Marc Márquez, como un huracán en el GP de Italia

Marc Márquez no tiene límites encima de la Ducati, la mejor moto de la parrilla. El binomio entre el octocampeón español y la fábrica italiana sigue cosechando triunfos y récords de pista en MotoGP, incluso en los trazados que menos sonrieron en el pasado al piloto de Cervera. A sus 32 años, superado el mayor reto de su carrera en forma de cuatro operaciones en el brazo derecho, el catalán sigue en la cresta de la ola, inalcanzable para el resto. El 93 arrasó como si de un huracán se tratara este sábado de competición en el GP de Italia, logrando su octava victoria de nueve posibles en la sprint y triturando el cronómetro para cosechar su pole position número 100 en todas las categorías, la sexta este curso.

El tiempazo centenario de Márquez, un 1:44.169 que rebajó en cuatro décimas el anterior récord de Jorge Martín, ya adelantó que el líder del Mundial, ahora con 35 puntos de margen sobre su hermano Álex, buscaría asestar otro golpe moral a sus rivales en el campeonato. Y vaya si lo hizo. La jornada terminó con otro doblete de la saga familiar de campeones y con Pecco Bagnaia de nuevo decepcionado. A pesar de haber dado un paso al frente en la lucha por la pole, cuestión de milésimas entre los tres mosqueteros de Ducati, y partir segundo en parrilla, el tricampeón italiano tuvo que conformarse con la tercera posición en su carrera de casa.

A 98 puntos ya del referente absoluto del certamen, e incapaz de situarse ni siquiera al nivel de la Desmosedici GP satélite de Álex Márquez y el equipo Gresini, el turinés pasó de ver el vaso medio lleno a medio vacío en apenas 11 vueltas. Si bien una confusión del ganador animó el cotarro en las primeras vueltas, su remontada resultó una vez más demoledora para la moral del resto y también para unas gradas divididas. El público volvió a abuchear a Marc, archienemigo del ídolo local Valentino Rossi, que, sin embargo, quiso centrarse en aquellos que sí le aplaudieron este sábado.

“Ha habido un poco de todo, me he percatado. Espero que los que hayan aplaudido hayan disfrutado la remontada, ya que hemos brindado un buen espectáculo y esto es lo bonito del motociclismo”, comentó el gran triunfador de la jornada. “No sé qué ha pasado en el inicio, he tenido una confusión con el control de salida, no sabía si lo había puesto o no, pero lo hemos salvado y ha quedado en anécdota”, añadió.

Márquez llegó a verse séptimo en la arrancada, pero ya en la primera curva pudo situarse tercero a rebufo de Pecco Bagnaia y Álex, sus dos perseguidores en la tabla mundialista. En la segunda vuelta, en la frenada más brutal del campeonato, donde los pilotos pasan de los más de 350 km/h a menos de 100 en apenas 300 metros, los tres cabecillas de Ducati llegaron en paralelo y Marc intentó colarse por medio. Se coló lo suficiente para que sus rivales le ganaran esa pequeña batalla, y luego fue Álex quien tomó el mando en la siguiente curva, llegándose a tocar con el italiano.

Marc rebasó también sin problemas a Bagnaia y tardó otro par de vueltas en meterle la moto a su hermano en la primera frenada, escapándose luego sin demasiados apuros para rematar otro sábado perfecto, y ya van unos cuantos este año.

“Estoy algo decepcionado, quería dar un poco más a la afición. Esta temporada no me están saliendo las cosas como sé que las puedo hacer, pero seguimos trabajando”, lamentó Bagnaia, que aun así recibió el calor de una afición entregada al ganador de las tres últimas ediciones del gran premio. Álex Márquez, por su lado, se mostró contento por haberlo intentado e insistió en que su gran baza es la constancia, la misma que usó Martín el curso pasado para llevarse el título.

En una carrera sin más sustancia después del inicio movidito, las caídas de Brad Binder y Pedro Acosta fastidiaron la jornada a KTM, que sí pudo celebrar la cuarta plaza de Maverick Viñales, el primero del resto. Una vez más, las Ducati demuestran que no tiene todavía rivales, y más cuando cuentan con el gran dominador de la categoría reina.