de “llevar la nación a un colapso generalizado” y a Santiago Abascal desplegando su catálogo de improperios, que incluyó los calificativos de “macarra” y “perturbado”, así como una despedida a la altura: “Lárguese, señor de las calamidades”. A cambio, pudo poner sordina a los reproches de sus socios y entregarse a fondo a uno de sus deportes favoritos, el de acribillar por tiempo ilimitado al líder del PP, a quien auguró: “A base de anunciar apocalipsis que nunca llegan, usted no llegará a ser presidente del Gobierno”.
La comparecencia parlamentaria de Sánchez estaba prevista desde antes del apagón y centrada exclusivamente en el aumento en 10.471 millones de euros del gasto en defensa. El asunto amenazaba, incluso más gravemente que en otras ocasiones, la estabilidad del Gobierno, y el presidente pretendía solventar el trámite con un debate para ahorrarse así una votación en la que tendría las de perder. Hasta que llegó el apagón. Sánchez pidió entonces ampliar el motivo de su comparecencia y este miércoles se presentó en el Congreso con un discurso oceánico de 90 minutos, en el que solo dedicó el tercio final al presupuesto de defensa.

El presidente defendió sin la menor marcha atrás su política energética basada en el fomento de las renovables y acusó la derecha de ejercer de “lobista amateur” de los “ultrarricos” que dirigen las eléctricas. Derrochó tanto entusiasmo en ensalzar la respuesta de las instituciones y el comportamiento de los ciudadanos el 28-A que arrancó la sorna de Feijóo: “Enhorabuena por el gran apagón, oyéndole se diría que los españoles están deseando que se repita”.
El líder del PP también dejó para el final la política de defensa. Y se centró más en la forma -que no se someta a votación parlamentaria- que en el fondo. “¿Usted quién se ha creído que es? ¿todopoderoso?”, espetó al presidente. Las críticas de Feijóo se volcaron en denunciar que con Sánchez el país sufre “servicios de países tercermundistas” y en insinuar que oculta las causas del apagón: “O sí lo sabe o gana tiempo para fabricar una versión”. Su cerrada defensa de las nucleares se topó con un revolcón en la réplica del presidente, que desempolvó un apartado del programa de Feijóo a las elecciones gallegas de 2020, en el que se marcaba como objetivo conseguir que “el 100% de la energía consumida en Galicia sea de origen renovable”. En esa réplica, Sánchez se recreó durante casi 45 minutos sacudiendo sin pausa al jefe de la oposición. Le mentó desde las andanzas de Carlos Mazón a los pactos con Vox, le reprochó que pretenda “generar sensación de caos” y lo acusó de “no saber nada de cómo funciona el sistema” energético.

Al contrario que la política de defensa, el debate sobre la energía se perfiló como cohesionador para la izquierda. Los mismos que rechazan frontalmente el rearme se adhirieron a la apuesta por las renovables y el abandono progresivo de la nuclear. Así lo hicieron constar Verónica Barbero, de Sumar; Gabriel Rufián, de ERC, y Mertxe Aizpurua, de EH Bildu. Más a la derecha, Maribel Vaquero, flamante portavoz del PNV, dio su apoyo expreso al Gobierno, mientras Míriam Nogueras, de Junts, exhibía su veta más ácida y reconvenía a Sánchez: “No ha dado ni un solo dato nuevo”. Néstor Rego, del BNG, también echó en falta más “autocrítica”. Alberto Catalán, de UPN, deploró, como las derechas estatales, la “imagen tercermundista” que ofreció el país. Cristina Valido, de Coalición Canaria, prefirió aleccionar a todo el hemiciclo: “Dejen de pensar en las próximas elecciones para pensar en las próximas generaciones”.
Aun consciente de que ya no era el centro del debate, la izquierda no dejó de reafirmar su censura al presupuesto de defensa, más contundente en boca de EH Bildu y más matizada en ERC. La portavoz de Sumar advirtió de que si se produce otro episodio como el de la fallida compra de balas a Israel, su grupo se “volverá a plantar”. Barbero agregó que la política de rearme “erosiona las bases democráticas del proyecto europeo”.
La voz más estridente fue la de Podemos. Ione Belarra acusó al presidente de escribir “una de las páginas más negras de la historia de este país” y lo tachó de “cobarde” y “colaboracionista necesario del genocidio israelí”. Ahí se topó con el cuaderno rojo que le hacía a Sánchez de hemeroteca. El presidente extrajo una cita de Pablo Iglesias, favorable a gastar más en armamento “si es necesario para asegurar la independencia del país y derechos sociales y civiles”. Lo que le dio pie a rematar con ironía: “No por eso creo que se le pueda llamar a Iglesias señor de la guerra”.
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