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La agricultura, el vino, el motor y el consumo se preparan para la nueva era comercial

Estados Unidos es el principal mercado fuera de la Unión Europea para muchos sectores a cuyos productos se aplicará un gravamen del 15%

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Nuria Morcillo

“Miles de millones de dólares en aranceles están fluyendo a los Estados Unidos de América”, celebró el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en redes sociales, cuando la medianoche de este jueves alcanzó Washington. Tras varias idas y venidas, negociaciones y prórrogas, los mal llamados aranceles “recíprocos” a las exportaciones han entrado ya en vigor y las actividades más afectadas se preparan para hacer frente a una nueva era comercial con Estados Unidos. En sectores como la agricultura, el vinícola, el automovilístico, el metalúrgico o el consumo, muchos productores y empresas españolas tienen a EE UU como principal mercado fuera de las fronteras europeas.

La amenaza de la guerra comercial comenzó con el regreso de Trump al Despacho Oval y tomó cuerpo el 2 de abril, cuando salió a la Rosaleda de la Casa Blanca y anunció, apoyándose en una tablilla, los aranceles que correspondían a cada país. En ese momento, el magnate estadounidense impuso un arancel universal mínimo del 10% (que se mantienen a día de hoy), mientras que sumó otras tasas a determinadas zonas geográficas en función de lo que, según sus cálculos, habrían afectado a las ventas estadounidenses en el extranjero. Posteriormente, suspendió la aplicación en muchos países.

Desde entonces, pese a que algunos sectores llevan meses soportando un arancel específico, líderes internacionales han tratado de cerrar acuerdos bilaterales con Washington para aliviar la carga fiscal. Es el caso de la Unión Europea, que el 27 de julio terminó por aceptar un arancel global del 15% —lo que supone reducir el 20% propuesto inicialmente, aunque nunca aplicado―. El Banco de España afirmó a finales de julio en su blog que los aranceles tendrán un cierto impacto negativo sobre la economía española, aunque menor que en la eurozona, ya que la exposición comercial directa con Estados Unidos es menor y está más orientada hacia los servicios que la de la eurozona.

Con todo, las incógnitas siguen planeando sobre muchas compañías, que además siguen sin conocer los detalles concretos del pacto firmado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y Donald Trump. El sector farmacéutico es uno de los que no saben si el gravamen general del 15% se aplica ya o tienen que esperar a que EE UU imponga otro específico, una amenaza que Trump reitera. Otro sector sumido en la incertidumbre es el del automóvil, que mantiene una tasa del 25% desde el pasado marzo.

De lo que no hay duda es de que, desde este jueves, los productos de alimentación fabricados en España con rumbo a EE UU soportan una tasa del 20%. El sector considera “injusto y desequilibrado” el trato de Von der Leyen y Trump. La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ha señalado en un comunicado que siempre “es mejor un acuerdo que una guerra comercial abierta”, pero llama a que las autoridades “habiliten medidas de acompañamiento para las empresas más vulnerables” porque, recuerdan, el mercado norteamericano “no es sustituible”. La industria española de alimentación y bebidas exportó a Estados Unidos 3.365 millones de euros en 2024, el principal comprador fuera de la UE.

Lo mismo ocurre con el vino español y el aceite de oliva, que tienen un gran protagonismo al otro lado del Atlántico. La Federación Española del Vino (FEV) insiste en que es “vital” que la UE consiga el “cero por cero” arancelario. El director general de la patronal vinícola, José Luis Benítez, asegura que el arancel del 15% generará daños a largo plazo en la cuota de mercado. “Podría lastrar el comercio con este país hasta en un 10%, según los primeros cálculos, ya que al arancel habría que sumarle la variación en el tipo de cambio entre el dólar y el euro, que actualmente es del 15% también”, explica.

En la misma línea, el Comité Europeo de Empresas del Vino (CEEV) advirtió, tras conocer el pacto entre la Unión Europea y EE UU, que el gravamen general puede provocar “pérdidas económicas significativas” no solo para los productores europeos, sino también para las empresas estadounidenses involucradas en toda la cadena de suministro.

El vino es el segundo producto español del sector agroalimentario más exportado a la primera potencia mundial. En primer lugar se sitúa el aceite de oliva. “La producción propia de Estados Unidos no llega a cubrir ni el 2% de su consumo, por lo que se ve obligado a importar unas 430.000 toneladas, de las cuales 180.000 salen directamente desde España y otras 140.000 se envían de manera indirecta desde Italia”, explica Rafael Pico, director adjunto de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva). La patronal del sector confía en que la calidad del producto español ayude a que el sector “no tenga un impacto crítico”.

Aun así, Pico explica que el arancel “distorsiona el mercado internacional” en un doble sentido. Por un lado, el consumidor sufrirá una inflación que le podrá llevar a buscar otras alternativas de aceite y grasas. Por otro lado, “cambia las reglas del juego, ya que no todos los países están en las mismas condiciones”. Eso obligará a mirar el comportamiento de los principales competidores porque, como recuerdan en Asoliva, países productores como Túnez soportan un arancel del 25%, superior al europeo, mientras que Marruecos (10%) tienen uno inferior.

La industria automovilística, en retroceso

Pese a las dudas por resolver, un informe publicado esta semana por S&P Global descarta grandes riesgos para la mayoría de sectores. No obstante, los analistas de la firma de calificación crediticia sí apuntan que la guerra arancelaria “ya ha afectado a la confianza empresarial y el consenso sobre ingresos y beneficios en muchos sectores de la UE”. El texto recuerda que algunas empresas han revisado a la baja sus expectativas para el año en curso.

Es el caso de las automovilísticas, que ya sufren el impacto de los aranceles y prevén un retroceso en sus beneficios. Así lo han indicado Stellantis (fabricante de Citroën, Peugeot, Opel, Lancia y Fiat), que ha admitido un impacto negativo en sus cuentas de 1.500 millones; o la japonesa Toyota, que ha alertado de que la política comercial estadounidense le costará 1,4 billones de yenes (casi 8.200 millones de euros al cambio actual).

El automóvil español solo sufrirá el arancel en su industria de componentes, ya que las fábricas de coches nacionales no exportan ni un solo coche a EE UU. El sector, compuesto principalmente por pymes, tuvo ventas directas a EE UU en 2024 por valor de 1.021 millones. Pero, de manera indirecta, los componentes fabricados en España se incorporan a vehículos ensamblados en países como Alemania, Francia o México, que posteriormente se destinan al mercado estadounidense. Por ello, la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto) advirtió a finales de julio de que “cualquier arancel sobre el vehículo final puede impactar de forma indirecta —pero significativa— sobre la cadena de suministro española, amplificando sus efectos sobre la industria nacional".

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Sobre la firma

Nuria Morcillo
Periodista de Tribunales con más de 10 años de experiencia. Tras dar los primeros pasos en El Mundo y ABC, llegó a la agencia de noticias Europa Press, donde comenzó a profundizar en el mundo jurídico. Después pasó por La Información, donde siguió especializándose en ese área. En CincoDías desde diciembre de 2022.
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