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Qué hacer 24 horas en Litomyšl, la cuna del compositor checo Bedřich Smetana

De la bonita plaza que lleva el nombre del padre de la música checa al fascinante y colorido museo Portmoneum o los sótanos del castillo de la ciudad, donde esperan las estatuas de Olbram Zoubek

Litomysl República Checa

Qué enriquecedor es entrar en una ciudad desconocida y empezar, de a poquitos, a desvelar sus atractivos. Litomyšl es el ejemplo. Situada en Bohemia del este, la ciudad destaca por ser el lugar de nacimiento del compositor Bedřich Smetana, reconocido como el padre de la música checa. Pero más allá de un destino para amantes de la música, aquí espera mucho más, como un castillo que es patrimonio mundial de la Unesco desde 1999.

9.00 Amanece en la plaza Smetana

Al llegar a la plaza (1) que lleva el nombre del gran músico, sobresale el Ayuntamiento gótico y se observa un legado arquitectónico en el que destaca el estilo barroco, aunque también se ven ejemplos clasicistas y secesionistas en las fachadas. Los arcos rodean la alargada plaza, presidida por una columna mariana en un extremo y el monumento a Bedřich Smetana en el otro. El músico nació el 2 de marzo de 1824 en Litomyšl, ciudad que en aquel entonces era parte del imperio austrohúngaro, y murió el 12 de mayo de 1884 en Praga. Su nombre se encuentra en cada esquina o festejo de Litomyšl. La plaza lleva su nombre, la escuela de música también, así como el Festival Internacional de Ópera Smetana Litomyšl, que se viene celebrando en el castillo cada verano, entre los meses de junio y julio, desde 1946. La edición de este año tendrá lugar del 14 de junio al 6 de julio.

Tiendas bajo los carcos de la plaza Smetana, en Litomyšl (República Checa).

Durante el plácido paseo por la plaza se encuentran tiendas de todo un poco. Están las de jardinería que pintadas en vivos colores y adornadas con flores enamoran solo con mirarlas. Están las de los vietnamitas afincados en la República Checa desde los años sesenta del pasado siglo, con precios de mayoristas y fama de trabajadores. Se sortean las librerías, un local de hamburguesas que entregan por una ventanilla a modo de trampantojo o el encantador Chocco Caffé (2), donde hacer un dulce alto en el camino para probar sus deliciosos chocolates antes de sumergirse en el inquietante universo del museo de Josef Váchal-Portmoneum, cuya historia se remonta a los años veinte.

11.00 Entre traviesos diablillos y literatura sangrienta

Antes de entrar en detalles, conviene resaltar cómo al cruzar el umbral del museo Portmoneum (3) llaman la atención la xilografía coloreada de los libros y la cromática que viste paredes y muebles. Lo que en principio por su vivo colorido pudiera parecer un cuento de hadas escrito en los muros, en un segundo vistazo se llega a la conclusión de que el cuento, más que de hadas, es de brujas. Aquelarres, símbolos astrológicos y diablillos juguetones pueblan techos y paredes del que fue hogar de Josef Portman. El autor de tamaña fantasía es el polifacético artista checo Josef Váchal. Escritor, pintor, escultor, grafista e ilustrador, la influencia de las corrientes expresionistas y naturalistas son el pilar de sus creaciones, al igual que una mística que oscila entre cristianismo y satanismo, como bien se puede observar en sus pinturas y en su Novela de Sangre.

Una de las coloridas salas del museo de Josef Váchal-Portmoneu.

Volviendo a los orígenes del museo, todo empezó cuando el dueño de la casa Josef Portman, encuadernador, bibliógrafo y coleccionista de arte, conoció a su contemporáneo Váchal y quedó entusiasmado con su obra; hasta tal punto que le pidió que pintara su casa y los libros de sus ediciones. Fueron grandes amigos durante mucho tiempo hasta que Portman se sintió ofendido por alusiones de Váchal sobre él en su Novela de Sangre, y terminó la amistad. Años después, y tras el abandono de la editorial y taller, entró en escena el tercer hombre de la historia del Portmoneum, Ladislav Horáček, quien en 1991 compró la casa y la convirtió en el museo fascinante que es.

12.00 En la iglesia del Descubrimiento de la Santa Cruz

Es relajante pasear por esta pequeña gran ciudad de 10.000 habitantes, donde calidad de vida y herencia cultural saltan a la vista. Se observa a los niños que salen del colegio y desaparecen entre los muchos recovecos, túneles y escalinatas de Litomyšl. También se cruzan en el camino algunos de los estudiantes, instrumento al hombro, de la Escuela de Música Smetana. A la vuelta de un recodo se presenta lo que en principio parece un espejismo arquitectónico que, sin embargo, responde a la solida realidad del Palacio Renacentista y dos iglesias; la del recién reconstruido templo del Descubrimiento de la Santa Cruz (4) y la iglesia parroquial de la Exaltación de la Santa Cruz (5).

La Prague Radio Symphony Orchestra actuando en la iglesia del Descubrimiento de la Santa Cruz, en Litomyšl.

