La ultraderecha convierte Torre Pacheco en su plató de televisión
Una decena de ‘influencers’ saca provecho de los disturbios para agitar el odio en sus redes y protagonizar una movilización con escaso eco en el pueblo

La mañana del miércoles, en Torre Pacheco, que se ha convertido estos días en el epicentro del odio xenófobo contra la población de origen marroquí, Fátima hacía unos recados con su hija en el centro del municipio. En el mismo sitio donde la noche de antes se iba a desatar la mayor movilización de la ultraderecha para dar “caza al magrebí”, esta mujer, que nació en Marruecos hace 30 años, paseaba tranquila de camino al banco. La localidad seguía su ritmo habitual: las fruterías regentadas por marroquíes abrían, la gente desayunaba en las terrazas, los jóvenes como Karim iban a trabajar a la obra o, como Mohamed, a despachar en una tienda de piensos. Como si el pinchazo de la concentración ultra del martes hubiera sido una pesadilla. Como si hubieran desmantelado un teatro, un plató, pensado y diseñado solo para hacerse la foto otros que no conocen, que vienen de fuera y dicen por las redes sociales que se tienen que ir de aquí.
La plaza del Ayuntamiento estaba esta mañana igual de vacía que media hora antes de la que prometía ser una manifestación masiva en contra de la inmigración irregular y por la “seguridad de los vecinos”. Este punto se convirtió la noche del martes en el escenario perfecto de un grupo de influencers de diferentes puntos de España, que convocaron una protesta con escaso eco en un municipio de 40.000 habitantes, donde el 32,5% de ellos ha nacido en el extranjero, según los datos oficiales.
El miedo a la xenofobia se había instalado en el pueblo durante cinco noches consecutivas, había permeado en las casas de cientos de familias de origen magrebí, especialmente en el barrio de San Antonio, donde viven muchos de ellos. Que se escondían de noche, por miedo a que un grupo de hombres de negro irrumpiera en sus calles. Pero cuando la ultraderecha prometió exhibir su fuerza, chocó con una realidad muy distinta, la que salta de las pantallas de los móviles y aterriza en el asfalto hirviendo de esta localidad murciana que ha observado cómo la mecha del odio que había prendido aquí, tras la agresión a un vecino el viernes pasado, no la mantenía viva la tensión de sus barrios, sino de otros rincones mucho más lejos.

Hasta aquí se desplazaron personajes conocidos por sus cuentas de TikTok, de YouTube o de Twitter (ahora X), también otros líderes de empresas de desalojos, como Desokupa y agitadores de extrema derecha, también de grupos ultras como Frente Obrero. Hasta este punto del centro se movieron todos sin un eslogan, sin una proclama clara. A una concentración donde eran ellos y no los vecinos los que agarraron los micrófonos. Porque el objetivo era llegar, ser vistos, gritar contra el Gobierno. Ninguno se atrevió, no obstante, a gritar lo que decían en sus tuits, o en sus directos. Ni “caza al moro”, ni “que los devuelvan a su país”.
Y el centro de Torre Pacheco se convirtió en su plató de televisión particular. Así, media hora antes de que comenzara la manifestación, se desplegó el espectáculo, como si siguieran un guion o una escaleta. Los primeros en aparecer fueron los miembros de Desokupa, con su líder, Daniel Esteve, escondidos estratégicamente en un garaje contiguo al lugar donde iba a ser la concentración. Eran las 19.30 horas.
Como en una coreografía, un Audi Q5 negro salía lento del garaje con los cuatro de Desokupa, con el ritmo suficiente para que decenas de medios pudieran captar al cabecilla, Esteve, abandonando el pueblo. La plaza, sin embargo, continuaba medio vacía. Y, a los minutos, en una esquina, aparecía otro influencer, Vito Quiles, para dar una rueda de prensa improvisada para explicar, como si fuera el portavoz de la empresa, que los hombres de Esteve se retiraban porque la Guardia Civil les había explicado que su presencia provocaba un riesgo para la población.
No fue la última aparición de Quiles. A pocos minutos de que comenzara la manifestación, con la plaza salpicada de algunos vecinos curiosos y otros que decían no tener nada que ver con las “proclamas fascistas”, pero sí “por la seguridad de su pueblo”, como Rosa con su hija de 19 años, en otra punta una decena de ultras teléfono en mano, insultaban y tiraban botellas de agua a la reportera de TVE Esther Yáñez. La periodista tuvo que huir de la plaza, perseguida por el grupo que se desgañitaba contra ella mientras trataba de continuar, como fuera, con el directo. Tuvo que pasar un rato hasta que un policía identificó a uno de los acosadores de la periodista.
El guion seguía su curso. A las 19.45, Quiles volvía a aparecer ante los medios para explicar que, como los de Desokupa, había decidido irse del pueblo. Después, en sus redes, denunció que la Guardia Civil “lo había echado” de un municipio de España. Mientras lo estaban “echando”, un policía local de Torre Pacheco gestionaba con el teléfono móvil de una de sus colaboradoras, la que graba sus intervenciones, la mejor ubicación para el conductor del coche que los iba a recoger. Y protegido por una decena de agentes, como si el influencer estuviera corriendo un serio riesgo, lo acompañaron hasta su vehículo con el resto de su equipo.
La función continuó. Y los vecinos del centro de Torre Pacheco siguieron en vivo cómo sucedían unos acontecimientos inéditos en su pueblo, cómo en otra esquina daba una nueva declaración de una portavoz de Frente Obrero, Carmen López Manzano, apenas conocida para la mayoría, hablaba de la instalación de unas “patrullas vecinales”, para garantizar la seguridad del municipio, de las que no hubo rastro esa noche.

A las 20.30 nadie gritaba nada. A veces se escuchaba un “Pedro Sánchez, hijo de puta”. Y muchas de las 150 personas que llegaron a congregarse, ya no en la plaza, sino en una esquina, esperaba sencillamente al siguiente paso del guion. Entonces Bertrand Ndongo, otro influencer que como Vito Quiles ha protagonizado polémicas en el Congreso de los Diputados, agarró el micrófono para hacer un mitin. Le siguió otro, RescueYou. Y la manifestación de la ultraderecha en Torre Pacheco había derivado de repente en una fiesta de la derecha contra el Gobierno nacional y, más tarde, contra casi cualquier reportero de televisión que trataba de hacer su trabajo.
Jonathan, que contaba a este diario que había llegado de Almería para hacer un directo en su cuenta de TikTok, Hamburguesito98, estaba aprendiendo de los grandes. Aunque observó también en directo cómo el espejismo de las redes sociales y sus miles de seguidores se estrellaba de golpe con la realidad más inmediata. Cómo la idea de un Torre Pacheco en llamas en sus vídeos se difuminaba con la misma cadencia con la que iba cayendo el telón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
