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*EL PAÍS VIAJES es el programa de viajes de autor en colaboración con azulmarino en el que expertos de distintos ámbitos nos acompañan en cada travesía. Desde esta sección recomendamos los destinos más atractivos que se pueden contratar. Para más información sobre nuestros itinerarios pincha aquí.

Gervasio Sánchez, fotoperiodista: “En mis viajes vamos a contar la historia oscura del mundo”

El periodista, que lleva en activo más de 40 años, es uno de los guías expertos de EL PAÍS Viajes. Sus viajes siempre tienen un trasfondo social y humano muy importante que los hace muy distintos a los demás

Gervasio Sánchez en el Museo de la Victoria de Hanói (Vietnam), en mayo de 2025.
Sara Andrade Abad

Aunque parezca extraño Gervasio Sánchez se metió en periodismo porque le encantaba viajar. Aficionado a los sellos desde pequeño, buscó la forma de llegar a los lugares que aparecían en esas cartas que veía en su infancia con la fotografía y la escritura. Pero a él no le interesaban los viajes al uso, sino más bien aquellos donde conociera el destino desde su cara B, en los conflictos sociales y políticos, y en las guerras, porque era ahí donde podía aportar y ayudar al mundo. De ahí que su trabajo sea completamente vocacional. Poco a poco fue adentrándose en algunos de los conflictos armados más sangrientos y trascendentales de los últimos 50 años. Él ha sabido hilar como nadie el antes y el después de una guerra, ha sabido darle voz a las víctimas, a los niños y a las mujeres, y generar un diálogo que nos permita entender qué pasa después de las bombas.

Se me vienen muchos de sus trabajos a la mente: uno de ellos es la maravillosa exposición que hizo con la periodista Mònica Bernabé, en la que retrata la situación que viven las mujeres en Afganistán y la violencia que sufren sistémica desde hace siglos. También sus fotografías premiadas de la guerra de Yugoslavia, por las que recibió el reconocimiento Ciudadano de Honor del Ayuntamiento de Sarajevo en 2023. No es baladí que fuera reconocido en 1998 como Enviado Especial de la Unesco por la Paz, algo que siempre reconoce le hizo especial ilusión.

Periodista incómodo en muchos casos, superviviente —porque ha visto morir a muchos de sus compañeros en la guerra— y viajero inagotable, charla con EL PAÍS Viajes para hablar de su pasado, pero también del presente y del futuro porque es uno de los anfitriones más reconocidos de EL PAÍS Viajes, desde 2018, y estará al frente de algunos de los viajes más emocionantes del próximo año.

Pregunta. ¿Cómo fue tu primer contacto con EL PAÍS Viajes? ¿Lo recuerdas?

Respuesta. Paco Nadal, en un encuentro en Antequera (Málaga), se me acercó, nos conocíamos evidentemente, y me lo propuso. Soy enemigo declarado de los viajes organizados, toda mi vida he estado echando exabruptos sobre ellos, pero recordé una anécdota que me había ocurrido 33 años atrás y fue cuando lo pensé en serio. Habiendo acabado la guerra de El Salvador y estando en Guatemala trabajando durante su conflicto armado, después de estar un día empotrado con una unidad militar guatemalteca en una zona muy conflictiva, al regresar a la vida tranquila me acerqué al lago Atitlán porque quería descansar un par de días y poner en orden todas las notas y las fotos que llevaba. Me cogí un pequeño hotelito allí, en el lago, que es una maravilla. A mí me encanta Guatemala, es un país fantástico pero con una historia trágica.

Fui a cenar y me encontré a un grupo de franceses que estaban al lado; les escuchaba decir que todo era muy bonito. En un momento dado intervine en la conversación y les dije: “Disculpen, me imagino que habrán estado esta mañana en el mercado de Chichicastenango, ustedes acaban de llegar aquí, y mañana van a ir a Santiago de Atitlán y van a visitar tales sitios, ¿no? ¿Saben ustedes que alrededor del mercado de Chichicastenango hay 100 fosas comunes llenas de cadáveres de mujeres y niños ejecutados, mujeres y niñas violadas durante la guerra?”. Se hizo un silencio sepulcral. Les pregunté por la guía y estuve hablando con ella, le dije que por qué no les contaba la realidad y la historia del país. Ellas se quedaron con la boca abierta y al final estuve hablando con los turistas y les dije lo que pienso, que es que los turistas tienen la obligación de visitar un país y enterarse de lo que pasa en él. O sea, no pueden venir con una idea preconcebida como si estuvieran absolutamente cegados por la belleza, sino que también deben entender los contextos en los que se han desarrollado los países y sus conflictos armados. Cuando recordé ese momento, hablé con Paco del tipo de viajes que quería hacer.

