Solaria se pone las pilas para vender energía a mejor precio
El grupo decano del sector solar invierte en baterías, apuesta por el suministro a los centros de datos y confía en los contratos bilaterales para consolidar su posición en el mercado


La práctica y el tiempo hacen la experiencia. Solaria tiene experiencia. La empresa decana del sector solar español —23 años de historia, 18 en Bolsa, cinco en el Ibex 35— se ha graduado en resistencia. Ha dejado de agostarse en Bolsa y sube en el año más de un 20%. Algo ha cambiado. El cambio obedece a los avances para almacenar la energía generada en baterías y venderla a mejor precio, a la apuesta por el suministro a centros de datos y a las perspectivas de nuevos contratos bilaterales (PPAs).
Las dudas que afectaron al valor de la compañía por la evolución de los tipos de interés y los precios de la energía no han desaparecido del todo —en el primer semestre se han registrado 607 horas con precios negativos o cero en el mercado mayorista—, pero ya no están en primer plano. Pesan más las expectativas en España y en Europa —al menos en sus directivos— para sostener el desarrollo renovable y decisiones como la venta del 49% de su filial Generia Land, dedicada a la gestión de terrenos para parques solares, al fondo estadounidense Stonepeak, una operación que ha aportado un nuevo socio y ha abrillantado los resultados de la primera mitad del año.
En un ambiente más favorable, la empresa que controla la familia Díaz-Tejeiro (35% del capital) ha marcado nuevos objetivos y ha sacado brillo a su expositor en Bolsa. Lo ha hecho con un plan de recompra de acciones por el 10% del capital, del que ha ejecutado un 2%. La empresa explica la razón del plan: “Hemos entendido que ha habido una infraponderación de nuestro valor”. Solaria no había instalado paneles desde mediados de 2023, pero ahora se mueve. Eduardo Imedio, analista de Renta 4, destaca que Solaria “espera casi duplicar su capacidad operativa desde los 1.659 MW actuales hasta los 3.089 MW a finales de 2025”, algo que exigirá un esfuerzo inversor que puede meter presión a una caja con una deuda neta de 1.130 millones. “La contribución efectiva de estos nuevos activos al ebitda [beneficio de explotación]”, precisa Imedio, “se verá reflejada principalmente a partir de 2026”.
A corto plazo, el combustible de la empresa son los avances en el suministro de energía a centros de datos y nuevos PPAs que aseguren los precios y reduzcan el porcentaje de facturación que depende de las ventas al mercado, una cuarta parte del total. Solaria tiene ocho contratos de este tipo (PPAs) en España con grandes empresas —Alpiq, Axpo, EDP, Endesa, Repsol, Shell, Statkraft y, el último, Trafigura—. El objetivo, asegura la compañía, es “bajar nuestra exposición a la fluctuación de los precios de la energía y asegurar flujos de caja constantes para los próximos 10 años”. Y añaden: “Tenemos un 25% de nuestra potencia en merchan, o dicho de otra manera, casi toda la energía generada en nuestras plantas está ya vendida vía PPA y, por tanto, no nos vemos afectados por los cambios de precio del mercado mayorista”.
El análisis de la empresa —lógicamente positivo— tiene razones. Solaria ha consolidado en torno a 1,2 GW de demanda para el suministro energético de centros de datos en España y Portugal, después de haber obtenido confirmación de Red Eléctrica para conectar 225 MW en el País Vasco; ha firmado un acuerdo de suministro con la logística Trafigura y ha avanzado de forma notable en el sector del almacenamiento alentada por la rápida caída del precio de las baterías. La energética ha adquirido en el primer trimestre 260 MWh en baterías con una inversión de 20 millones de euros. “Nuestro compromiso”, afirman desde el grupo, “es instalar 500 MWh de baterías en los próximos 12 meses”.
El objetivo es caminar hacia lo que ya es tendencia en el mercado español y europeo: integrar las baterías de almacenamiento en los proyectos solares (hibridación). En centros de datos, Solaria sigue la corriente: sabe que son una apuesta segura para la inversión alternativa junto con la biotecnología y las residencias de estudiantes. Despiertan tanto interés y atraen dinero a espuertas porque son indispensables en el mundo digital. Solaria encaja porque los centros de datos necesitan terrenos donde ubicarse y, sobre todo, necesitan energía, mucha energía.
En la cancha en la que se juega el partido, la relación entre los precios de la energía de origen renovable y el almacenamiento separa el éxito del fracaso. Porque hay un problema: cuando hay mucha producción renovable —especialmente solar—, baja demanda —fines de semana, primavera…— y poca capacidad de almacenamiento, los precios en determinadas horas se desploman. A bote pronto, el desplome y los precios cero o negativos son una prueba del éxito renovable, pero compromete la rentabilidad de las inversiones. En 2024, según datos del Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE), se registraron 784 horas —más de un mes completo— con una media de precios de -0,12 euros MWh. La solución —y la apuesta de Solaria— pasa por las baterías de almacenamiento, un sistema que, hasta ahora, se localizaba en hogares y comercios. El fin de las baterías “industriales” es desplazar la venta de energía a las horas más rentables de la tarde y la noche. Resumido, ganar más por MW producido.
Cambio de tendencia
Solaria sabe que el momento para apostar por el almacenamiento es favorable. El coste medio de la producción de baterías en China ha caído un 50% en los dos últimos años y el precio de la materia prima —el litio—, un 80% en el mismo periodo. Eso explica en parte que la inversión en baterías en Europa muestre un cambio de tendencia. Según el informe European Market Outlook for Battery Storage 2025-2029 de SolarPower Europe, en 2024 cayó por primera vez la instalación de baterías en el sector residencial del continente (autoconsumo) —de 12,3 GWh en 2023 a 10,8 GWh— mientras se animaba la inversión en el almacenamiento a gran escala. El relevo, según el informe, lo están cogiendo las grandes compañías eléctricas y energéticas como Solaria. Invierten en almacenamiento para negociar mejor en un mercado que empieza a multiplicar las horas de precios bajos, precios cero o negativos.
La empresa solar ha demostrado capacidad de adaptación. Desde los inicios como fabricantes de paneles solares, los Díaz-Tejeiro, con el apoyo inicial de inversores destacados como Manuel Azpilicueta, expresidente del Círculo de Empresarios, o el abogado Íñigo Sagardoy, se han movido bien en el tablero renovable. Colocaron acciones de Solaria a inversores institucionales en una oferta pública de suscripción (OPS) en 2005; salieron a Bolsa en 2007 y se incorporaron a la élite del mercado, los 35 del Ibex, hace cinco años. En su nacimiento, se adelantó un par de años al boom de la energía solar; fabricó paneles hasta que fue más barato importarlos de China —abandonó la fabricación en 2014—; sorteó los vaivenes regulatorios y las crisis del estreno de siglo y también el shock de los mercados energéticos por la guerra de Ucrania. Por delante, todo el futuro.
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