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Teledeporte
  • Ben Healy EFE 4h:24:10
  • Quinn Simmons LTK +02:44
  • Michael Storer TUD +02:51

Ben Healy se impone en solitario en la sexta etapa del Tour de Francia

Van der Poel recupera por un segundo el maillot amarillo que tenía Pogacar tras la contrarreloj

Ben Healy Tour de Francia
Carlos Arribas

Si no fuera por los normandos, que les invadieron y les cultivaron un poco con francés y latín de palabras largas y sensuales, los ingleses seguirían hablando en monosílabos primarios, bélicos, tan bárbaros, y quizás ni sabrían lo que es el Tour, ni lo entenderían más allá de lo que se ve a simple vista, ellos, anglosajones que conquistan de vuelta la etapa normanda y la quieren convertir en su trofeo.

La tercera etapa para boxeadores, pues así se disputan a golpes, las clásicas en colinas, bosques y viento —cinco cuestas de tercera, una de cuarta, un muro en meta, y un sol Tour de verdad, calor por fin— podría resumirse, en dos frases: Tadej Pogacar cede voluntaria y provisionalmente, por 1s, tan bien calculado, el maillot jaune a su amigo Mathieu van der Poel, que entra en la fuga de ocho y solo lo quiere para ganar de amarillo el viernes en el Mûr de Bretaña, allí donde se vistió por primera vez con el maillot de líder hace cuatro años, y lloró por su abuelo Poulidor; y solo podía ganarla Ben Healy, de 24 años, el irlandés enamorado y torcido, un diablo encantador con inteligencia de campesino, y perseverancia de minero, alma de clasicómano duro, y osadía, que ataca a sus compañeros a 40 kilómetros de la meta por la cuneta izquierda en una recta escasa con un alto talud y crecido sembrado de maíz que le protege del viento. “La fuga es un juego mental. Intento esforzarme en las subidas, tomármelo con calma en las bajadas, y eso parece estirar poco a poco el elástico y les hace caer a los que me siguen en una falsa sensación de seguridad, supongo”, explica el inteligente Healy, maillot rosa EF, bocamangas tricolores, naranja, blanco, verde, dorsales arrugados que solo imperdibles evitan que vuelen libres sobre un mono de contrarreloj resbaladizo, como el también obsesivo Marc Gómez cuando ganó la San Remo en fuga imposible, cadena engrasada con grafeno, tubulares de crono, y casco aerodinámico: 45,8 de media, un día de 200 kilómetros sin llano. “Y así es como consigo abrir hueco”.

La fuga, parida con dolor y tremendo esfuerzo en el kilómetro 70, es mucho jugo anglosajón, dos celtas y dos tutti fruti: un colombiano, Harold Tejada, el holandés universal Van der Poel, y dos irlandeses (Healy y Eddy Dunbar, pálido) dos estadounidenses (el hippy de Durango Quinn Simmons, pelos y barbas de los Creedence, y el cowboy taciturno de las praderas de Boise, Idaho, Will Barta), Simon Yates, un inglés gemelo de Bury, junto a Manchester, y Michael Storer, australiano de Sídney.

Ni un galo ni un normando se cuecen bajo el sol en la fuga, maillots de sal y bolsas de hielo en el cuello, geles granizados para enfriar el cuerpo a partir del esófago. Los herederos culturales del Tour, los conquistadores, se dejan conquistar por gentes que hace nada ni imaginarían lo que la carrera puede herir el alma sensible de Guillaume Martin Guyonnet, piel emocionada, en una etapa como la que sale de Bayeux, donde los niños aprenden historia leyendo un tapiz tejido hace más de 1.000 años, que es un comic con las aventuras de Guillermo, su rey conquistador hasta la batalla de Hastings, que es un chiste, y atraviesa el bocage normando, los bosquecillos de su infancia, fresnos, robles, olmos, y setos en los que se multiplican los pájaros carpinteros, el paisaje literario, que él, escritor ciclista que corre el Tour con el Groupama y su barba bohemia, recrea en la novela histórica La gente que sueña, la vida de sus antepasados hasta su padre, y la suya propia, y es tan radical, amante de sus raíces, que se inscribe en la UCI con los dos apellidos, paterno y materno.

Todo el pelotón embrutecido por el culto al rendimiento y la tecnología que les educa y desarraiga debería envidiarle solo por existir, por permitirse describir un escenario y luego atacarlo, y besar por donde pisa su bici, pero como mucho le permiten una fuga de unos segundos para que pase solo por delante de la entrada a la finca en la que reconstruye una torre medieval piedra a piedra y cría asnos.

Solo Ben Healy, un irlandés, heredero de San Patricio y el catolicismo celta, no de Beda el venerable, y la cabeza a pájaros, libre, tiene la sensibilidad suficiente para interpretar los sentimientos de Martin Guyonnet, liberar el Tour de quienes lo secuestran y reducen con cálculos y tácticas de astucia. El epitafio del On the Road de Kerouac que abren la novela del escritor ciclista parecen escritas, al menos, pensando en él, el irlandés que una Amstel se empeñó en hacer sufrir a Pogacar: “Mi vida de mierda empezó a bailar ante mis ojos, y comprendí que, hiciera lo que hiciera, en el fondo, perdía el tiempo, así que más valía elegir la locura”.

Clasificación General
pos ciclista Equipo Tiempo
1
Ben Healy
EFE 4h:24:10
2
Quinn Simmons
LTK +02:44
3
Michael Storer
TUD +02:51
4
Edward Dunbar
JAY +03:21
5
Simon Yates
TVL +03:24
6
Will Barta
MOV +03:29
7
Harold Tejada
XAT +03:52
8
Mathieu van der Poel
ADC +03:58
9
Tadej Pogacar
UAD +05:27
10
Jonas Vingegaard
TVL +05:27
pos ciclista Equipo Tiempo
1
Mathieu van der Poel
ADC 21h:52:34
2
Tadej Pogacar
UAD +00:01
3
Remco Evenepoel
SOQ +00:43
4
Kévin Vauquelin
ARK +01:00
5
Jonas Vingegaard
TVL +01:14
6
Matteo Jorgenson
TVL +01:23
7
Joao Almeida
UAD +01:59
8
Ben Healy
EFE +02:01
9
Florian Lipowitz
RBH +02:32
10
Primoz Roglic
RBH +02:36
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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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