Triunfalismo desatado en Toledo
El público que acudió ayer al coso toledano se divirtió por todo lo alto. En los terdidos se oían frases como «qué faena, qué torerazo, vaya estocada, hacía tiempo que no se veía una corrida así»' y cosas por el estilo. Es evidente que una corrida con ocho orejas y dos rabos concedidos por un presidente que parecía estar allí para eso, y que las otorgaba sin sacar el pañuelo, simplemente haciendo girar los dedos como el que se enrolla un hilito, puede parecer que fue el no va más. Pero no nos dejemos llevar por el fácil espejismo.Para obtener semejante resultado hay que tener enfrente los enemigos que los toreros tuvieron ayer. Seis toros justitos, cómodos y fáciles.
Ante semejantes enemigos, los toreros anduvieron fáciles, ventajistas y sin emplearse a fondo en ningún momento. Paquirri, al que había curiosidad por ver después de su grave percance en Sevilla, estuvo desconfiado con el inválido protestado, que se quedaba corto y se defendía. En el otro se confió más y le hizo la faena adecuada. Pocos pases con temple y tranquilidad, y adornos a base de giraldillas. Mató de un volapié, y hay que destacar que puso además un gran par de banderillas.
Plaza de toros de Toledo
Corrida del Corpus. Toros de Baltasar Ibán, justos de trapío, gordos y muy cómodos de cabeza. El quinto y el sexto, que fueron los mejores en la muleta, tuvieron algo más de presencia. Sólo el primero tomó tres puyazos, cambiándose los cinco restantes con una sola vara. Todos doblaron las manos y se cayeron. En la muleta,- cortos de embestida, pero dóciles y toreables. Paquirri: pinchazo y estocada (pitos). Una estocada (dos orejas). Angel Teruel: pinchazo y una casi entéra y atravesada (vuelta al ruedo). Estocada (dos orejas y rabo). Niño de la Capea: bajonazo (dos orejas). Bajonazo con derrame (dos orejas y rabo).El primer toro fue protestado de salida por renquear de las patas. los restantes, que estaban igual, pasaron sin protestas. La presidencia, como figura decorativa, obediente a los toreros y generosa en los trofeos.
Teruel fue ese torerito parsimonioso que los aficionados conocen y que deslumbró al público con un toreo de pico y de muleta y pases a media altura, de los que unos le salían tropezados y otros con algo más de limpieza. Lo mejor de su labor fueron dos trincherazos que dio al quinto toro. En banderillas estuvo muy vulgar en el primero y mal en el segundo.
El torero que más impresionó al público fue Pedro Moya, tal vez por su toreo espectacular, forzado, propio de un novillero con rabieta. Sus muletazos resultaron los más largos de la tarde, pero los afeaba por la forma de citar con los pies cambiados. Siempre dejaba retrasada la pierna de salida, y por añadidura se fue a los bajos con todo descaro. Si hay algo que apuntar en su haber es un quite por chicuelinas al sexto toro.
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