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Cancún e Ibiza, la imprescindible vitamina de un Alcaraz que en su día recibió “mucho odio”

El español, campeón por segunda vez en Queen’s, defiende su necesidad de tener “días libres para desconectar” y celebra su feliz e inmediata adaptación al césped

Alcaraz posa con las recogepelotas del torneo tras proclamarse campeón.
Alejandro Ciriza

Sin trampa ni cartón, Carlos Alcaraz abandonó el 8 de junio París prácticamente a la carrera. Después de firmar una remontada memorable ante el número uno, Jannik Sinner, el murciano se desplazó inmediatamente a un restaurante italiano para celebrar su quinto grande junto a su gente —familiares, equipo y amigos— y, al día siguiente, sin haber posado siquiera para la foto protocolaria del campeón en algún rincón simbólico de la ciudad, cogió un vuelo directo a Ibiza para disfrutar de los aires purificadores de la isla. Estuvo allí cuatro días, pero sin soltar el freno de mano. Esta vez, nada de “reventarse”, como sí lo hiciera un año antes tras su primer éxito en Roland Garros.

“El año anterior fue más movido que este. Esta vez salí el primer día, pero los otros dos no; a las doce estaba en la cama, tanto el martes como el miércoles, aunque sí salí por la tarde…. Me estoy haciendo mayor y el cuerpo ya no me da”, decía a su aterrizaje en Londres, donde este domingo (7-5 y 6-7(5) y 6-2 a Jiri Lehecka) volvió a coronarse en el torneo de Queen’s, prolongando así la extraordinaria dinámica que inició en abril. A partir de ahí, victorias y más victorias; tan solo una derrota que respondió, en parte, al hecho de que esa tarde sufrió en la final del Godó, ante Holger Rune, una pequeña rotura muscular. Le privó del título, pero no obstaculizó lo más mínimo su inercia ganadora.

Desde entonces, Alcaraz ha encadenado 18 victorias y ha ganado tres títulos, Roma, Roland Garros y este último londinense, que deben sumarse a los logrados previamente en Róterdam y Montecarlo. Lidera el curso, por tanto, en cuanto a premios (5), triunfos (42) y la carrera anual que guía hacia la Copa de Maestros de Turín. Así que él, radiante sobre la pista, confía en dilatar el gran momento en una cita que llega prácticamente ya, a partir del próximo lunes en Wimbledon. Allí, el de El Palmar será de nuevo la referencia y el objetivo a abatir, dado lo conseguido en los dos últimos cursos —doble revolcón a Novak Djokovic— y lo visto de nuevo en el preparatorio de Queen’s.

De nuevo, una adaptación con mayúsculas. Y en formato exprés. “El cambiar de tierra a hierba en tan poco tiempo es realmente complicado”, concedía tras imponerse a Lehecka y sellar otra semana magnífica. “Solo pude entrenarme un par de días antes del torneo y llegué aquí sin ninguna expectativa, con la idea de poder jugar dos o tres partidos, e intentar sentirme bien y entender qué debía hacer mejor. Pero me he adaptado muy rápido y estoy muy orgulloso. El objetivo [independientemente del éxito] estaba cumplido; se trataba de eso, de sentirme cómodo. Estoy muy satisfecho”, amplió el campeón, en la cresta de la ola y absoluto dominador de abril aquí.

El trimestre anterior, sin embargo, el relato había sido muy diferente. Viajó a Australia después de comerse las uvas con el firme propósito de hacerse por primera vez con el major de las antípodas, pero allí cayó en la trampa de Novak Djokovic en los cuartos de final. Luego encontró consuelo en Holanda, pero a continuación, el paso por el desierto y más tarde por la gira norteamericana sobre cemento dejó el poso de la duda. Sin brío en el juego, se podían comprender las derrotas en Doha —cuartos ante, precisamente, Lehecka— e Indian Wells —semifinales ante el inglés Jack Draper, a posteriori campeón de la cita—, aunque no así la de Miami. Señor topetazo el de ese día.

