El arquitecto conservador de la Mezquita de Córdoba: “Lo que ardió realmente fue la cortina, por eso el fuego fue tan deprisa hacia arriba”
Gabriel Ruiz Cabrero explica que los trabajos de limpieza confirmarán si funcionó el tratamiento antifuego. El experto señala que fueron cuatro los espacios dañados

En la Mezquita de Córdoba, al murmullo de admiración de los visitantes se le ha unido esta semana el trajín del equipo técnico del Cabildo que trabaja en las tareas de intervención de urgencia para retirar los escombros y garantizar la seguridad de la estructura afectada por el incendio que sufrió el templo el pasado viernes. Es algo esencial para que la Policía Científica pueda regresar al edificio y terminar la inspección ocular, que aún no ha concluido, según confirman fuentes oficiales. Esos trabajos terminarán a lo largo de esta semana, según los cálculos del arquitecto conservador del monumento patrimonio de la humanidad, Gabriel Ruiz Cabrero, que ha explicado en una conversación telefónica con este diario en qué consisten estas tareas y las líneas generales del plan de recuperación y conservación para restaurar las capillas dañadas por el fuego.
Un fuego cuyo origen aún está por determinar, pero que Ruiz Cabrero tiene claro que se propagó tan rápidamente por la cortina que el Cabildo colocó en el espacio de entrada de la Puerta de San Nicolás, que era el que se estaba utilizando como almacén y donde estaría, de acuerdo con las primeras hipótesis, la barredora eléctrica que provocó el incendio. “Lo que ha ardido en realidad es la cortina, las sillas que había allí están todas chamuscadas por el humo, pero no están quemadas. Por eso el fuego fue tan deprisa hacia arriba y, al ser tan vertical, se pudo propagar”, indica.
A él no le corresponde, sin embargo, dilucidar qué provocó el incendio, pero sí dirige y coordina todos los trabajos para retirar todos los escombros y limpiar la zona afectada, unas actuaciones recogidas en un plan de intervención de emergencia que ha aprobado la Junta de Andalucía, a quien corresponde la tutela del patrimonio histórico de la comunidad, y en la que participan unas 26 personas que, en su mayor parte, han interrumpido sus vacaciones. “Hay 12 albañiles, cuatro restauradoras, cinco arquitectos, dos a pie de obra, un aparejador, dos carpinteros y dos cerrajeros que se van coordinando e intervienen cuando es necesario”, indica Ruiz Cabrero.

En lo que va de semana han retirado ya las vigas y las cubiertas de madera de las cuatro capillas más afectadas por el fuego. “Lo que se ha quemado son las cubiertas, las vigas aguantaron, pero también hay que quitarlas”, explica el arquitecto. La intervención no va a ser la misma en las cuatro estancias dañadas. En la capilla de la Asunción y en la entrada de la Puerta de San Nicolás, las bóvedas también van a tener que ser sustituidas porque se vencieron tras el incendio ―en el caso de la primera, dos terceras partes, y en la que servía como almacén, “un agujero menor”―. “Pero ha habido que tirarlo todo y colocar una estructura provisional”, señala Ruiz Cabrero. En las otras dos, la de San Nicolás de Bari y la de Jesús Verde, lo que se ha retirado es la madera de la cubierta, que ha caído sobre la bóveda y las vigas. Sobre las cuatro se va a colocar otra cubierta de chapa para protegerlas de la lluvia, un trabajo que se esperaba terminar ayer miércoles.
Cuatro espacios afectados

