Por el concejo de Teverga, el plató de ‘Los juegos del hambre’ en el suroccidente asturiano
Este territorio de la Asturias interior ofrece un viaje alejado del turismo de masas entre hayedos, montañas, chigres centenarios y rutas senderistas por un paisaje que no necesita artificio

Muy poco se habla de la Asturias de interior y, sin embargo, este verano algunos de sus rincones más desconocidos —y espectaculares— se han convertido en escenario de un rodaje de talla mundial: Teverga y su vecino Somiedo han sido elegidos como plató natural para filmar Amanecer en la cosecha, la quinta entrega de la saga de Los juegos del hambre. Una tierra de hayedos infinitos, gargantas, valles y cascadas; un territorio alejado del turismo de masas que, de pronto, se transforma en set cinematográfico para una de las franquicias más exitosas de Hollywood —la propia franquicia se ha encargado de enseñar a sus casi dos millones de seguidores en Instagram algunos de los paisajes elegidos—.
Teverga, en concreto, tendrá un papel protagonista. El rodaje se centrará especialmente en el hayedo de Montegrande, un enclave espectacular en el entorno del puerto de Ventana. Esta elección no solo pone a Teverga en el radar del cine internacional, sino que también nos recuerda todo lo que ofrece esta comarca del suroccidente asturiano: bosques, rutas de senderismo, arte, pueblos con encanto y, por supuesto, una gastronomía que deja sin palabras.
Asturias es conocida por sus playas escondidas y el verde de sus montañas, pero hay mucho más por descubrir hacia el interior. Por una carretera serpenteante, encajonada entre paredes de caliza, valles estrechos y gargantas profundas, se llega al concejo de Teverga. Durante varios kilómetros vamos dejando atrás pequeñas aldeas que componen el patrimonio rural y artístico de la zona. Teverga, situada en pleno corazón de la Cordillera Cantábrica, dentro del parque natural Las Ubiñas-La Mesa, ha logrado, en parte gracias a su aislamiento, mantenerse auténtica.
En el núcleo de Teverga se alza la colegiata de San Pedro, una joya románica del siglo XI. Además de su valor artístico, atrae por el aura de misterio que la envuelve: allí reposan, casi incorruptos, dos nobles del siglo XVII conocidos como las momias de Teverga, famosos en vida por su crueldad. Cuenta la leyenda que, debido a su buen estado de conservación, estos dos cuerpos malditos están aquí expuestos para que los ciudadanos del pueblo puedan resarcirse de las atrocidades que cometieron en vida.

A poco más de tres kilómetros de distancia, por una cómoda carretera, se encuentra el Parque de la Prehistoria, un complejo proyectado a principios del siglo XXI con el objetivo de dar a conocer los principales ejemplos del arte rupestre franco-cantábrico. El complejo consta de tres edificios perfectamente integrados en el entorno. En el primero de ellos se encuentra la recepción, con cafetería y tienda. El segundo, la galería, invita a conocer el arte Paleolítico, los motivos representados y las técnicas utilizadas. En diferentes paneles se reproducen escenas de cuevas como Altamira, Lascaux o La Peña de Candamo, entre otras. También hay objetos de arte mobiliar, del Paleolítico superior. El tercer edificio, conocido como “La Cueva de Cuevas”, acoge reproducciones de paneles de las cuevas Tito Bustillo y Candamo, en Asturias, y la gruta de Niaux, en Francia.
El espacio museístico se encuentra enclavado en un amplio valle rodeado de montañas, punto de partida de un bonito paseo que invita a disfrutar de la naturaleza y a ver animales prehistóricos convenientemente cercados. Bisontes, uros o caballos tarpanes que se integran a la perfección en este entorno.

