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El BCE prepara su primera pausa en los tipos de interés tras un año de recortes

Fráncfort se siente cómoda con la evolución de los precios, y el debate sobre una nueva rebaja se aplaza a septiembre

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa en Sintra (Portugal), el mes pasado.
Álvaro Sánchez

Tipos de interés en el 2%. Inflación en el 2%. Los números son redondos. Y con un equilibrio tan perfecto, y en cierto modo sorprendente en tiempos de guerra comercial y turbulencias geopolíticas, el Banco Central Europeo se da por satisfecho y se prepara para envainar el arma monetaria hasta mejor ocasión. Todo indica que este jueves dejará el precio del dinero sin cambios, poniendo así fin a una etapa de siete rebajas consecutivas —ocho en el ciclo actual—, y cambiando al modo esperar y ver por primera vez desde julio de 2024. Hace justo un año.

La economía europea ha reaccionado a esa paulatina retirada de cargas con mesura. Ni los precios se han disparado, ni los salarios han desatado espiral alguna, ni mucho menos el euro se ha devaluado. El tratamiento por goteo de reducir los tipos de 25 en 25 puntos básicos, así hasta hacerlos menguar a la mitad desde el pico del 4% en que estaban en junio del año pasado, ha sido prácticamente indoloro.

Nada se ha roto, salvo para los ahorradores conservadores que han visto la rentabilidad de las letras del Tesoro caer, con los hipotecados y sus cuotas decrecientes como reverso feliz. Esa paz contrasta con la política más errática de la Reserva Federal estadounidense, que obligada por los aranceles de Donald Trump viró desde una bajada de tipos agresiva en septiembre a una parálisis que se prolonga ya cuatro reuniones. Pese a la creciente presión de la Casa Blanca contra su presidente, Jerome Powell, el desacople entre los dos grandes bancos centrales es notorio.

Con los deberes hechos, la pausa estival del BCE se antoja plácida, y va acompañada de un tono triunfalista. Ese “estamos bien posicionados para navegar las incertidumbres” que dejó su presidenta, Christine Lagarde, en la pasada reunión de junio. Hasta la inflación de servicios, que se mantuvo obstinadamente elevada en torno al 4% durante todo el año pasado, se sitúa actualmente en el 3,3%.

A la vuelta del verano, sin embargo, todo tenderá a complicarse. La apreciación del euro frente al dólar —del 13% en lo que va de año—; las preocupaciones sobre el crecimiento —François Bayrou, primer ministro francés, ha pedido públicamente a Fráncfort que contribuya a impulsar la economía—, y la eventual resaca de un pacto comercial aún por cerrar entre Bruselas y Washington marcarán un encuentro mucho más abierto que el de este jueves, donde el foco se centrará mucho más en el tono de Lagarde que en la propia decisión acerca de los tipos, ya descontada por el mercado.

En el Consejo de Gobierno no reina el consenso ante lo que está por venir tras las vacaciones. El gobernador austriaco, Robert Holzmann, el halcón más escorado hacia la ortodoxia, cree que el BCE ya ha llegado al final del camino. “No hay ninguna razón por el momento para que se produzca un nuevo recorte, definitivamente no en la próxima reunión, y tampoco durante el resto del año”, asegura. Y está secundado en sus opiniones por la alemana Isabel Schnabel. “El listón para otro recorte de tipos está muy alto. Solo estaría justificado si viéramos indicios de una desviación significativa de la inflación respecto a nuestro objetivo a medio plazo. Y por el momento no veo indicios de ello”, declaró recientemente en una entrevista a Econostream Media.

La batalla dialéctica está servida. El finlandés Olli Rehn y el francés François Villeroy de Galhau han advertido de que la fortaleza del euro puede empujar la inflación por debajo del objetivo del BCE. O lo que es lo mismo, que si Europa sigue aprovechando el alza de su moneda para comprar barato en el exterior, los precios pueden caer más de lo deseable, y eso haría recomendable continuar recortando los tipos.

El gobernador italiano, Fabio Panetta, también ve factible nuevos descensos. “Si los riesgos a la baja para el crecimiento fortalecieran las tendencias desinflacionarias, sería apropiado continuar con la flexibilización monetaria”. Y en medio, otros como el maltés Alexander Demarco se han posicionado a favor de no apretar el gatillo este jueves y guardar pólvora en la recámara por si las cosas empeoran.

Uno o dos recortes más este año

Entre los expertos, Karsten Junius, economista jefe en el banco suizo J. Safra Sarasin, cree que el BCE se enfrenta a un dilema que lo deja sin un rumbo claro. “Podría argumentar fácilmente que ya no es necesaria una política monetaria restrictiva. Sin embargo, argumentar a favor de una política expansiva es difícil, ya que la economía no está en recesión ni es probable que entre en una en los próximos meses. Además, la expansión fiscal en Alemania podría impulsar el crecimiento de la eurozona en 2026″.

Otros, como Josefina Rodríguez, economista de Vanguard, son más tajantes en su opinión de que el BCE volverá a las andadas tras el verano. “Seguimos pensando que en septiembre se producirá una nueva bajada de tipos, dado el menor crecimiento a corto plazo y la moderación de la inflación”.

La idea de que la zona euro goza de margen para nuevas bajadas de tipos sobrevuela también el análisis de David Kohl, economista jefe de Julius Baer. “El BCE sigue disfrutando de un contexto inflacionario mucho más favorable, lo que le permite relajar aún más la política monetaria, especialmente con los riesgos desinflacionarios por las tensiones comerciales. Europa se ha abstenido de imponer aranceles de represalia, y las exportaciones a EE UU se están desviando hacia Europa, lo que genera presión a la baja sobre los precios”.

Los efectos del temido aluvión de mercancías chinas que esquivaría el muro proteccionista erigido por EE UU para aterrizar en una Europa más amable en términos comerciales están por descubrirse, pero es uno más de los factores sobre la mesa que invitan a pensar que el ciclo de caídas de tipos no ha concluido.

El tipo de cambio, con el euro peligrosamente cerca de la cota de los 1,20 dólares, es posiblemente la variable que genera más debate. También en el seno del Eurobanco, como mostraron las actas de la última reunión. Lorenzo Codogno, exsecretario del Tesoro italiano, estima que la subida del euro todavía es demasiado reciente como para influir significativamente en la decisión de este jueves. “Sin embargo, de confirmarse en las próximas semanas, respaldaría los argumentos a favor de una mayor flexibilización”.

Bank of America es una de las entidades que está apostando con más fuerza por recortes más agresivos que los que espera el mercado. Augura rebajas en septiembre y en diciembre, lo que llevaría los tipos al 1,5%, pero para este jueves, coincide con el consenso en que el BCE no moverá ficha. “La falta de urgencia mostrada en junio, junto con la ausencia de grandes sorpresas en los datos de actividad e inflación, un estímulo fiscal alemán un poco más adelantado y la renovada incertidumbre, proporcionan la excusa perfecta para que septiembre sea el momento adecuado para tomar nuevas decisiones", señala Rubén Segura-Cayuela, su economista jefe para Europa.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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