P. ¿Y qué te dijo?

R. Lo vio con buenos ojos. Fue entonces cuando yo le dije: “Empecemos por los Balcanes, empecemos por Bosnia-Herzegovina y Croacia, que conozco muy bien y después ya veremos”. Hicimos un primer viaje en 2018 donde además llevé a mi hijo —que en aquel momento tenía 20 años—. Fue un grupo de gente muy interesada, funcionó muy bien. No solamente vimos las maravillas de Bosnia- Herzegovina y Croacia, el Adriático, ciudades como Dubrovnik, Split, etcétera, sino que también fuimos a Srebrenica, donde hubo el genocidio de 1995, estuvieron conmigo en Sarajevo visitando lugares en los que había hecho mis fotografías más conocidas.

En 2019, para no repetirme, preparé un viaje a Guatemala donde no solamente vimos las maravillas del país sino que visitamos varios museos de la Memoria, nos entrevistamos con mujeres que eran esposas de desaparecidos en Guatemala, mujeres indígenas que habían sido violadas cuando eran jóvenes, hicimos un viaje realmente increíble y, fíjate tú, se apuntó una chica, una señora que había adoptado dos hijos en Guatemala cuando eran pequeñitos, y vino sola. Lloró mucho, pero al mismo tiempo me dijo que gracias al viaje había llegado a la conclusión de que lo que hizo fue la mejor decisión que había tomado en su vida porque había sacado a esos dos niños de un entorno absolutamente violento. En 2020 volvimos a los Balcanes, pero vino la pandemia y tuvimos que parar.

Con un grupo de talibanes en Kabul, 1997.

P. ¿Después volviste de nuevo, no es así?

R. Sí, Perú es un país que también conozco muy bien. En vez de hacer lo que hacen todos los turistas, que es viajar desde Lima hasta Cuzco en avión, nos fuimos por las carreteras del Altiplano, a más de 4.000 metros de altura, y paramos en las ciudades que tuvieron que ver con el conflicto armado de Perú, que fue muy violento que cubrí en los años ochenta y noventa. Después volvimos a Bosnia-Herzegovina y Croacia, Serbia, y también a Kosovo y a Albania. Este año viajamos a Vietnam y Camboya coincidiendo con el 50º aniversario del fin de la guerra de Vietnam y la llegada de los jemeres rojos al poder. Fue un viaje muy interesante; estuvimos casi tres semanas.

P. ¿Qué hace diferente a tus viajes?

R. Mi idea es viajar a lugares que conozco muy bien, visitar aquellos sitios que quiere ver el turista, sus maravillas, pero en mis viajes también vamos a contar el lado oscuro del mundo que ha afectado a sus ciudadanos que han vivido historias dramáticas.

P. El próximo será Argentina. ¿Qué podrías destacar de este viaje?

R. El objetivo es recordar que hace 50 años un golpe de estado militar abrió la puerta a crímenes contra la humanidad y destruyó la vida de decenas de miles de argentinos. El 24 de marzo de 1976 se instauró una sangrienta dictadura que duró siete años y dejó una profunda herida histórica en el país. La Primera Junta Militar prometió devolver el orden y la seguridad al país, pero llevó a cabo campañas brutales de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Miles de personas fueron desaparecidas, torturadas o exiliadas. Todavía hoy, medio siglo después, se buscan a los miles de desaparecidos. Las personas que vengan no solamente verán las maravillas de Argentina, que están incluidas en el programa, sino que también vamos a encontrarnos con familiares de desaparecidos, visitar lugares de la Argentina donde se ha hecho un gran trabajo de memoria, encontrarnos con las abuelas y madres de la Plaza de Mayo.

Julio de 1993. Un haz de luz atraviesa la biblioteca de Sarajevo destruida durante la guerra por los sitiadores serbios.

