Qué es un arancel secundario y por qué pocos creen que Trump vaya a cumplir su amenaza contra Putin
China y la India serían los más afectados si EE UU finalmente llegase a imponer el castigo a los principales socios comerciales de Rusia


El giro de guion de Donald Trump sobre Ucrania lleva tiempo fraguándose. Mucho han cambiado las cosas desde la humillante bronca a Volodímir Zelenski en el Despacho Oval, a finales de febrero, cuando llegó a culparle de la invasión rusa. En el ínterin, el republicano ha ido virando hacia posiciones mucho más templadas, y que en ocasiones recuerdan a las de su antecesor, el demócrata Joe Biden: Vladímir Putin ha pasado de ser un amigo con quien nunca llegó a perder del todo el contacto, ni siquiera en los cuatro años en los que estuvo fuera de la Casa Blanca, a alguien que “habla mucho”, que “está matando a mucha gente” y con quien se muestra “muy descontento”.
El último episodio de este viraje llegó este lunes, cuando Trump, escoltado por su fiel escudero y adulador Mark Rutte, secretario general de la OTAN, amagó con aranceles secundarios de hasta un 100% a Rusia si Moscú no alcanza un acuerdo de paz antes de 50 días. Una carta fuerte, sin duda, pero que los mercados financieros no terminan de creerse: si lo hicieran, el petróleo y el gas natural se estarían disparando —anticipando así una salida masiva de la energía rusa del mercado—, y no cayendo, como ocurrió el lunes y sigue sucediendo este martes.
“El mercado petrolero no está comprando sus amenazas”, subrayan los analistas del banco neerlandés ING en un análisis exprés para clientes. “La ausencia de una acción inmediata y la creencia de que estas amenazas no se materializarán ayudan a explicar su [nula] reacción”. Tras caer casi un 2% este lunes, horas después de que Trump pusiese su amenaza encima de la mesa, el crudo brent continúa este martes en números rojos. Una dinámica similar a la que está siguiendo la cotización del gas.
Un arancel secundario es, en síntesis, un gravamen sobre los países que compran productos de un país determinado. A diferencia del arancel convencional, que en este caso implicaría gravar las exportaciones rusas, la fórmula elegida por la Casa Blanca busca poner toda la presión sobre las naciones que más productos rusos compran. “Hablamos de aranceles sobre países que, como China y la India, adquieren su petróleo”, aclaró horas después el embajador estadounidense ante la OTAN, Matthew Whitaker. La compra de crudo ruso está vetada en EE UU, la UE y el resto de países del G-7 desde 2022, poco después del inicio de la invasión de Ucrania. Pero el gas natural, en cambio, sigue fluyendo sin cortapisas.
Los aranceles secundarios tienen, por tanto, todo el sentido del mundo en este caso: un arancel convencional apenas tendría incidencia, puesto que las exportaciones rusas a EE UU son muy reducidas: apenas 3.000 millones de dólares (menos de 2.570 millones de euros) en 2024, según los datos del propio Gobierno estadounidense, un tercio menos que un año antes y, atención, la décima parte que en 2021, cuando aún no pesaba ninguna sanción sobre el sector petrolero ruso. Está por ver, eso sí, si la amenaza de Trump —que supondría que los países afectados tendrían que pagar un gravamen equivalente al valor del producto exportado, una auténtica barbaridad— termine cristalizando.
Venezuela
El precedente de Venezuela es la mejor piedra de toque de la amenaza sobre Rusia. El propio secretario de Comercio de Trump, Howard Lutnick, puso el lunes ese ejemplo para explicar lo que puede estar por venir: “Es una sanción económica. Él [Trump] dijo: si haces negocios y compras petróleo venezolano, tu país tendrá que pagar un arancel, ¿vale?“.
Lo ocurrido con el país latinoamericano invita, sin embargo, a la cautela: a finales de marzo, la Administración de Trump deslizó la posibilidad de aplicar un arancel similar sobre Caracas, sin que se haya producido ninguna novedad más desde entonces.
“A pesar de que la amenaza sigue en pie, ningún país ha sido sancionado por comprar petróleo venezolano”, recuerda por teléfono Jorge León, vicepresidente y jefe de análisis petrolero de la consultora noruega Rystad Energy. “Es cierto que hay pocos barriles venezolanos para la exportación, unos 200.000 diarios. Pero también hay una cosa clara: China, que es su principal comprador, no ha tenido ninguna penalización”. España, hasta hace bien poco primer importador de crudo venezolano de la UE, lleva desde marzo sin adquirir ni un solo barril de ese origen.
Sin detalles
La habitual falta de concreción de Trump a la hora de anunciar la medida deja, una vez más, espacio para la especulación. Quizá la mayor de ellas es si, llegado el caso, el magnate se atrevería a trasladar ese arancel del 100% a las exportaciones europeas, dado que los Veintisiete aún siguen comprando a Moscú ingentes cantidades de gas natural licuado (GNL, el que se mueve por barco). Aunque la intención de Bruselas es prescindir completamente de ese combustible ruso a finales de 2027, el año pasado aún abonó 23.000 millones de euros a Rusia por este concepto.
Tanto la India como China serían, con todo, los mayores afectados por el potencial arancel secundario del 100%. Por dos razones: sus estrechísimos vínculos comerciales con EE UU —son, respectivamente, el segundo y el noveno país que más exporta a la primera potencia mundial— y su destacadísima posición como importadores de energía rusa.
La India ha disparado sus compras de crudo ruso desde que Putin dio la orden de invadir Ucrania, en febrero de 2022. Hasta el punto de que, en lo que va de 2025, la tercera parte del petróleo que consume la nación más poblada del planeta ya es de ese origen, frente al ínfimo 2% de 2021. Los 100.000 barriles rusos adquiridos aquel año por Nueva Delhi pasaron a ser 1,9 millones en 2024, según los datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Las ventas de crudo ruso a China —que era y es su mayor importador, y que sigue negociando estos días para poner fin a su particular guerra comercial con EE UU— han seguido un patrón similar, aunque atenuado: ha pasado de comprar 1,6 millones de barriles diarios en 2021 a 2,4 millones en 2024. Aprovechando tanto el hueco dejado por el fin de las compras occidentales como el tijeretazo que se ha visto obligado a aplicar el Kremlin sobre los precios de venta para seguir dando salida a su producción.
“La declaración de Trump es muy seria”, se ha limitado a reconocer este martes el portavoz de Vladímir Putin, Dimitri Peskov. Poco después, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, iba un paso más allá: “Queremos comprender qué hay detrás de esa declaración (...) Es evidente que [Trump] está bajo una enorme presión”, ha dicho en referencia implícita a la UE y la OTAN. “Hemos afrontado una cantidad sin precedentes de sanciones y no tengo ninguna duda de que seguiremos haciéndolo”. Su esperanza: que incluso si EE UU acaba consumando su amenaza, ni China ni la India abandonen lo que el Kremlin cataloga como “política independiente”. Que no dejen, en fin, de comprarle petróleo a mansalva.
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