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Cascadas, ríos, y piscinas naturales para escapar del calor en el valle de Tobalina y sus alrededores

Un recorrido por los pueblos burgaleses de Herrán, Trespaderne, Frías, Pedrosa de Tobalina, Tobera y Oña, con una gran variedad de excursiones acompañadas siempre del sonido del agua

Valle de Tobalina

Comenzamos nuestra ruta por el valle de Tobalina en el pequeño pueblo de Herrán, en la provincia de Burgos. Hay que dejar el coche en el aparcamiento a la entrada del mismo, ya que los coches no pueden circular por sus calles. Salimos de Herrán por el antiguo lavadero donde nace una fuente de agua potable, no tratada, ideal para llenar las cantimploras. Aquí se encuentran las señales que indican, entre otras rutas, la del desfiladero del río Purón. En este sencillo sendero para todos los públicos, el camino discurre a ratos por una estrecha senda flanqueada por paredes de roca caliza, que se transforma en ocasiones en un tupido bosque o en amplios pastos. Pero, sobre todo, y a lo que hemos venido, pasa por las pozas que forma el Purón, muchas de ellas de fácil acceso para poder darse un frío chapuzón rodeado de la más exuberante vegetación.

A mitad de camino dejamos la provincia de Burgos para adentrarnos en Álava. Aquí nos encontramos en el parque natural de Valderejo y, cruzando un amplio pasto, llegamos a Ribera, un pueblo abandonado desde 1978, donde hay un estupendo merendero con mesas y mucha sombra donde reponer fuerzas, rodeados de ruinas de lo que un día fueron casas y que ahora van siendo poco a poco devueltas a la naturaleza y una iglesia aún en pie, la de San Esteban, de estilo románico. El interior del edificio se puede visitar a través de una especie de jaula desde la que se observan unos increíbles frescos góticos, que fueron descubiertos en los años ochenta al trasladar el retablo principal al museo de Bellas Artes de Álava, en Vitoria, donde aún se pueden visitar. Solo para ver estos frescos ya merece la pena la caminata. El retorno se puede hacer por el mismo camino o seguiendo la ruta circular pasando por el collado de Santa Ana.

Una de las pozas durante el recorrido por el sendero del río Purón.

Nos vamos a Pedrosa de Tobalina, a tan solo 15 minutos en coche de Herrán, donde en el mismo pueblo se encuentra la impresionante cascada del Peñón, que forma el río Jerea, con 20 metros de altura y 110 metros de ancho. En la época de lluvias o deshielo es una inmensa fuente, que en verano se transforma en cascadas aisladas y una gran piscina natural. El lugar es increíble tanto desde su mirador como desde dentro del agua. Incluso se puede nadar por detrás de la cascada principal. Aunque debido a su fácil acceso y a su belleza, este lugar es el más visitado de la zona, es tan amplio que hay sitio para todos.

Siguiendo el viaje, llegamos al límite del valle de Tobalina para sumergirnos en las aguas del río Ebro, con el puente fortificado medieval de Frías de 143 metros de longitud como telón de fondo. Aquí espera una gran zona de césped donde tumbarse a la sombra de los árboles antes de sumergirse en sus profundas aguas, que no están tan frías como las de los ríos Purón y Jerea. El Ebro y su puente están a los pies de la ciudad de Frías, que dependiendo del punto de vista desde el que se mire cambia de aspecto: hay miradores en las carreteras que la circundan, el castillo desde abajo y a contra luz en el atardecer con sus casas colgantes o desde el camping, todas las vistas son estupendas y, a cada cual, más bella.

El puente medieval de la localidad de Frías, sobre el río Ebro.

Merece la pena dedicar unas horas a recorrer Frías sin prisa: sus pequeñas callejuelas, las casas colgadas de entramado, en lo alto su iglesia y sobre todo su castillo desde el que hay otra panorámica increíble del propio pueblo, castillo que por cierto puede visitarse con perro. De regreso a las callejuelas se puede parar en la terraza del bar Ortiz, en la plaza principal, la del Mercado, con otra vista estupenda del castillo, esta vez en contrapicado, y tomar uno de los muchos pinchos que tienen en la barra —mención especial merecen sus variedades de tortilla—.

Desde Frías se puede ir caminando al tranquilo pueblo de Tobera, que está atravesado por el río Molinar y que forma dos cascadas en el mismo enclave que, si bien los visitantes suelen ir a observarlas, son aptas para el baño, sobre todo la llamada Tobera II, que es la más accesible y tiene una profunda poza a sus pies. Un poco más arriba del pueblo, siguiendo el curso del río, se llega a la ermita de Santa María de la Hoz, del siglo XIII, que junto con un pequeño puente medieval y la pequeña ermita del Santo Cristo de los Remedios crean un conjunto que, a la luz del atardecer, parece salido de un cuento. Otro punto ideal para remojarse es el embalse de Sobrón, donde además del baño, en la zona del embarcadero, se puede hacer una excursión en barco, alquilar kayaks o tablas de paddle surf por horas.

La ermita de Santa María de la Hoz, junto a un pequeño puente medieval y la pequeña ermita del Santo Cristo de los Remedios.

Salimos del agua un rato para ir a la población de Trespaderne y conocer la iniciativa de la Asociación Trespa Joven, que lleva desde 2016 invitando a artistas para pintar murales en las fachadas de casas, bares, e incluso del instituto, la piscina o el lavadero. Está por ejemplo la obra de Eneko Azpirotz, de nombre artístico N-Koat, un gran mural que mezcla turquesas y naranjas de una mujer con medusas que se encuentra en la carretera N-629; o el zorro de los artistas Esther González del Prado y Octavio Macías Alegría que forman Alegría del Prado, y que inauguraron el proyecto realizando el primer mural que se pintó en una de las paredes exteriores de la biblioteca. Ya que estamos aquí podemos parar a comer en el restaurante José Luis, una deliciosa comida casera sin pretensiones.

Nos seguimos alejando del valle de Tobalina para dirigirnos al pueblo de Oña, a pocos kilómetros de Trespaderne, y bajar la comida con un pequeño paseo por el desfiladero del río Oca, ruta con mucha sombra y poco desnivel y que se puede alargar tantos kilómetros como uno quiera (y aguante).

Y si aún queremos conocer más zonas de baño por la zona, tenemos las piscinas naturales del río Nela, en el Parque El Soto de Villarcayo; las que forma el Trueba a su paso por Medina de Pomar, la zona de baño de Valdenoceda con castillo incluido o la cascada de la Huevera, a dos kilómetros caminando desde Padrones de Bureba.

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