El espejismo vuelve a tomar forma cuando al cruzar el umbral del templo del Descubrimiento de la Santa Cruz, construido por la orden piarista, la mezcla del barroco más puro y la arquitectura moderna hablan de una iglesia construida no solo con fines sacros, pero también sociales. Se ha rediseñado como un espacio cultural donde tienen lugar conciertos y exposiciones. El interior lo complementan instalaciones de simbolismos cristianos; un prisma de cristal en forma de arcoíris emula al Espíritu Santo, mientras que la superficie de cristal reflectante en el suelo refleja la profundidad de la cúpula barroca de la iglesia. Al anochecer, la cruz láser se ilumina creando un espacio onírico, como onírico es el jardín de cristal con piezas del maestro cristalero Jiri Pacinka. No se puede dejar la iglesia sin subir a su torre, desde donde contemplar una vasta panorámica que alcanza los campos amarillos de colza, bosques y una minuciosa y bella postal de la ciudad bohemia.

13.00 Disfrutar de gastronomía bohemia

El cristal de Pacinka también adorna diferentes espacios del Hotel Aplaus (6), antaño sede del pub Na Sklípku, donde era habitual el artista Josef Váchal. Aquí se encuentra en el restaurante Bohém, cuyo chef, Libor Halousek, recomienda su plato favorito: pato asado. Aunque el cocinero también es famoso por preparar la pasta de diferentes y deliciosas formas. Difícil es elegir en su menú, que sobresale por exquisiteces bohemias cocinadas y presentadas al detalle.

El cristal de Pacinka decora las habitaciones del hotel, que reflejan diseño y arte contemporáneo, al igual que su spa, con una sauna y masajes a medida. Su trabajo reaparece también en un coqueto rincón ajardinado, en forma de aves y flores, desde donde se contempla el parterre del convento piarista de la Santa Cruz. Lo que en principio fue un huerto para los monjes, hoy presume de un cuidado jardín, protagonizado por la piscina central que coronan esculturas donadas a la ciudad por el magno escultor checo Olbram Zoubek.

16.00 En el castillo

Patrimonio de la Unesco, la impresionante fachada del castillo de Litomyšl (7) es una espléndida muestra renacentista, cubierta por figuras geométricas y 8.000 dibujos esgrafiados que en el momento de la visita reparaba una restauradora, subida a los andamios. Construido entre 1660 y 1680 por Vratislav de Pernštejn como un regalo para su esposa, alberga un interior de habitaciones, salones y comedor presentados con tal veracidad que parece seguir habitado.

La fachada del castillo de Litomyšl es una muestra de arquitectura renacentista.

Acoge entre otras maravillas la exposición permanente de pianos históricos y la imponente lámpara que utilizó el director checo Miloš Forman durante el rodaje de la oscarizada película Amadeus (1984), sobre la vida de Mozart. Están la capilla del Palacio y el coqueto teatro, obra del pintor e ilustrador Josef Lada, especialista en decorar teatros y a quien se considera uno de los fundadores de cuentos de hadas modernos, en los que todo suele suceder al revés.

18.00 Las estatuas de los sótanos

El castillo cuenta con la vinoteca donde degustar una cata de vinos de Moravia, muy a tener en cuenta. Sin embargo, el momento álgido de la visita llega al bajar a los sótanos, donde en una serie de cuevas sucesivas se acumula la impresionante obra escultórica en piedra de Olbram Zoubek, uno de los escultores checos mas importantes del siglo XX, cuya fuerza de expresión es impactante. Zoubek, junto con otros artistas, participó en la restauración del esgrafiado del castillo durante los años comunistas del país. Tras la Revolución de Terciopelo en 1989, donó al palacio sus obras que expresan distintos momentos creativos y políticos de la hoy República Checa.

Una de las esculturas de Olbram Zoubek en los sótanos del castillo de la ciudad checa.

Dentro de los recintos del castillo se encuentra también el edificio en el que nació Smetana, que ostenta su placa conmemorativa. Su padre, en el momento de su nacimiento, regentaba la destilería de cerveza del Palacio Renacentista del Conde de Waldstein, con lo cual al ser el único hijo varón de la familia tiró la cerveza por la ventana con tan fausto motivo, e invitó al pueblo entero a brindar con cerveza para celebrarlo. También violinista amateur y amante de la música, transmitió a su hijo su pasión por el pentagrama, de forma que a los seis años dio su primer concierto de piano. Educación que continuó en diferentes lugares de Bohemia hasta llegar a Praga y acabar por convertirse en el gran exponente de la música nacionalista, con composiciones como Canto a la Libertad, durante el levantamiento de Praga de 1848, o Má vlast (Mi Patria, en español), un ciclo de seis poemas sinfónicos donde expresa el gran amor que sentía por su pueblo; bellísimo el segundo de ellos sobre el río Moldava en el que se puede sentir el fluir de sus aguas entre prados y montes, pasando por Praga y confluyendo con el río Elba. Célebres son también sus óperas La novia vendida o Los brandenburgueses en Bohemia. Además, fue director de la Ópera de Praga, fundador de la Escuela Nacionalista Bohemia e influyó decisivamente en otros grandes de la música checa como son Dvorák y Janáček.

19.00 Un “hasta muy pronto”

Una última parada puede ser la escultura en bronce (8) de otro grande que vivió en la ciudad bohemia: Alois Jirásek, uno de los escritores checos más prominentes, nominado en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura. Su estatua le presenta sentado en un sillón, en la misma postura con la que se sentaba en las clases de Historia que impartió a sus alumnos de Primaria durante los 14 años que hizo de Litomyšl su hogar.

Llega la hora de emprender ruta hacia el siguiente objetivo, la ciudad de Pardubice, y durante el viaje por carretera disfrutar del apacible paisaje bohemio alfombrado por inmensos prados verdes y amarillos, donde se salpican los coquetos pueblos barrocos, matizados por las cúpulas de iglesias y castillos.

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