Para quienes quieran seguir conociendo la zona y estén preparados para una fácil, pero larga, caminata, a unos 10 kilómetros en coche por la carretera que sube al puerto de Ventana está la ruta del Hayedo de Montegrande. Esta es la tercera mayor marcha forestal de Asturias y el verano es un tiempo perfecto para disfrutar de su belleza. Durante algo más de tres kilómetros pasearemos por una accesible senda y no será hasta su tramo final donde se complicará el camino, al volverse muy resbaladizo, por lo que se recomienda extremar las precauciones hasta llegar a la cascada del Xiblu, compuesta por un conjunto de saltos de agua. Es un trayecto lineal que suma algo más de ocho kilómetros.

Otra opción, mucho más conocida, es la senda del Oso. Esta es una vía verde que discurre durante 29 kilómetros sobre la caja de un antiguo tren minero. Recorre los concejos de Quirós, Santo Adriano, Proaza y Teverga. Se puede hacer a pie o en bicicleta, para lo que hay varias empresas que se dedican a su alquiler. Es uno de los lugares más frecuentados del Principado, e invita a admirar de forma pausada la belleza de un paisaje que discurre entre montañas, desfiladeros y túneles. Es recomendable comenzar la ruta en Entrago para hacerla en sentido descendente y que sea un paseo agradable y asequible a todo el mundo. Solo hay que tener cuidado con el gran número de ciclistas que la transitan. Además, en un punto del recorrido podemos ver un cercado en el que habitan dos ejemplares de oso (llamados Paca y Moli), que le dan nombre a la senda.
Si hay un lugar aquí ideal para probar la cocina tradicional asturiana ese es Casa Laureano, en San Martín de Teverga. Fabada, pote tevergano o jabalí, ya sea guisado con fabes o “patatines”, son algunos de sus platos más demandados. Hay que dejar hueco para probar sus postres caseros, como el flan de queso o el arroz con leche. Este restaurante es, sin lugar a dudas, un clásico en la zona y una apuesta segura si se quiere comer bien y a buen precio.
Otro sitio especial en la zona es la Taberna Narciso, un chigre (así se llama en Asturias a los bares tradicionales) en San Martín que data de 1830. El lugar es un sitio con alma que conserva su esencia y tradición —mantiene el empedrado original del suelo y las mesas de mármol—, pero que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Su dueño, José Alberto, diseñador industrial y agitador cultural, se ha propuesto relanzar esta taberna centenaria, dinamizar una zona que no para de perder población y abogar por redescubrir la riqueza del concejo. El menú de Taberna Narciso parte de una cocina de territorio, guisos tradicionales y producto de proximidad. Los vermús dominicales acompañados de música tradicional y baile son el previo perfecto para antes de comer. También ofrece gran número de actividades, dependiendo de la época del año, como son jornadas micológicas, avistamiento de animales, excursiones con raquetas por la nieve o el amagüestu (fiesta asturiana en la que se comen castañas acompañadas con sidra dulce). Pero Narciso no es solo esto: ha creado una red que conecta vecinos, artistas, turistas, músicos y curiosos. Es más que una taberna, programa conciertos, dinamiza talleres intergeneracionales, organiza rutas y brinda por un futuro para el medio rural.
Para alojarse por la zona, un buen lugar es La Focella, una aldea situada a 13 kilómetros de Teverga. Este pueblo, que estaba condenado a desaparecer, empezó en 2015 un proceso de recuperación de sus casas para dedicarlas al ecoturismo. El lugar ofrece tranquilidad absoluta, silencio y un entorno natural de gran belleza.
No podemos abandonar Teverga sin mencionar otros de los muchos puntos de interés para aquellos que dispongan de más tiempo. Visitar la Ruta de las Brañas, los teitos de Fonfría y Braña el Rebellón, disfrutar del spa natural de la Villa de Sub o la cueva Huerta, visitable y con algo más de 14 kilómetros de longitud. La escalada es otro de los puntos fuertes, ya que esta zona es de las más importantes del noroeste peninsular para aquellos aficionados que deseen practicarla.
Este verano, Teverga es escenario de cine, pero sin croma ni decorado, porque este paisaje no necesita artificios.
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