Un Mundial de Clubes con luces y sombras: lo mejor y lo peor del torneo que ha terminado alzando el poderoso Chelsea
La buena asistencia a los estadios y las audiencias masivas en Sudamérica chocan con otros ‘peros’: escasa promoción en las ciudades sede y un calor insoportable en el campo


La imagen de Donald Trump engullido por una montonera de camisetas azules al no abandonar el podio en el que entregó el trofeo al capitán del Chelsea Reece James cerró la primera edición del millonario Mundial de Clubes celebrado en Estados Unidos. “Me dijeron que iba a entregar el trofeo y luego salir del escenario. Pensé que se iba a ir, pero quería quedarse”, relataba el capitán del Chelsea en la zona mixta, todavía un tanto anonadado en la zona mixta del MetLife Stadium de Nueva Jersey por el episodio que vivió con el controvertido presidente norteamericano. Este también protagonizó el registro sonoro de la final con los abucheos y silbidos que escuchó cuando hizo acto de presencia junto a su esposa Melania y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
El torneo medía la competencia deportiva de los potentados clubes de Europa frente al resto del mundo, en especial con su clásico rival, Sudamérica, la capacidad organizativa de Estados Unidos con vistas a la Copa del Mundo del próximo verano y el calado mundial y local de una competición novedosa y agendada al final de la temporada para los clubes del norte. La FIFA e Infantino se muestran satisfechos en general de la implantación y del impacto del Mundial de Clubes, pero son conscientes de la necesidad de mejoras, tanto en la logística como en la mera organización deportiva. La asistencia media a los partidos ha sido de 39.547 de espectadores. El promedio es solo superado por la Premier League. El total de aficionados que han acudido a los estadios es de 2.491.462. La final fue el partido con más asistencia con 81.118 espectadores y el de menos billetaje, el Mamelodi (Sudáfrica) ante el Ulsan (Corea del Sur), con 3.412 asistentes. El soccer aún está muy lejos del fútbol americano, del béisbol y del baloncesto, pero ha abierto nicho. En Seattle, uno de sus grandes caladeros, las televisiones repartidas por una amplia cervecería puede servir de fotografía: había doce pantallas de tamaño medio y en ocho de ellas se seguía el partido entre el Inter de Miami y el Palmeiras, pero en las otras cuatro y en la gigante que presidía el establecimiento estaba puesto el béisbol. A la clandestinidad del torneo entre gran parte la población nativa ha contribuido la ausencia de publicidad en las calles y de mercadotecnia. Fuentes de la organización señalan que “la inversión en publicitar el torneo en las ciudades ha sido escasa porque los clubes solicitaron reducir esos gastos para incrementar la bolsa de premios”.
El gran logo de Infantino ha sido el acercamiento a los clubes. Los feedback que ha recibido de todos los clubes participantes es que el torneo tiene mucho recorrido, incluso varios de ellos le sugirieron celebrarlo cada dos años. Esto ahora mismo es inviable porque la guerra con la UEFA sería descarnada, además de no haber hueco en el calendario.
La FIFA temía la imagen de los grandes coliseos estadounidenses con excesivo cemento. El organismo que rige el fútbol mundial tenía asumido que en la primera fase esa estampa se vería, pero los llenos en la mayoría de las rondas han colmado su objetivo. La FIFA tuvo que corregir la política de precios, abaratándolos, porque los iniciales eran muy elevados, principalmente para las clases menos pudientes de las comunidades latinoamericanas y asiáticas, las más entusiastas con el torneo.
El Real Madrid y el Inter de Miami de Messi han sido los mayores ganchos del torneo. Los partidos de ambos clubes fueron los únicos que garantizaron desde el principio el cartel de todo vendido. Las audiencias televisivas no se conocen por la política de privacidad que sigue Dazn, pero este periódico ha podido saber de fuentes de la plataforma que en toda Sudamérica y México el seguimiento ha sido masivo y ha colmado sus aspiraciones de penetración en un mercado en el que era prácticamente anónima. En España, las audiencias bajan respecto a las del otro lado del charco al no haberse retransmitido por un canal convencional de televisión. “Lo más revolucionario del torneo es que los derechos de televisión se vendieron por 1.000 millones de dólares por 63 partidos y lo han podido ver millones de aficionados por streaming gratis”, aseguró un eufórico Infantino en el hall de la Trump Tower. El escenario elegido para el balance del torneo por el mandamás de la FIFA, uno de los símbolos arquitectónicos del liberalismo económico, delata en las esferas en las que se mueve la industria del fútbol para incrementar ingresos. En estos momentos, la gran favorita para organizar la segunda edición del Mundial de Clubes es Qatar.
