¿Hay suficientes reservas en el mundo?
En los últimos tiempos se ha hablado mucho de las reservas de uranio como un factor limitante a la hora de evaluar la viabilidad a largo plazo de la energía nuclear. Esta preocupación es una reedición del argumento de Los límites del crecimiento (Club de Roma) que estuvo de moda en los años setenta y que ha demostrado sus limitaciones con el paso del tiempo. Diez años después de su publicación, las reservas de cobre y níquel se elevaron un 30%, las de uranio y carbón se duplicaron y las de gas subieron un 70%.
El uranio, al igual que otros metales, está sujeto a ciclos de exploración, descubrimiento y producción. Cuando el mercado envía las señales de precio oportunas, las compañías mineras aumentan sus esfuerzos de exploración, dando lugar al descubrimiento de nuevos yacimientos. Los datos históricos demuestran que este fenómeno ha ocurrido frecuentemente en el pasado y continúa ocurriendo con la mayoría de minerales.
Las reservas conocidas en la actualidad bastan para alimentar el parque nuclear durante 80 años
En su relativamente corta vida como materia prima, el uranio experimentó su primer gran ciclo de exploración a partir del precio máximo alcanzado a finales de los años setenta. Dicho ciclo permitió descubrir suficiente uranio para los últimos 30 años, además de dejar un legado para otros 50. Debido a la escalada de precios producida recientemente, se ha incrementado significativamente la exploración en torno a los mismos yacimientos descubiertos en los años setenta, generando reservas para 30 años más. Por tanto, las reservas conocidas (5,4 millones de toneladas explotables a precios actuales) son suficientes para alimentar el parque nuclear actual durante los próximos 80 años.
No obstante, a la hora de analizar la velocidad de agotamiento de las reservas de uranio conocidas, es importante tener en cuenta el posible renacer nuclear del que tanto se ha hablado. De hecho, en una conferencia internacional de la IAEA celebrada en Pekín recientemente, unos 60 países expresaron su interés por la energía nuclear, en claro contraste con los 28 países que actualmente explotan los 436 reactores que configuran el parque nuclear mundial. Pues bien, aun en el supuesto de que dicho parque creciera al ritmo medio que plantea el escenario optimista del Libro Rojo de la NEA-IAEA (13,5 reactores nuevos de 1 GW cada año), las reservas de uranio conocidas en la actualidad no se agotarían hasta 2057.
El análisis descrito en el párrafo anterior ha sido simplificado de forma intencionada. Para ser más precisos, habría que considerar las estimaciones de reservas esperadas de uranio, casi el doble que las conocidas, la posibilidad de extraer uranio como subproducto de la explotación de depósitos de fosfatos, el posible uso de reactores rápidos reproductores, o incluso la posibilidad de que en el futuro se utilicen otros combustibles nucleares distintos al uranio como el torio. La incorporación de estos supuestos no haría sino arrojar un resultado de agotamiento del uranio muchísimo más lejano en el tiempo (incluso siglos). El objetivo del análisis es llevar al límite el consumo potencial de las reservas de uranio de cara a poner de manifiesto un hecho que tiene implicaciones relevantes con respecto a las decisiones de política energética que deben tomarse a corto plazo en España. Teniendo en cuenta que todas las centrales nucleares españolas habrán cumplido 60 años antes de 2050, las reservas de uranio no deberían afectar de forma negativa a la decisión de prolongar la vida útil del parque nuclear. Es decir, está garantizado que habrá uranio disponible el día que la última central nuclear española cumpla 60 años.
Francisco Tarín, representante de España en el "Uranium Group" de la NEA-IAEA (mayo 2009).
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