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Visitar Suances entre hortensias, paseos playeros y un horizonte que subyuga

Una jornada por los arenales, acantilados y senderos de esta ciudad cántabra que anima al viajero a alargar la escapada por su cercanía a Santillana del Mar o Comillas

Una mujer observa la playa del Sable, en Suances (Cantabria).
Javier Arroyo

Visitar la ciudad cántabra y costera de Suances es mirar, repetidamente, desde arriba y a lo lejos, y maravillarse por su horizonte de mar, acantilados y prados verdes que ofrecen un espectáculo natural que alegra la vista y el espíritu. También podemos practicar la mirada más cercana: como en toda la costa cantábrica, a cada paso aparecen macizos de hortensias que, en época de floración —de finales de primavera a principios de otoño—, son una alegría para los sentidos. Suances, un pueblo de 9.100 habitantes que triplica su población en verano, espera al visitante con una propuesta imbatible: playas de calidad, una naturaleza que invita a largos paseos y, por supuesto, su gastronomía local y la de su entorno. Y en sus alrededores, Santillana del Mar, Comillas, Santander o el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón. Hay entornos que permiten ampliar la estancia más allá de un día o dos.

La mañana puede comenzar desayunando en El Castillo de Los Locos, sobre la playa homónima. Pero aquí otra opción puede ser también comer o, si se quiere disfrutar de la puesta del sol, un picoteo a la hora al atardecer o una cena. A los pies del Castillo, con una bajada que no es la más cómoda ni fácil del mundo, está la playa de Los Locos. Son 500 metros de arena fina y oleaje bravío, que hacen del lugar un entorno ideal más para los surfistas que para los bañistas de calma y jornada tranquila.

Con forma de herradura, el arenal de Los Locos tiene dos puntos de interés a cada uno de sus lados. En un extremo, la Punta del Dichoso donde, para los amantes de los faros, está el de Suances. En el otro, algo más alejado, el mirador de Suso. No tienen nada que ver uno con otro, pero ambos son interesantes. A la Punta del Dichoso es posible acercarse dando un paseo y, desde su mirador, se puede observar no solo la inmensidad del mar sino también, a casi tres kilómetros de distancia en línea recta, Punta Ballota, un cabo cercano a la playa del Sable, que permite, si el día está claro, contemplar en la distancia la playa de Los Locos y los acantilados que conforman este entorno cantábrico de agua y roca.

El faro de Punta del Torco de Afuera o faro de Suances.

Al otro lado de la playa está la de la Concha, un kilómetro de magnífica orilla de arena fina. Son las dos playas marinas de Suances, que también cuenta con dos playas de ría, la Ribera y la Riberuca, que permite perros en la mitad de su espacio. En el entorno de estas dos últimas surge, también, la posibilidad de caminar, ya sea por la naturaleza o por algunos de los paseos creados. Partiendo de la zona de estas dos playas, un largo camino —más de 20 kilómetros— que puede recorrerse a pie o en bicicleta une Suances con Torrelavega.

A unos cuantos kilómetros del núcleo urbano de Suances se encuentra la playa del Sable, perteneciente al pueblo de Tagle, que depende de Suances. Además de un baño o un aperitivo o comida en el único chiringuito del lugar, se puede arrancar un paseíto por el sendero de montaña que parte desde allí. Tras unos centenares de metros, con prado y monte a un lado, y un acantilado y el mar al otro, se llega a Santa Justa, una pequeña ermita a pie de acantilado construida a modo de gruta en la montaña. Más allá, la playa de Santa Justa, perteneciente ya a Ubiarco, en el término municipal de Santillana del Mar. Quien se haya quedado con hambre de sendero, desde allí parten algunos más. Y de vuelta de Tagle hacia Suances es el momento de hacer parada en el mirador de Suso. De nuevo, un aperitivo o lo que caiga con las mejores vistas disponibles. Y a cualquier hora, en el centro de la ciudad, la confitería Romanos, especializada en hojaldre.

Surfistas y bañistas comparten espacio en la playa de Los Locos.

Tras pasar el día entre paseos y playas, un lugar perfecto para concluirlo es La Surfería, en la playa de la Concha. El restaurante incorpora una tienda de artículos de surf y alojamiento. Por su ubicación, no será extraño encontrarse con algún grupo celebrando cualquier cosa, así que, si se tiene ánimo, tras la cena es fácil unirse a esa fiesta de otros, a pie del paseo marítimo y de la playa.

Vista del municipio cántabro de Suances.

Suances, sin embargo, es mucho más que un destino de un día. Su interés se ve notablemente incrementado por su entorno, por lo que, con seguridad, una jornada resulte insuficiente para tomarle el pulso a este bello entorno cantábrico. A menos de 10 kilómetros está Santillana del Mar. Algo más allá, el bosque de secuoyas del Monte Cabezón y la ciudad de Comillas. Hacia el otro lado, y a poco más de media hora en coche, queda Santander y toda su oferta cultural y turística. Y, por supuesto, el valle del Pas, con sus paseos, su riqueza y sus sobaos, que quizá a muchos les parezcan todos iguales, pero no a quienes los conocen bien y que, por supuesto, tienen su propio ranking.

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Sobre la firma

Javier Arroyo
Periodista. Estudié Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla e hice el Máster de Periodismo de EL PAÍS/UAM. Publiqué mi primer artículo en EL PAÍS el 14 de julio de 1999. Estuve unos años y me fui a hacer otras cosas. Volví como colaborador desde Granada en 2016 y aquí sigo.
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