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Los argentinos redescubren el placer de viajar fuera

Los turistas del país sudamericano dejan en el exterior 3.786 millones de dólares durante el primer semestre del año

Turistas Argentina
Federico Rivas Molina

En la película argentina Plata dulce, estrenada en julio de 1982, un mes después del final de la guerra de Malvinas, una familia regresa de un breve viaje a Miami cargada de televisores, reproductoras de vídeo y equipos de audio. El protagonista, Carlos Bonifatti (Federico Luppi), no oculta su entusiasmo por la bonanza económica que vivía aquella Argentina en dictadura. “Ahora con el dólar barato es un fenómeno viajar. ¿Sabés cómo nos esperan allá? Ya no le vamos a pedir plata a nadie, los que ponemos los dólares somos nosotros, los argentinos”, dice con una gran sonrisa, mientras empuja un carro cargado de cajas en el aeropuerto de Ezeiza.

Eran aquellos los tiempos del “deme dos”, la expresión que resumía la voracidad compradora de los argentinos que aprovechaban que Estados Unidos y Europa estaban “baratísimos” comparados con Buenos Aires. El sueño duró poco porque, para resumir, no era cierto que el país no le pedía plata a nadie, como decía Bonifatti. La deuda externa pasó de 9.700 millones de dólares en 1976, año del golpe militar, a 45.000 millones en 1983, cuando volvió la democracia. El endeudamiento externo fue la única forma que encontró el Gobierno militar para compensar la sangría de las reservas del Banco Central. La fiesta de los viajes por el mundo y el dólar barato terminó con una inflación del 300% y un ciclo de crisis recurrentes que ya lleva 40 años.

Plata dulce ha vuelto a ser tema de conversación. El dólar vuelve a estar “barato”, las reservas del Banco Central están bajo cero y el FMI acaba de aprobar un préstamo de 20.000 millones de dólares. Y como hace 40 años, y también en los noventa bajo el modelo ultraliberal del peronista Carlos Menem, los argentinos se visten de turistas y salen por el mundo. Los que pueden hacerlo, está claro, que al parecer son muchos. Según datos del Indec, la oficina oficial de estadísticas, durante el primer semestre del año el turismo al exterior le costó a Argentina 3.786 millones de dólares. Como los extranjeros que visitaron el país dejaron bastante menos, unos 1.500 millones de dólares, el saldo de la balanza turística fue entre enero y junio negativo en 2.268 millones de dólares.

Es una cifra enorme para Argentina y para el modelo económico de Milei, que usa como principal estrategia para contener la inflación un tipo de cambio con un peso sobrevaluado con respecto al dólar. Como hasta ahora le ha dado resultado —el IPC pasó del 25% mensual en diciembre de 2023 a menos del 2% en junio pasado— no hay cambios a la vista. El Gobierno niega que esté ante un problema con el argumento de que ahora no hay déficit fiscal, como en el pasado. La última experiencia de un ancla cambiaria contra la inflación fue con Mauricio Macri, a partir de 2015, y terminó en un desastre. En los años noventa, Menem fue más radical: fijó la paridad del peso con el dólar uno a uno y todo estalló por los aires cuando el ingreso de dólares por préstamos y privatización dejó de fluir. Todo terminó en 2001, con la famosa crisis del corralito.

Ecos del pasado

Milei tilda de “econochantas”, en el mejor de los casos, a los economistas que advierten que el dólar barato, tarde o temprano, se convierte en un problema. Hoy, un café en Buenos Aires puede costar hasta cuatro dólares, una cifra que no se compara con la de ningún otro país de América Latina. Esto expulsa a los turistas locales, que gastan menos con unas vacaciones en Brasil o Estados Unidos que en Mar del Plata, el gran balneario bonaerense de la clase media. Durante el segundo trimestre de este año, el turismo exterior creció un 46,2% interanual, también según el Indec.

El promedio oculta la estampida de los argentinos que salen del país solo por un par de días para ir de compras. El destino preferido es Chile. El tráfico por el paso Cristo Redentor, que cruza la cordillera de los Andes a la altura de Mendoza, se duplicó entre abril y junio con respecto a 2023. Mientras que el número de chilenos que cruzan hacia Argentina creció solo un 24%. Muchos argentinos sienten que están viendo una película repetida, y se acuerdan por estos días de Plata dulce. Sobra decir que aquella historia terminó muy mal.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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