Entre futbolistas

El belga David Goffin, veterano de 34 años, de gran calidad pero ya descabalgado, le fulminó en el estreno y Alcaraz no acertaba a dar con la explicación: “Venía sintiéndome muy bien, pero después de esta derrota ya no sé qué decir. Esta primera parte de la temporada… Estoy jodido. No sé si en los próximos días voy a analizar o a intentar olvidar. Ya veremos”, expresó el tenista, quien asesorado por su círculo, optó por disfrutar durante una semana de las playas de Cancún y la Riviera Maya en vez de regresar de inmediato a Murcia y comenzar a preparar la gira sobre tierra batida; una maniobra que, desde algunos foros de aficionados, no se terminó de entender.

“Me tiraron mucho hate [odio, en inglés] cuando perdí en Miami. En vez de irme a entrenar preferí descansar y recibí demasiado odio porque mucha gente decía: ¿Qué hace este tipo, que acaba de perder en la primera ronda, sin entrenar?”, explica; “pero esa fue la clave, el estar simplemente cinco o seis días sin coger una raqueta, sin pisar la pista. Desconectar. Y pensar qué debía haber hecho mejor”. A finales de mayo, se añadió además el estreno de su documental, en el que revela sin tapujos que su voluntad es también la de disfrutar del trayecto, pese a la exigencia y los rigores propios del deporte de élite. A su manera, efectivamente. Es decir, vitamínica visita a Cancún.

A juzgar por lo sucedido, aquella escapada le sentó de fábula, porque venció en Montecarlo y posteriormente se adueñó de la gira de tierra; de título en título, hasta este último de Queen’s. Como ya hiciera en México, después de triunfar en París también se dejó ver las redes sociales divirtiéndose en Ibiza, acompañado por el futbolista Sergio Reguilón y varios amigos, o posando también con Íñigo Martínez, zaguero del FC Barcelona. Pertenece Alcaraz a esta última generación de deportistas que exhiben su día a día sin pudor, naturalizando la diversión y alejándose de ese estándar del sufrimiento como vía exclusiva e innegociable hacia la cúspide.

“Mucha gente me pregunta si voy a volver [a Ibiza]. Ojalá… Pero, como ya he dicho, soy un jugador que necesita días libres, días para disfrutar, días para mí; para pasarlos con mis amigos, con mi familia, simplemente para desconectar. Necesito eso, y lo bueno es que lo sé. Los días en Ibiza me ayudaron mucho a sentirme como una persona normal, a disfrutar un poco de la vida y a divertirme para volver a la pista con más energía, con más ganas”, razona, en contraposición a una de las sentencias emitidas en el documental por su preparador, Juan Carlos Ferrero. “Las desconexiones están bien, pero una pequeña parte de tu cabeza debe recordar que eres tenista”, le dice.

Lo es. Y, hoy por hoy, el método le funciona.

MÁS CERCA DEL TRONO DE SINNER

A. C.

El triunfo de Alcaraz en Queen’s, unido al tropezón de Jannik Sinner unos días antes en la primera ronda de Halle, estrechan la pugna por el número uno. El italiano, de 23 años, aún dispone de una renta de 1.130 puntos respecto al español, su inmediato perseguidor, pero ha menguado en 900.

No obstante, en Wimbledon el escenario será muy distinto porque allí, el de El Palmar no podrá sumar nada —en condición de último campeón, debe defender 2.000 puntos— y el líder del circuito podría capturar hasta 1.600 puntos, en caso de ganar.

Alcaraz dejó este domingo su segunda muesca en Queen’s, mientras el kazajo Alexander Bublik se impuso a Daniil Medvedev en el cierre de Halle por 6-3 y 7-6(4). En Berlín, entretanto, se coronó la checa Marketa Vondrousova, quien batió a Xinyu Wang (7-6(10), 4-6 y 6-2) y logró su primer trofeo desde Wimbledon 2023.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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