El BBVA trabaja para iniciar la integración del Sabadell tras el verano
La oficina que pilota Jordi García Bosch trabaja a pleno rendimiento pese a las condiciones del Gobierno


El BBVA no quiere perder ni un minuto más en la toma del Sabadell. Tras acumular casi un año de retraso, el banco de origen vasco trabaja a pleno rendimiento para iniciar la integración de la entidad catalana tras el verano, a partir del mes septiembre, para cuando consideran que la opa ya estará vista para sentencia, según indican fuentes financieras. Todo ello, con permiso del Gobierno y los movimientos que le permita hacer en el Sabadell tras la condición extra impuesta a la transacción en junio.
El banco que preside Carlos Torres trabaja desde hace tiempo en dibujar el futuro de la entidad una vez termine la opa hostil que lanzó hace ya 15 meses. Para ello ha creado una oficina llamada de coordinación y planificación, cuyo principal cometido es diseñar el día después a la toma y cómo ejecutar su adquisición. Torres ha puesto al frente a su mano derecha, Jordi García Bosch. Antes de recalar en este puesto, fue jefe de gabinete de Torres cuando era consejero delegado del banco, entre 2015 y 2018, y después comandó la estrategia, así como tiene responsabilidades en la tecnología del grupo.
El trabajo de la oficina de García Bosch sufrió un varapalo el pasado 24 de junio, cuando el Consejo de Ministros decidió introducir una condición extra a la opa. Se trata de la obligación de mantener los dos bancos de forma independiente como sociedades, a nivel de patrimonio y de gestión, durante tres años, ampliable por dos más. Esto, en palabras del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, supone que el BBVA no puede fusionar ambos bancos durante este tiempo, ni realizar grandes procesos de despido ligados a la operación, ni reducir drásticamente su red de oficinas, entre otras cuestiones.
Los planes iniciales del BBVA pasaban, precisamente, por acometer una fusión entre los dos bancos tras la opa, cerrar unas 300 oficinas y llevar a cabo un ERE, lo que redundaría en el despido de unos 4.000 trabajadores, según calculaban fuentes del mercado. Esta hoja de ruta era la base para conseguir los 850 millones en sinergias proyectadas, que se materializarían en dos años, a razón de 450 millones en ahorros administrativos y tecnológicos, 300 millones en recortes de personal y 100 millones en financiación.
La oficina que comanda García Bosch se ha visto obligada a buscar alternativas a este plan. No obstante, las fuentes consultadas señalan que en el banco trabajan a pleno rendimiento. La idea es arrancar el proceso de integración tras el verano, siempre respetando la condición del Gobierno y la concreción sobre qué medidas exactas podrá o no ejecutar. Una de las incógnitas está en si podrá o no unificar las plataformas tecnológicas de ambas entidades, una de las principales fuentes de ganancias que proyectaba el BBVA. Otra de las áreas donde también se esperan rápidos movimientos es en la rama de banca de inversión, donde la enseña del BBVA es mucho más grande que la del Sabadell y este podrá beneficiarse de una red más internacional.
“Internamente, se mantiene el convencimiento de que la operación va a salir adelante”, afirman fuentes conocedoras. No obstante, tanto las condiciones del Ejecutivo como el superdividendo que pretende pagar el Sabadell de 2.500 millones —con cargo a la venta de su filial británica, TSB, al Santander— han complicado la transacción para el BBVA. Actualmente, los títulos del Sabadell cotizan un 15% por encima que la oferta del BBVA, a razón de una acción del banco vasco y 0,7 euros en dividendos pasados por cada 5,3456 títulos del Sabadell.
El BBVA mantiene que, pese a los condicionantes del Gobierno y los que impuso antes la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), podrá materializar la mayor parte de esos 850 millones en sinergias. Sí reconoce, no obstante, que el ritmo en el que se materializarán será inferior al esperado. Lo que parece descartado es que puedan lograr estas cifras en dos años, como era el plazo previsto. La intervención del Gobierno lo demora dos años, si no cinco en el peor de los casos, y el futuro de la transacción pende de si hay un cambio de Gobierno próximamente.
Luz verde al folleto
El calendario que maneja internamente el BBVA pasa por que la opa se resuelva a finales de septiembre. Por el momento, el banco aguarda a que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) dé luz verde al folleto de la operación, cuya última versión remitió el BBVA al regulador la semana pasada. Entonces, se iniciará el plazo de aceptación, en el que los accionistas del Sabadell deberán decidir si venden o no sus acciones al BBVA. Este periodo será de entre 15 y 70 días (con un mínimo de 30, debido a la ley estadounidense), a elección del banco vasco.
Dado que el mes de agosto es inhábil, y la CNMV previsiblemente se pronuncie a finales de este mes, las previsiones del mercado es que este plazo se prolongue durante el mes de septiembre. Una vez que este periodo culmine, se conocerá el resultado de la oferta (que el BBVA ha condicionado a alcanzar el 49,3% del capital y el 50,01% de los derechos de votos) y será entonces cuando el BBVA podrá poner en marcha su maquinaria.
Antes de eso, la semana que viene, el Sabadell lanzará su último ataque a la oferta. Presentará un nuevo plan estratégico, a la vez que sus resultados del primer semestre del año, el próximo jueves. Tratará de defender con esta hoja de ruta que el banco vale más en solitario que unido al BBVA.
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