El conservador confirma que son cuatro y no tres —como el lunes sostuvo la consejera de Cultura, Patricia del Pozo— los espacios afectados, tres capillas y el vestíbulo que servía de almacén. Ruiz Cabrero también reconoce que las llamas alcanzaron a la capilla del Espírito Santo. “Es valiosísima. El fuego ha chamuscado la pared, pero no ha entrado dentro” gracias, asegura, a que los albañiles de la mezquita también acudieron de inmediato y se sumaron a las tareas de extinción. “Conocen el templo y rompieron la cubierta por el sitio que sabían que se podía romper y evitaron que el incendio llegara hasta allí”, relata.
Todo el material recogido va a ser almacenado, no solo para que sea estudiado por la Policía Científica, sino también por el equipo de arquitectos y restauradores del Cabildo. “Tenemos que analizar todos los restos que han caído para saber muchas cosas distintas”, señala el conservador, entre ellas por qué se han quemado las maderas. “Todas tienen un tratamiento antifuego y tenemos que estudiar las maderas quemadas para ver cómo se han comportado y confirmar la validez de los tratamientos y de las secciones. De este fuego vamos a obtener una información muy importante”, recalca Ruiz Cabrero. El arquitecto explica que las bóvedas afectadas fueron restauradas entre 2015 y 2018 y se sustituyó la madera de pino por otra del mismo material con una sección superior a la estructuralmente necesaria, lo que permite que, en el caso de que le llegara el fuego, “tarde más en arder”.
En esta primera fase, lo que está llevando más tiempo es asegurar la columna que ha quedado dañada por el incendio y que amaneció apuntalada al día siguiente del incendio. Se trata, explica Ruiz Cabrero, de un pilar de mármol de 60 centímetros de diámetro capaz de aguantar hasta 16 toneladas de peso. “Lo que se ha dañado no llega a ser dos tercios, por eso los arcos que están por encima no se han movido”, indica el arquitecto. Su equipo, sin embargo, ha decidido apuntalarla por precaución. “No se sabe en qué medida la piedra que queda se ha alterado químicamente y ha perdido capacidad de resistencia”, cuenta. El siguiente paso será analizar el mármol quemado para determinar esa capacidad de resistencia y saber si hay que cambiarla, reforzarla o si se puede restaurar. Este proceso también podría estar terminado hoy jueves, según indica Ruiz Cabrero.
Paralelamente, las restauradoras están trabajando en la limpieza de la pátina de humo que ha afectado a las naves dos, tres y cuatro de la ampliación de la capilla de Almanzor, el conjunto de arcos contiguo a las capillas más afectadas, que lindan con el muro oriental de la mezquita. En esta actividad se está utilizando láser, de manera que no es necesario colocar andamios. “Es una técnica que no habíamos empleado antes, cuando se retire todo el hollín de las bóvedas, también se incluirán en el plan de recuperación”, explica el arquitecto.
Buhardillas en las cubiertas para prevenir incendios
Para ese plan aún queda tiempo. Antes debe finalizar esta primera fase de retirada de material, al que le quedaría la limpieza del suelo -que también se culminará antes de que termine la semana- y que será supervisada por técnicos de la Junta de Andalucía. Ruiz Cabrero no quiere establecer plazos, pero calcula que se requerirán tres meses para tener listo ese proyecto de recuperación, al que después deberá seguir el visto bueno de la Junta de Andalucía y de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba.
Ese plan, además de la reconstrucción de las bóvedas afectadas, incluirá la recuperación del retablo de la capilla de la Asunción, si bien, de acuerdo con el arquitecto, apenas ha sufrido daños graves. “El cristo que lo preside y la pintura están intactos”, afirma. Lo más afectado es una cornisa de la parte de arriba, donde una madera ha recibido un golpe. Ruiz Cabrero se muestra confiado en esta restauración. “Nada tiene ninguna complicación, porque son cosas que ya hemos hecho”, sostiene, aunque sí precisa que hay algo que le preocupa “desde el punto de vista conceptual”. Es qué hacer con la columna y el capitel apuntalados. “¿Es más interesante mantener una columna con las muestras del daño que ha sufrido como testimonio del incendio, o es preferible, como hacían los antiguos, cambiarla por otra nueva?”. En función del grado de mantenimiento del mármol se confirmará si caben ambas opciones y las plantearán en el documento para que el Cabildo, primero, y luego la Junta tomen la decisión final.
En ese proyecto se incluirán algunas de las medidas antiincendios que el equipo de conservación de la mezquita llevaba tiempo queriendo incorporar, y que habían conseguido salvar recientemente la reticencia de los técnicos de la Junta de Andalucía, recelosos de alterar la estructura del templo. La propuesta, que estaba previsto empezar a ejecutarse en septiembre, consiste en incorporar buhardillas en todas las bóvedas para que los bomberos puedan tener más fácil abrir un butrón. “Nosotros sabemos que el gran peligro del templo son las cubiertas y desde hace un tiempo habíamos hablado con los bomberos de la necesidad de abrir más buhardillas, finalmente en junio presentamos un proyecto, que fue autorizado”. Esos huecos quedan ocultos a la vista y no afectan a la ornamentación islámica ni a la integridad del edificio porque se trata de cubiertas “que han sido ya retocadas a lo largo del tiempo”.
Esta no es la única actualización de los sistemas de prevención antiincendios que tenía previsto el Cabildo. En octubre, explica Ruiz Cabrero, iban a comenzar los trabajos para incorporar un sistema de extinción con nebulizadores en la nave del coro, las del presbiterio, las dos alas del transepto y la cúpula de arriba del todo, justo en la parte más céntrica de la mezquita. Un sistema cuyo proyecto técnico ya está realizado y está a la espera de que finalice el arquitectónico, y que la Diócesis había ordenado extender al resto del templo. “Ahora vamos, por un lado, a seguir con ese proyecto de nebulización y, por el otro, el proyecto de restauración de las naves, que nos ha cogido por sorpresa”, indica el arquitecto.
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