P. Entonces, no vamos a encontrar a Gervasio Sánchez de turista viajando en su vida personal, ¿o sí?

R. Bueno, a ver, yo conozco más de cien países. Aparte de viajar como periodista especializado en conflictos armados, que llevo haciéndolo desde los años ochenta, me encanta viajar, pero siempre incluyo esas historias que pocos turistas quieren ver. Por ejemplo, si voy a Polonia, visito Auschwitz o Treblinka, los campos de exterminio nazis… Acabo de volver de un viaje a Francia, porque estoy haciendo una historia europea muy interesante que presentaré más adelante, donde he visitado varios campos de concentración en los que estuvieron republicanos españoles, y de donde salieron en trenes hacia el exterminio los judíos que fueron detenidos en Francia. Cuando he ido a cualquier país siempre me ha interesado la parte trágica de su historia, quiero conocerla y quiero verla con mis propios ojos y quiero entender mejor el país a través de esta historia dramática.

P. ¿Continúas trabajando en conflictos armados?

R. Sigo yendo a la guerra, he estado en Ucrania, no he ido a Gaza porque es imposible ir. Me han dicho: “Vete a Jerusalén”, pero conozco Israel desde hace 43 años y no me interesa para nada cubrir Gaza desde Jerusalén. Entiendo que lo hagan algunos periodistas, pero yo tengo que estar en Gaza. Este año también he estado en Ecuador, un país que conozco desde hace muchos años, cuando era un país tranquilo de América Latina, pero ahora es uno de los más violentos. Los narcos tienen ocupado todo el país, hay ciudades como Guayaquil, que siempre fue una ciudad complicada, pero ahora es peligrosísima y hay que tener cuidado… He estado cubriendo las elecciones este año, pero claro, ya tengo 66 años…

P. Estás en edad de jubilación…

R. Bueno, mis amigos del instituto están todos jubilados porque tomaron la gran decisión de hacerse maestros y jubilarse a los sesenta años, pero yo sigo trabajando. Aquí en España estoy documentando las fosas comunes de la Guerra Civil española, tengo pensado volver a Ucrania, es decir, sigo haciendo cosas vinculadas a los conflictos, pero más enfocado al posconflicto y a las consecuencias de las guerras.

P. De hecho, tu trabajo siempre ha sido de ver las guerras con perspectiva. El antes y el después.

R. Claro, por ejemplo, estuve trabajando 13 años en desapariciones forzosas, mi proyecto ‘Desaparecidos’, que lo presenté en 2011, empezó en 1998, y ya en ese momento llevaba muchísimos reportajes hechos sobre desaparecidos. De hecho, la primera vez que estuve en Guatemala, en 1984, iba con la intención de hacer un reportaje sobre desaparecidos, pero mis contactos me advirtieron que yo mismo estaba en peligro y que relacionarme con ellos podía ser peligroso. En 1986 estuve en Chile, cuando Pinochet estaba en el poder y los primeros reportajes que publiqué fueron ya sobre desaparecidos. Es decir, que cuando empecé mi proyecto sobre desaparecidos ya llevaba trabajando en él 14 años. Hace 30 años que también empecé el proyecto de ‘Vidas minadas’ que es la historia en diferentes países de víctimas de minas antipersonas, todos civiles. Muchos de ellos eran niños cuando yo los conocí y he documentado sus historias desde entonces. Ahora en enero, hace 30 años que conocí a uno de ellos, un camboyano que lo encontré entre la vida y la muerte en un hospital de Siem Riep, estuve presente cuando le cortaban con una sierra la pierna. También hace 30 años que conocí a Adis. Con 13 años, cuando la guerra en Bosnia había acabado, se topó con una mina y casi lo mata.

Marzo de 1999. Dos niñas albanokosovares refugiadas se asoman en un carromato a la llegada a la frontera de Albania desde Kosovo durante la deportación masiva realizada por las tropas serbias.

P. ¿Tienes algún país con el que te sientas más conectado? ¿El Salvador puede ser?

R. En El Salvador fue donde empecé en serio, mis primeras imágenes más duras de la guerra las tomé en El Salvador, más tarde en los Balcanes también, sobre todo la guerra de Bosnia-Herzegovina han sido importantes para mí, y el cerco de Sarajevo. Hace dos años me llamó el Ayuntamiento de Sarajevo, una sorpresa mayúscula, para comunicarme que me había nombrado Ciudadano de Honor por unanimidad de toda la corporación. Menos mal que estaba en casa solo porque me puse a llorar durante un buen rato. No me lo podía creer, son países que han dejado una gran huella en mi vida. Chile también es un país importante en mi carrera, allí aprendí el ABC del periodismo, y en África descubrí hasta dónde puede llegar el ser humano con el genocidio de Ruanda, hambrunas en Sudán o Somalia; luego vi a los niños soldados en Sierra Leona y en Liberia, los había visto ya en El Salvador y en Nicaragua, pero allí me impactó mucho porque eran niños soldados muy jóvenes, de 13 o 14 años, drogados hasta la médula, matando.

