Sotheby’s vende un meteorito por más de 4 millones de euros, ¿qué esconde este mercado de piedras?
La comunidad científica se queja de la opacidad de estas ventas y compite con los cazatesoros de estos cuerpos celestiales

Las últimas dos semanas de julio, las casas de pujas suelen aprovechar para rematar obras que no tienen tanto interés entre el público. En la subasta de minerales y meteoritos del pasado jueves 17, en la sala de Nueva York, Sotheby’s impactó al mundo de estas piedras marcianas al colocar NWA 16788, de 24,67 kilogramos, la pieza más grande (374,7 x 279,4 x 152,4 mm) procedente de Marte encontrada en la Tierra, por 5.296.000 dólares (4.556.000 euros).
La venta millonaria ha reavivado el debate sobre el mercado de estas piedras, que en Estados Unidos y en algunos países europeos, como Francia o Inglaterra, es una verdadera afición que se mezcla con el negocio (hay empresas especializadas). Sotheby’s subastó unos 50 ejemplares por los que ingresó 7.920.000 euros (unos 6,8 millones de euros). Como negocio, no es un juego. Además, en España, a diferencia de la paleontología o la arqueología, no existen leyes que impidan su tráfico.
Su valor está sujeto al engaño y al fraude, plantean los especialistas consultados. Muy pocos saben que incluso algunos “expertos venden de forma anónima las coordenadas de donde han caído a coleccionistas y marchantes”, narra en el prólogo de Meteoritos Jordi Llorca Piqué, catedrático de Química de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
El meteorito de Marte vendido por Sotheby’s se encontró en 2024 en la remota región de Agadez (Níger) por un cazador de estos cuerpos celestes. “Tiene un valor incalculable, nosotros seríamos felices si pudiésemos estudiarlo, no necesitamos un kilo, nos ‘conformamos’ con unos pocos gramos”, apunta Pablo Santos Sanz, investigador en el Instituto de Astrofísica de Granada. “Estamos hablando de una carambola cósmica”.
Dónde están
La manera más fácil de encontrarlos es cuando caen en un desierto porque resultan muy visibles. Hay unos 80.000 clasificados. “No conocemos el lugar preciso de su procedencia. Los meteoritos son fragmentos de otros cuerpos que fueron arrancados hace miles de años por un impacto. Es como hacer un puzle sin saber la imagen que esconde y ni tan siquiera conocer si poseemos todas las piezas. Por esto es tan importante seguir recuperando meteoritos”, añade Llorca. Su valor científico sirve, por ejemplo, para descifrar el origen y la evolución del Sistema Solar o incluso del cercano Sol.
En el libro Meteoritos. Origen, Naturaleza y Régimen Jurídico, publicado por la editorial Colex bajo la coordinación de Elisa Celia González Ferreiro, experta en Derecho Espacial, con más de 300 páginas y especial interés en la falta de regulación española, se dan más pistas de la importancia de los meteoritos. Los más frecuentes se hallan en el famoso cinturón de asteroides que se sitúa entre las órbitas de Marte y Júpiter. Ahí son habituales los choques y que, por lo tanto, algunas piedras terminen en la Tierra.

“Sin embargo, los que resultan muy raros son aquellos procedentes de Marte o la Luna. La razón es sencilla. Hace falta un enorme choque que los lance fuera de su atmósfera y lleguen hasta nuestro planeta”, destaca Rafael Lozano, técnico superior especialista de Organismos Públicos de Investigación en el Instituto Geológico y Minero de España dependiente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). “Su importancia”, ahonda, “es tan extraordinaria que la edad exacta de la Tierra la hemos obtenido a través de un meteorito”.
Diversos institutos de Astrofísica trabajan a partir de una red común cuyo fin es triangular el lugar de la caída. Generalmente, son esos objetos muy luminosos que llamamos bólidos. Cuantas más instituciones ayuden en esta triangulación, más fácil será encontrarlos.
Jordi Llorca se cuestiona: “¿Qué es preferible, premiar a los buscadores para conseguir nuevos meteoritos o que no se recuperen jamás?”. España, asegura el experto, tiene un historial relativamente rico en caídas recientes de meteoritos y, en todos, ha habido problemas con su recuperación, propiedad y custodia. Tal es el caso de los meteoritos de Villabeto de la Peña (Palencia, 2004), Puerto Lápice (Ciudad Real, 2007) y más recientemente Traspena (Lugo, 2021). “He sido testigo de actitudes muy negativas tanto por parte de buscadores como de científicos y lugareños, que no han hecho más que entorpecer su recuperación y estudio”, se queja Llorca. “Incluso muchos meteoritos cuando se encuentran se esconden y se venden de forma anónima”.
Bastantes expertos se quejaban de que los coleccionistas de dinosaurios no eran más que ladrones de tiempo ya que en el salón de un multimillonario, sin poder ser estudiados, solo eran eso, huesos fosilizados. Algo parecido sucede con los meteoritos. En este caso, antes de que el hombre alcance Marte y pueda estudiar su superficie, ya hay objetos que llegan desde millones de kilómetros a enormes velocidades. Habrá unos 44. Y si permanecen en colecciones privadas, sin ser estudiados, se transforman en piedras.
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