Economía en la hambruna en Gaza
La estrategia deliberada del Gobierno de Benjamín Netanyahu ha sido hacer materialmente imposible la vida de los palestinos en su territorio


Israel está a punto de ganar la guerra en Gaza. Pronto habrá logrado matar de hambre a los 2.100.000 gazatíes que sobreviven en esta pequeña parte de Palestina. Hoy unos 600.000 habitantes de la Franja sufren desnutrición y 1.026 personas han muerto mientras trataban de acceder a alimentos, según el Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. La estrategia deliberada del Gobierno de Benjamín Netanyahu, tras el criminal ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023, ha sido hacer materialmente imposible la vida de los palestinos en su territorio.
El ejército hebreo no ha escatimado recursos. El coste de la guerra en Gaza hasta finales de 2024 ha superado los 67.570 millones de dólares (57.500 millones de euros), según el periódico económico israelí Calcalist. Y ha arrasado este pequeño territorio de 365 kilómetros cuadrados, la mitad de Menorca, con los mayores bombardeos masivos desde la Segunda Guerra Mundial. La relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, señaló en su informe que los bombardeos a Gaza habían sumado más de 85.000 toneladas de explosivos, seis veces el poder de la bomba nuclear lanzada en Hiroshima.
Como explicó muy bien el doctor Vicenç Fisas Armengol en Matar de hambre (Icaria 2020), el hambre se puede planificar y emplear como castigo político. En esta obra referencial, Fisas, extitular de la Cátedra UNESCO de Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona, analizó más de 50 sangrientos conflictos entre los que figuraba Gaza.
El genocidio de Gaza es el exponente más elocuente de como el hambre en el mundo no es una consecuencia de la falta de alimentos, sino de decisiones políticas. El Informe Mundial sobre Crisis Alimentarias, del pasado mayo, revela que más de 295 millones de personas en 53 países sufrieron hambre de manera aguda en 2024, unos 14 millones más que el año anterior. La inseguridad alimentaria aguda aumentó por sexto año consecutivo. El mundo camina en dirección contraria a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, entre los que figura acabar con todo tipo de hambre en 2030.
El Instituto Tricontinental de Investigación Social ha recordado que las causas de la crisis alimentaria son múltiples, pero ninguna puede atribuirse a la escasez de alimentos. Precisa que los agricultores y las empresas agroalimentarias producen comida suficiente para alimentar a 11.000 millones de personas, 3.000 millones más que los habitantes del planeta. Concluye que la “desigualdad es el motor del hambre”.
El desastre económico va de la mano del retroceso en derechos humanos. Gaza evidencia el peligro de muerte del derecho internacional. En mayo de 2024, el Tribunal Internacional de Justicia, el máximo órgano judicial de Naciones Unidas, ordenó a Israel detener la ofensiva en Gaza. En noviembre del mismo año, el Tribunal Penal Internacional decretó la detención de Netanyahu y quien fue el comandante de Hamás, Mohamed Deif. Todo quedó en papel mojado. La Unión Europea ni siquiera se ha pronunciado, mientras su voz va desapareciendo en un mundo impotente a la muerte de los derechos humanos y el derecho internacional.
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