El reto de esquivar los aranceles de Trump
EL PAÍS, en colaboración con KPMG y Corporate Excellence, reunió a un grupo de expertos para discutir el futuro empresarial en la guerra comercial


La industria española se mantiene en alerta. La guerra comercial impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump ha incrementado la preocupación por su futuro: el aumento de los aranceles (en vilo) elevará los costes de exportación, desincentivará la inversión y reducirá tanto la facturación de las empresas como la creación de empleo. En resumen, reconfigurará el escenario económico para todas las compañías, pero especialmente para los sectores estratégicos —como el farmacéutico, químico, siderúrgico y de alimentos y bebidas—, que reclaman a Europa pasar de la retórica a los hechos concretos, con una postura más activa en un conflicto que, sin duda, dejará huella en la cuenta de resultados.
Estamos ante un cambio de paradigma en cómo entendíamos el mundo, según Julián Conthe Yoldi, director general de Política Comercial de la Secretaría de Estado de Comercio. “El cambio que está impulsando Estados Unidos ha sido, en parte, un golpe duro en medio de nuestra propia reflexión sobre cómo reinventar nuestra política comercial”, resaltó el representante del Gobierno español. “Y nos afecta porque se está haciendo de manera abrupta, incluso agresiva en algunos aspectos, una vía que dista de la forma en la que la Unión Europea trata de actuar”, resaltó el experto durante un encuentro organizado por EL PAÍS en colaboración con KPMG y Corporate Excellence, celebrado en Madrid el martes pasado. El impacto es grave, mencionó, porque las cadenas de valor del Viejo Continente están profundamente integradas con las de Estados Unidos. “También lo están con China, pero la relación comercial que mantenemos con Estados Unidos no se parece a ninguna otra a nivel internacional”, dijo.
Estamos hablando de intercambios del orden de 4.500 millones de euros diarios, entre bienes y servicios, que cruzan el Atlántico. Dicha cifra da una idea clara de la magnitud de esta relación comercial. “Están en juego casi 380.000 millones de euros en exportaciones anuales europeas a ese país”, explicó Cándido Pérez, socio responsable de Infraestructuras, Transporte, Gobierno y Sanidad de KPMG en España. A nivel nacional, se habla de unos 15.000 millones de euros en exportaciones anuales en riesgo. “Los sectores más impactados son el siderúrgico, la automoción —menos por la exportación directa de vehículos terminados y más por componentes que se integran en otros países como México, Canadá, Francia o Alemania— y también el agroalimentario. Este último está especialmente afectado por los aranceles horizontales, con productos clave como el aceite de oliva o el vino, grandes exportaciones españolas hacia Estados Unidos”, detalló el representante de la consultora, que recién ha publicado Zoom: Aranceles, una guía práctica empresarial para responder a los impactos de esta guerra comercial. “La estrategia de la administración estadounidense se centra en fortalecer su autonomía nacional, lo que se traduce en imposición de aranceles”, argumentó Carola Hermoso, directora general de Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid).

