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Pilar Alegría revela que Pablo Casado le dio su apoyo tras los ataques del PP

Los populares equiparan al PSOE con una “organización mafiosa” dedicada a “sexo, corrupción y ley del silencio”

Pilar Alegría y Óscar Puente,
Xosé Hermida

Pablo Casado reapareció este martes en el Senado. No físicamente, pero sí en espíritu y con un papel del todo inesperado: como arma arrojadiza del PSOE contra el partido que lideró hasta hace dos años. Quien sacó a relucir el espectro del expresidente del PP —ahora felizmente ocupado en negocios particulares en el ámbito de la defensa— fue la portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, sometida a un bombardeo de los populares en lo que pretende ser un nuevo escándalo contra el Gobierno: su pernoctación hace cinco años en el parador de Teruel el mismo día que, según aseguran algunos medios sin aportar pruebas, el entonces ministro de Transportes y número dos del PSOE, José Luis Ábalos, habría disfrutado en el establecimiento de una orgía sexual que acabó con destrozos en una habitación. Tras varios días de asedio en los medios y en las redes sociales —con todo tipo de montajes irreproducibles—, Alegría sacó a relucir que ha recibido mensajes de solidaridad de miembros de otros partidos, entre ellos el de Casado.

Hace una semana, Alegría llegó al borde de las lágrimas en la rueda de prensa del Consejo de Ministros para denunciar una campaña contra ella repleta de bulos y de estereotipos degradantes sobre su sexo. Este martes, en la sesión de control al Gobierno del Senado, ya mucho más relajada, la portavoz pasó al ataque.

El PP eligió para seguir hurgando en el confuso episodio —desmentido rotundamente por la empresa pública de Paradores y el propio Ábalos— a la mismísima alcaldesa de Teruel, Emma Buj. La pregunta que esta planteaba era si Alegría, que en el momento de los hechos ejercía como delegada del Gobierno en Aragón, supo de la conducta atribuida a Ábalos. Buj quiso echar por delante su repulsa a los insultos y los comentarios machistas contra la ministra. Y de ahí pasó a la ofensiva sin demora. Primero aseguró que Paradores ha amenazado por carta a los empleados del establecimiento turolense para que no hablen con periodistas. El discurso fue subiendo de tono para caracterizar al PSOE con una tríada: “Sexo, corrupción y ley del silencio”. Y remató, entre las protestas socialistas, con el corolario: “Empiezan a parecerse a una organización mafiosa”.

Esta vez a Alegría no le tembló la voz. Lo redujo todo a una “campaña absolutamente tóxica” contra ella orquestada a base de “insidias y mentiras” y con la que el PP, según sostuvo, pretende erosionarla por su condición de líder de los socialistas aragoneses. Y se reservó la traca final, esa revelación de que ha recibido mensajes de miembros de diferentes partidos y de uno solo del PP, “el mismo que echaron por denunciar la corrupción en Madrid, Pablo Casado”, acotó. Los escaños populares callaron. Quien se pudo tomar una pequeña revancha fue su senador Alfonso Serrano, precisamente el número dos de Isabel Díaz Ayuso en el PP de Madrid. Serrado aprovechó que su pregunta a la ministra de Defensa, Margarita Robles, era la inmediatamente posterior para reprender a Alegría y acusar a los socialistas de “convivir con puteros y pagarles el sueldo”.

La narrativa sobre un Gobierno rodeado de escándalos volvió a ser, como de costumbre, el hilo conductor de la ofensiva del PP. Su portavoz en la Cámara, Alicia García, empleó contra la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el último informe de la UCO sobre el rescate de Air Europa, que los populares presentan como una prueba más de cargo contra el Gobierno. Montero le preguntó si tiene en su poder tal informe, ya que se trata, dijo, de información confidencial. Y afirmó que de los fragmentos conocidos por su publicación en los medios, “no hay nada que haya sido irregular”. “Acusan sin aportar una sola prueba”, insistió la vicepresidenta. Por si quedaba alguna duda, García prometió que no dejarán de porfiar: “No nos van a parar ni sus mentiras ni sus amenazas”.

También expresidente extremeño José Antonio Monago intentó poner en apuros al ministro de Agricultura, Luis Planas, por el “nepotismo” en las empresas públicas Tragsa y Tragsatec a cuenta de la contratación de una novia de Ábalos que confesó que ni acudía a trabajar. Planas replicó que a él no le corresponde “llevar las relaciones laborales” de sociedades que orgánicamente dependen de su departamento y acusó al PP de hacer del Senado “un circo para montar una realidad paralela”. Y recurrió al comodín que han encontrado los socialistas para rebotar las pedradas dialécticas hacia los populares: la protección que el partido sigue prestando al presidente valenciano, Carlos Mazón.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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