Las altas temperaturas y la humedad en los partidos disputados a las doce del mediodía y a las tres de la tarde en sedes como Miami o Los Ángeles generaron quejas de algunos jugadores desde el primer momento. “Es imposible. Es un calor terrible, las uñas me dolían. No podía frenar y arrancar. Es increíble”, lamentó Marcos Llorente en el primer encuentro del Atlético de Madrid disputado en Los Ángeles ante el PSG. “El otro día me mareé un poco y me tuve que tirar al piso. Es muy peligroso jugar con estas temperaturas”, apuntó el volante del Chelsea Enzo Fernández tras la semifinal con el Fluminense celebrada en Nueva Jersey.
También las tormentas veraniegas con aparato eléctrico han tenido incidencia en el torneo: provocaron retrasos o interrupciones en cinco partidos. La ley determina que si se registra actividad eléctrica a menos de 13 kilómetros del estadio, la actividad debe detenerse durante 30 minutos o hasta que se produzca otro episodio. El plan de la FIFA con vistas a la Copa del Mundo es cargar el mayor número de partidos posibles en sedes con estadios cerrados por completo como el de Atlanta.
La seguridad también tuvo su protagonismo al coincidir la primera semana del torneo con las protestas en el downtown de Los Ángeles contra la política migratoria de la Administración Trump. El Atlético de Madrid estuvo alojado a escasos metros de los altercados de los vándalos que aprovecharon las manifestaciones para el saqueo de comercios. La alcaldesa de la ciudad decretó el toque de queda entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana. El asunto preocupó a la FIFA, que llegó a cambiar los horarios y la sede de la primera rueda de prensa de Simeone y Luis Enrique por motivos de seguridad.
En lo deportivo, los clubes europeos no han arrasado tanto como se esperaba, pero coparon la final con el Chelsea y el PSG y tres de los cuatro semifinalistas contando con el Real Madrid. Las eliminaciones del Atlético de Madrid en la primera fase, del Inter de Milán en octavos ante el Fluminense y del Manchester City en cuartos de final ante el Al-Hilal saudí han sido las grandes campanadas de la competición. El Fluminense brasileño, con su excéntrico y atrevido entrenador Renato Gaúcho a la cabeza, sostuvo la bandera del fútbol sudamericano hasta la penúltima ronda. Argentina sale perdedora frente a su eterno rival Brasil. Los dos grandes clubes argentinos, Boca Juniors y River Plate no pasaron de la primera fase. Su consuelo fue que sus hinchadas fueron las más numerosas y ruidosas.
En un torneo marcado por la bolsa de 1.000 millones de euros en premios como principal gancho para atraer a los clubes, el músculo financiero ha marcado el paso. El vencedor Chelsea, que se ha embolsado un botín de unos 105 millones de euros, tiene como propietario a Clearlake Capitals, uno de los fondos de capital riesgo con mayor capacidad de acción. El Chelsea hizo el fichaje del campeonato con la contratación antes del torneo de João Pedro, autor de dos goles en las semifinales y uno en la final. Su compañero Cole Palmer fue elegido mejor jugador de un torneo en el que el conjunto de Maresca se impuso al PSG con el mismo estilo con el que el campeón de Europa había deslumbrado y se había convertido en el gran favorito por inalcanzable. Se ha impuesto el paradigma de la presión alta y las transiciones rápidas. El Flamengo de Filipe Luis, el Al-Hilal de Inzaghi o el Monterrey de Domènec Torrent también apostaron por ese modelo. “El antídoto para ganar al PSG es ir a buscarles arriba porque si les dejas tiempo para pensar tienen mucha calidad”, explicó Enzo Maresca al término de la final.
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