Irak también me impactó; Afganistán, que lo conozco desde los noventa, es un país también que admiro muchísimo. Afganistán lleva en guerra desde diciembre del año 79, yo tenía 20 años, y llevaba dos meses estudiando periodismo. Toda mi carrera periodística, los premios que he ganado, los libros que he publicado, las historias que he hecho, los países que he viajado han coincidido con una guerra permanente en Afganistán, o sea, los afganos que puedan responder a qué es la paz, tienen que haber cumplido los 55 a los 60 años, y hay poquísimos afganos que alcanzan los 60 años. Es decir, que la inmensa mayoría de la población afgana no sabe lo que significa la palabra paz.

Gervasio Sánchez hablando a través de un teléfono satélite en Pec (Kosovo) durante la guerra entre albanokosovares y serbios.

P. Ahora mismo nos encontramos en un momento en el que hay más de 56 conflictos armados activos en el mundo. 2024 fue el año con más conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial, si no me equivoco…

R. Estamos en un mundo en el que la mayor parte de la población, los ciudadanos europeos, estadounidenses, japoneses, australianos, digamos, los del primer mundo, lo único que nos interesa es lo que nos pasa a nosotros directamente, no tenemos ni idea de lo que pasa más allá de nuestras fronteras físicas o anímicas. Y esto es lo que me enfurece. Hemos conseguido ser impresionantes en temas de investigación, en temas científicos… pero, en cambio, no ponemos fin jamás a la guerra. La guerra permanece en nuestra vida desde el paleolítico superior: ya hay pruebas antropológicas de matanzas ocurridas hace 13.500 años.

A mí lo que más me impresionaba cuando estaba en los Balcanes es que los que mataban eran iguales que mis amigos, que mis compañeros, que mis familiares. Por eso yo siempre he dicho que la única guerra que jamás cubriré si se produjese es la guerra en España. No quiero ver a mi vecino ni a mi familia matando. Yo pregunto a veces en una conferencia: “¿Usted sería capaz de matar a su vecino? ¿Usted sería capaz de violar a la hija menor de su vecina?”. Todo el mundo dice que no, claro. Cuando los puentes de convivencia se desmoronan, aparece lo peor del ser humano. Y el ser humano está unido a la guerra, y la guerra es un gran negocio en el que participan gobiernos de todas las ideologías, bancos y empresas.

P. ¿Y tú cómo te recuperas de la guerra? Porque después de haber visto tanto dolor, supongo que no habrá sido fácil…

R. Mira, yo que llevo más de 40 años trabajando en zona de conflicto y que conozco más de 25 conflictos armados, y entre ellos los más letales que ha habido en estas últimas cuatro décadas, nunca he tenido que ir ni al psicólogo ni al psiquiatra. Tengo amigos que están medicados y otros que han dejado este oficio porque no podían más. Y algunos incluso han estado a punto de poner fin a su vida. Y amigas que no pueden tener pareja porque son periodistas que van a la guerra y no hay ningún hombre que las espere. A mí me ha esperado una persona durante los 40 años que llevo trabajando en zonas de conflicto. Pero si hubiera sido al revés, si mi mujer hubiera sido una fotógrafa o una periodista de conflicto, yo no la hubiera esperado. Te lo digo con total sinceridad. No lo hubiera aguantado.

A mí me ha ayudado regresar a los sitios donde he visto a la gente matar. Quiero ver brotar la vida de nuevo, ver paz. Hago las historias de seguimiento por eso, porque quiero ver que pese a haber sufrido una guerra esas personas siguen actuando con dignidad. También cuando me dan un premio, arreo con toda la artillería, siempre con respeto, pero digo lo que pienso. Es mi forma peculiar de intentar superar las consecuencias de las cosas que he visto. En otras cosas, porque en este oficio no solamente pagas un precio personal, sino también se acumulan las historias de amigos a los que han matado. Conozco mejor el calendario de los aniversarios de mis amigos muertos en la guerra que los cumpleaños de mis hermanos.