“Desde nuestra perspectiva, los aranceles carecen de justificación, ya que somos un socio comercial relevante”, resaltó la representante del gremio. “Es cierto que en productos manufacturados, EE UU mantiene un déficit comercial con la UE, pero en el ámbito de los servicios tiene un superávit”, subrayó. Hermoso indicó que la estrategia de la industria —una de las primeras atacadas desde la llegada del magnate a la Casa Blanca — ha sido la de negociar. Sin embargo, con el paso de los meses las tensiones han ido en aumento. “Esta guerra comercial ha dejado de ser solo un asunto económico y está adoptando una dimensión política. Esto reduce nuestra confianza en alcanzar un acuerdo fiable, especialmente en lo que respecta al acero, que es importante para sectores como la automoción, defensa o las renovables”, aseguró. En este sentido, la directora general de Unesid reclamó a Bruselas una postura más firme, empezando por la aplicación de nuevos instrumentos de defensa comercial que garanticen el origen del acero mediante la metodología melt-and-pour, que impide alterar su procedencia con modificaciones menores.
Impacto en la cadena de valor
Hermoso dijo que hay que estar atentos porque ya se han empezado a detectar fraudes en la clasificación arancelaria para evadir medidas de salvaguardia. “Se están utilizando códigos incorrectos para evitar aranceles legítimos”, recalcó. Aunado a ello, mostró preocupación por que se incluyan más productos, que aún no han sido blindados por la UE, a la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, la cual da al presidente la autoridad para investigar si las importaciones de ciertos productos amenazan la seguridad nacional. La Administración Trump ya ha utilizado esta herramienta para aumentar los gravámenes sobre el aluminio, los automóviles, las autopartes y el acero. “Esto nos inquieta, porque impacta directamente a la cadena de valor. No queremos que se produzca una deslocalización. Por eso proponemos incorporar nuevos códigos arancelarios dentro del instrumento de defensa comercial, para proteger a los productores”, recomendó en el encuentro titulado El futuro del comercio global: aranceles, desafíos y perspectivas empresariales.

La crisis arancelaria tiene su origen en la pandemia, explicó Juan José Blanco, socio del área de Aduanas e Impuestos Especiales de KPMG Abogados. Los problemas en la cadena de suministro hicieron que Washington y Bruselas tomaran conciencia de su dependencia asiática. “Estados Unidos ha actuado de forma acelerada, brusca, pero lo ha hecho”, abundó Mauricio García de Quevedo, director general de Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab). “Europa necesita ponerse manos a la obra”. Para ello es necesario una unidad de mercado. “No la hay ni siquiera en España, donde cada Comunidad Autónoma tiene sus propias regulaciones”. De igual forma, el representante de la Fiab señaló que se requiere de una simplificación administrativa y de aligerar la carga normativa, pero sobre todo de apoyo financiero público. “Si queremos reindustrializar hay que dar ayudas a las empresas para que inviertan. Pero nada de eso está ocurriendo… hay pensamientos, pero no acción”.
Ahora mismo, la incertidumbre no permite vislumbrar el camino. “Sin información detallada sobre cómo funciona el comercio internacional o sistema arancelario, lo que percibe el ciudadano es que tendrá que seguir comprando un pantalón o un coche a un mayor precio, porque al final seremos los consumidores los que pagaremos más”, agregó Blanco. Actualmente, el conflicto y el vaivén de anuncios ya es evidente en diversas industrias. “Hoy, la situación compromete directamente al sistema sanitario”, resaltó Pablo Crespo, secretario general de Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin). “Nuestro sector exporta a Estados Unidos productos fabricados en España por un valor de 800 millones de euros, siendo ese país nuestro segundo mercado. Al mismo tiempo, importamos desde allí cerca de 2.500 millones de euros. Somos dependientes de determinadas tecnologías”, afirmó. Por esta razón, trabajan junto al Gobierno para intentar que algunos productos sean excluidos de las tarifas. Adicional a ello, dijo que hace falta una mayor certidumbre en el mercado.
“Necesitamos aportar seguridad jurídica para que nuestras empresas puedan seguir participando en licitaciones públicas, que en un contexto de volatilidad económica resulta complicado pensar en un contrato público a cuatro años vista”, espetó. En productos de consumo avanzado es muy complicado encontrar nuevas cadenas de valor que sustituyan la relación entre EE UU y Europa, destacó Juan Antonio Labat, director general de Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique). Dentro de la industria española, el sector químico-farmacéutico es el primer sector exportador a Estados Unidos, con un valor total de 3.500 millones de euros. España, además es el principal comprador europeo de estos productos procedentes de la nación norteamericana (con un volumen de 8.129 millones de euros). “Esto sitúa el riesgo en el lado estadounidense”, afirmó Labat. “España es un socio prioritario”, concluyó. Sin embargo, aún no hay nada definido: la cuenta atrás para saber si se alcanzará un acuerdo comercial culminará el próximo 1 de agosto.
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