Comer como príncipes


Aquí estoy, aquí estamos, querido público, sumisos votantes, estimados compatriotas, amados contribuyentes. Aquí estamos como dos amiguetes que acabaran de salir a escena para divertir a su público. Como dos colegas, como dos cómplices, dos brothers. El de la derecha de la imagen soy yo, Alberto Núñez Feijóo, con acento incorrecto en la primera o porque me paso por los huevos la gramática. Todas las gramáticas. No hay regla ortográfica o sintáctica, ni siquiera de sentido común, que detenga mi ascenso. Lo verán. Sobran explicaciones porque el gesto de mi rostro y mi postura corporal lo dicen todo. La trasgresión ha marcado mi vida. He sobrevivido a la amistad con un narcotraficante en los peores tiempos del narcotráfico en Galicia, cuando los jóvenes caían como moscas. Una amistad documentada, quiero decir, con imágenes, de cuando no había posibilidad alguna de echarle la culpa a la IA. He sobrevivido a Isabel Díaz Ayuso. Me fotografío con ella para destrozarla, porque tengo ese don, ese superpoder, no sé, esa gracia.
De ahí que pose también sin miedo alguno con Mazón, el que está a mi derecha y al que paso tranquilamente la mano por el hombro, abrazándolo. El hombre no se lo puede creer. Observen el gesto de estupor con el que me observa, la risa congelada en los labios (dónde, si no) y la mirada entre esperanzada y atónita. Mazón es Mazón, ya saben, el de El Ventorro, o donde quiera que estuviese cuando a sus administrados se los llevaba cruelmente la riada. Pelillos a la mar. Somos dos amiguetes que acaban de comer como príncipes y ahora se van de copas. Buenos días.
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