Gervasio Sánchez con su hijo Diego en el lago Atitlán (Guatemala) el 2 de julio de 2009.

P. No ha sido fácil para tu familia. En el documental de RTVE ‘En Primicia’, tu hijo habla de ello. Fue un momento muy emotivo para los dos, ¿verdad?

R. Cuando mi hijo tenía seis años, yo estaba en Irak, y, claro, él estaba acostumbrado a ver las noticias. Su padre estaba en Irak y, en ese país, todos los días, había bombas, bombas y bombas. Entonces, él empezó a decirle a sus compañeros, llorando, que a su padre lo iban a matar en Irak. Tuvimos que decirle que no iba a Irak sino al Kurdistán porque estaba sufriendo mucho.

El documental fue muy bonito, lloré mucho cuando lo vi. Lo pasé muy mal, pero me gustó mucho cómo lo hicieron. La conversación que tengo con mi hijo es... Para mí es lo mejor. Estuvimos 45 minutos hablando sin que nadie del equipo interviniera.

P. Cada vez que te ibas había una persona que te estaba esperando…

R. Sí, es importante tener a tu lado una persona. Y a veces cuando me dan premio digo que tienen que dárselo a mi pareja, más que a mí, porque aguantarme a mí es complicado.

P. ¿Dónde sería tu viaje ideal? ¿Y dónde te apetecería ir próximamente?

R. A mí me encanta viajar en coche, salir de casa y poner el kilómetro a cero y empezar a recorrer el mundo. He ido hasta el Cabo Norte de Noruega y he regresado 13.600 kilómetros después. Me he ido hasta la frontera de Turquía y he regresado de Grecia hasta mi casa. Me gustaría hacer un largo viaje de varios meses desde Zaragoza, atravesar Europa, meterme en Rusia, recorrer las repúblicas soviéticas y regresar por todo el sureste asiático, Irán y Turquía con mi coche. Sería un viaje ideal y otro viaje ideal, que no sé si lo haría alguna vez, sería recorrer todo África, sus 54 países. He estado mucho en África cubriendo conflictos, matanzas y genocidios. Y a veces tengo la imagen de África muy desvirtuada por culpa de haber vivido situaciones tan duras.

P. Y de España, ¿qué te gusta visitar?

R. A mí me gusta mucho viajar por España en coche. Mañana me voy a Galicia con mi pareja y un par de familiares, vamos a hacer un viaje por allí porque tengo que dar una conferencia en La Coruña y otra en el pueblo de Carballiño, que tiene el récord mundial de pulpo. Iremos en coche y vamos a estar dos semanas: visitaremos Burgos, volveremos a Atapuerca, después vamos a ir por toda la parte del románico castellano, después vamos a entrar en Palencia, Zamora… Y llegaremos a Portugal. Pero todo en coche, que es como a mí me gusta viajar porque puedes llevar muchas cosas, libros, etcétera.

P. ¿Qué estás leyendo ahora?

R. Estoy muy metido en temas de la Segunda Guerra Mundial. Y sobre ello estoy leyendo un libro de Xabier Irujo que se llama ‘La mecánica del exterminio’ que me parece un libro increíble; también tengo entre manos otro libro que me gusta mucho y lo estoy leyendo poco a poco que es la biografía de Fritz Bauer, un juez alemán que fue el primer juez que se enfrentó al sistema alemán del olvido después de la Segunda Guerra Mundial buscando a los criminales nazis que habían superado los juicios de Nuremberg. Ayer compré ‘El verano de los inocentes’, de Roger Mateos sobre el último fusilado del franquismo y el de Julia Shaw, ‘Hacer el mal’, que confirma que los humanos tenemos una infinita capacidad para hacer daño y que, evidentemente, por mucho que nos lo planteemos podemos controlar el mal, pero que cuando todo se desborda aparece lo peor. Y es verdad.

Si quieres unirte al próximo viaje de EL PAÍS Viajes junto con Gervasio Sánchez, puedes encontrar toda la información en Argentina, a 50 años de la barbarie. La fecha de salida es el 16 de marzo de 2026.

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Sobre la firma

Sara Andrade Abad
Periodista especializada en viajes. Desde 2024 es redactora de EL PAÍS Viajes, sección de viajes de autor con Azulmarino. Colabora en Condé Nast Traveler y en la web de Informativos Telecinco. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster en Reporterismo Avanzado en la Universidad Ramón Llull de Barcelona.
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