Periodismo bajo el apagón
La previsión logística de la empresa y el compromiso de los trabajadores hicieron posible que EL PAÍS llegara puntualmente a los lectores


EL PAÍS logró llegar puntualmente a sus lectores, pese al apagón sin precedentes que España vivió el pasado lunes. Solo faltaron el crucigrama de la edición de papel, la viñeta de Flavita Banana (que llegó justa a la edición de Madrid) y algún columnista que fue sustituido, porque los originales no pudieron ser entregados. “Hicimos un periódico prácticamente normal”, explica el subdirector Ricardo de Querol. “Con todos los esfuerzos de un evento de alto impacto”.
En ocasiones como esta en las que hay escasa información, resulta vital salir a la calle, porque el periodismo se pone al servicio del ciudadano. Fue posible por la previsión logística de la empresa editora, PRISA Media, y el compromiso de los empleados de todas las áreas, algunos de los cuales duplicaron sus turnos o caminaron durante horas para no faltar a su puesto. Esta es la explicación de cómo se hizo el periódico, pese al colapso eléctrico:
Plan Meteorito. Con este nombre se conoce internamente el plan de contingencia con el que, desde hace años, EL PAÍS se prepara para anticipar situaciones de extrema gravedad. Existen varios niveles, pero se considera el grado máximo el supuesto de que un meteorito caiga sobre la sede central en Madrid y destruya sus instalaciones. El plan detalla cada paso de acción. Y, aunque suene apocalíptico, tenerlo listo permitió durante la pandemia pasar en muy poco tiempo al teletrabajo, gracias a un sistema de hiperconexión. Esta vez, ocurrió lo contrario: primó la presencialidad porque las comunicaciones no funcionaban bien. Desde el principio, se consideró que era posible que todo fallara y, se alertó a Jan Martínez Ahrens, director de América, para que su equipo estuviera preparado por si debía hacerse con el control, pese a que en México no habían dado aún las cinco de la mañana.
Energía. A las 12.33 horas, el apagón se sintió en la Redacción central de Madrid. Apenas 45 segundos después, volvió la luz a las instalaciones, mientras la Península Ibérica se apagaba. El director general de prensa de PRISA Media, Juan Cantón, explica que un sistema de baterías se conecta automáticamente cuando no hay suministro. Normalmente un generador alimentado con gasolina permitiría recargarlas, pero el abastecimiento no estaba garantizado porque las gasolineras no prestaban servicio. Dado que su capacidad se limita a 24 horas y se desconocía cuánto duraría la crisis, se impuso el ahorro. Se apagó todo lo que no era imprescindible: del aire acondicionado a la iluminación de las instalaciones. Los redactores teclearon durante horas a oscuras, con la única luz de sus pantallas.

Papel. Cuando Red Eléctrica anunció que el servicio tardaría en volver entre seis y diez horas, la dirección llegó a temer por la edición de papel. La horquilla más larga comprometía la posibilidad de llegar a tiempo a las rotativas, incluso si, como hace años, un motorista llevaba un pendrive a cada planta de impresión. Para reducir riesgos se redujo el periódico de 48 a 40 páginas y se adelantó el cierre. Aunque las rotativas contaban con grupos electrógenos, la inquietud, explica Cantón, era que se retrasara la edición y, al llegar a las plantas, estas hubieran agotado sus reservas.
Comunicaciones. El servidor que da soporte a la página web de EL PAÍS está en el extranjero y eso era una garantía. Pero, aunque la red de Telefónica funcionó en todo momento en la sede principal, la preocupación era que se cortaran del todo las comunicaciones, muy inestables en el exterior. Mientras, reporteros y fotógrafos pateaban las calles en busca de historias, de la misma manera en que se hacía en el siglo pasado, sin una conexión constante con sus jefes a través del móvil. Entregar el trabajo solo era posible volviendo a las sedes o conectándose a una wifi que funcionara. En Barcelona y el resto de las delegaciones, los reporteros podían ir y venir a pie. En Madrid, la Redacción está lejos del centro y los atascos y el cierre del metro complicaron el acceso. El periódico está en deuda con colaboradores como Jorge Ron, que no dudó en acudir, pese a las dificultades, a entregar en mano el mapa del tiempo.
Fuentes. ¿Cómo se consigue información cuando no van bien los teléfonos ni Internet? Con las fuentes oficiales se pudo contactar fácilmente, con llamadas o audios de WhatsApp. Los organismos e instituciones públicas y muchas empresas tenían luz, porque contaban con generadores. Jesús Sérvulo González, redactor jefe de Economía, explica que muchos departamentos de prensa estaban disponibles por teléfono, otra cosa es que ofrecieran información. Más difícil fue contactar con fuentes no institucionales, porque dependía de que estuvieran en un área con cobertura. Por eso, en estas circunstancias, los periodistas se volcaron en narrar lo que sucedía en la calle. Inma Carretero, redactora jefa de España, agradece que en el Congreso o en el Tribunal Supremo, donde se suspendió la actividad, permitieron a los periodistas quedarse allí hasta tarde para terminar sus crónicas.

Aluvión. Ahora es fácil ver los fallos y cómo se podía mejorar la cobertura, pero, sin minimizar las dificultades, de toda situación extraordinaria hay que extraer aprendizajes. El espacio limitado en el papel fuerza a seleccionar, pero en la web es fácil caer en la repetición y el aluvión de contenido si no hay control. He contado hasta seis informaciones en las que reporteros diferentes recorren Madrid durante el apagón. También se duplicaron las dedicadas al poder de la radio. Varios mandos del periódico coinciden en que echaron de menos una mejor organización del flujo: hubo coordinación para repartir tareas, pero no una visión final de conjunto.
Audiencia. Los lectores respondieron con creces al esfuerzo del periódico. Los datos de lectura en la web fueron similares a los del día de la dana, teniendo en cuenta que entonces la conexión era completa, explica Cristina Delgado, subdirectora de la edición digital. Cuando el lunes por la noche se recuperó el suministro, la avidez de información se hizo notar y el tráfico se disparó hasta los niveles de un día normal por la mañana. Al día siguiente, todavía más. Esta ha sido la mejor de las recompensas.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).
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