Alcaraz, de final en final, bate a Bautista y aterriza también en la de Queen’s
El murciano alcanza su quinto epílogo seguido tras un triunfo controlado frente a Bautista: doble 6-4, tras 1h 29m. Se enfrentará a Lechecka, superior a Draper


Cuenta Juan Carlos Ferrero en el podcast PlayGolf que su jugador, Carlos Alcaraz, es capaz de despedir el drive hasta 30 metros más lejos que él; signo evidente de la potencia del brazo derecho del murciano, verdaderamente abrasador. Un día antes, Roberto Bautista era capaz de domar la (descontrolada) impetuosidad del danés Holger Rune, pero esta vez se enfrenta a lo diferente: una bola meteórica que se le viene encima a dos mil por hora y le atropella, por más que el castellonense recule y orden la posición con ese fantástico movimiento de pies. Son dos danzarines en acción, pero el veterano sonríe y lo reconoce, “qué bueno es este chaval”, y sencillamente cumple con su parte. Efectivamente, poco más se puede hacer: doble 6-4, tras 1h 29m.
Inabordable, hoy por hoy, este Alcaraz tan concentrado y tan versátil que lo mismo vence por demolición, por fantasía, por inercia o volteando situaciones tan peliagudas como vivida en la última final de Roland Garros. Resurgió a lo grande ante Jannik Sinner y, tan solo dos semanas después, tendrá este domingo a tiro (15.00, Movistar+) otro título después de una nueva prueba de superioridad contra Bautista. Tiros, recursos y soluciones por doquier, en una ebullición que sigue y sigue porque al margen del italiano, no parece haber adversario capaz de sostenerle el pulso sobre una pista de tenis. Lo intenta con toda su ortodoxa y su buen hacer este último, pero también choca con la versión más confiada, robusta y mejorada del murciano.
Debatido, equilibrado y entretenido este pulso entre ambos, resuelto por Alcaraz con el poderío demostrado desde que el calendario mostrase la hoja de abril. A partir de ahí, 26 victorias y una sola derrota, tres trofeos y ahora, una nueva final, en la que se medirá con el checo Jiri Lehecka (6-4, 4-6 y 7-5 a Jack Draper). Será la 27ª de su carrera, la quinta consecutiva —algo inédito, aunque no disputó el Open de Madrid— y la sexta en los diez torneos que ha disputado a lo largo de esta temporada que, pese al impulso inicial de Sinner en Australia, le pertenece. No hay quien pueda de momento echarle el lazo y su registro sobre césped (90%) continúa disparándose, por encima de los de fenómenos como Roger Federer (86,9%), Björn Borg (83,7%), Pete Sampras (83,5%) o Novak Djokovic (85,7%).
Aumenta la brecha respecto al suizo (63%), el sueco (70%), el estadounidense (67%) o el serbio (73%) si se atiende al promedio en los primeros treinta encuentros en la superficie, y da buena fe de la dimensión que está alcanzando el más que curtido Bautista, otro resignado. A sus 37 años, el castellonense, 43º del mundo, ha visto desfilar ante sus ojos el ramillete mejor considerado entre los fueras de serie; ninguno, probablemente, que reuniera a los 22 años tantas facultades. Si a todas esas virtudes se la añade la de no desconectar mentalmente, como viene sucediendo en los últimos tiempos, el resultado es este Alcaraz plenipotenciario que deslumbra igualmente en tierra que en este preparatorio de Queen’s, antesala de Wimbledon.

En dirección a la final, un nivel creciente y una autoridad prácticamente incuestionable. Jaume Munar fue el que más cerca estuvo, pero a la hora de la verdad, Alcaraz destapó su arsenal y tras un ejercicio impecable ante el gigantón Arthur Rinderknech, llega otro triunfo firme y sereno, controlado, ordenadamente construido y decantado con un par de roturas —una por parcial, al cuarto y al quinto juego, respectivamente—. De nuevo, dígitos notables al servicio, incluyendo 15 aces, y otra exhibición con la derecha, llave maestra para el buen devenir de esta semana. Son 37 golpes ganadores y una superioridad tanto desde la base como en la red, ante la que Bautista replica en su línea; esto es, siempre aguerrido, sin descolgarse, estando todo el rato ahí. Insuficiente.
Cada vez que advierte una situación potencialmente de riesgo, Alcaraz mete una marcha más. Y cierra esta vez el episodio invirtiéndose, con un majestuoso tiro a la cruceta y diciéndole a todo el mundo que la hierba es suya, que aquí también manda él, GrassAlcaraz, el tenista con un pincel en la mano, sensibilidad sin igual en esta nueva era y azote además para los suyos: desde que perdiera contra Rafael Nadal en Indian Wells, en 2022, se ha adjudicado los 15 enfrentamientos contra tenistas españoles. Y recuenta ya 250 victorias, mejorando el promedio del mallorquín a estas alturas —dos derrotas menos, 61-63— y elevándose más y más: ¿Quién puede hoy hacerle frente, si no tan solo Sinner o él mismo? Se lame todavía la herida de París el italiano.
LA CLAVE DEL SERVICIO
El tropiezo de Sinner en el estreno de Halle y la progresión de Alcaraz en Londres le han permitido al español recortar 730 puntos respecto al número uno, situándose a 1.300 del líder del circuito. Este último gobierna desde junio del año pasado, 54 semanas seguidas, pero sufrió un duro varapalo el día 8 en el desenlace de Roland Garros.
Dice Alcaraz que aquella victoria, aún reciente, le ha dado un “impulso extra” y que cada vez se siente más fuerte. Ha enlazado 17 victorias desde mediados de abril, aunque prefiere remitirse exclusivamente a lo inmediato: “Hay que olvidarse del pasado y sentir el ahora, lo que ocurre. Hay que estar muy concentrado”.
En Queen’s apunta a su segundo título, un éxito del que ya solo puede privarle Lehecka. El checo, de 23 años y 30º en el listado, siempre es un adversario peligroso y así lo demuestra el cara a cara entre ambos, igualado (1-1). Fue inferior en 2023, precisamente en Queen’s, aunque niveló en el cruce del curso pasado en los cuartos de Doha.
Se trata de la quinta final de Lehecka, la primera en un ATP 500 —los torneos de tercera categoría—. En su expediente lucen dos trofeos (Adelaida y Brisbane) y aspira a unirse a su compatriota Ivan Lendl, vencedor en las ediciones de 1989 y 1990. El último finalista checo en la gira de hierba fue Tomas Berdych, en Wimbledon 2010.
Rápido y eléctrico en el tiro, el servicio de Lehecka (8.6 en términos de calidad, hasta el pulso con Draper) ha sido el mejor del torneo, según reflejan las métricas de la ATP. En ese sentido, Alcaraz (7.8) ha ido claramente a más, especialmente con los primeros. Si ante Munar tuvo que defender hasta 15 opciones de break, contra Rinderknech y Bautista se blindó; ninguna ante el francés y solo una en la semifinal.
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