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El Thyssen de Málaga reivindica la figuración española del posfranquismo

La exposición ‘Pintura liberada. Joven figuración española de los 80′ reúne 30 obras firmadas por 23 artistas como Miquel Barceló, Guillermo Pérez Villalta o Carlos Alcolea

'Escena. Personajes a la salida de un concierto de rock' (1979), de Guillermo Pérez Villalta. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

El cuadro se titula Escena. Personajes a la salida de un concierto de rock. Pintado por Guillermo Pérez Villalta en 1979, podría ser un retrato de los artistas que en el inmediato posfranquismo se entregaron a una figuración en la que narraban sus ansias de diversión y de futuro. Los colores más salvajes y llamativos servían para fundir música con poesía o cine, un cóctel con el que querían romper con todo lo anterior y acercarse a lo que sus colegas hacían en Europa o Estados Unidos. La obra de Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 77 años) es el punto de arranque de una de las exposiciones más llamativas del verano: Pintura liberada. Joven figuración española de los 80, que hasta el 14 de septiembre se puede ver en el Palacio de Villalón del Museo Thyssen de Málaga. Son 30 obras firmadas por 23 artistas prestadas por instituciones y coleccionistas que, en parte, también formaron parte activa del resurgir creativo de aquellos años, como es el caso de Pedro Almodóvar.

Lourdes Moreno, directora artística del museo y miembro del equipo de comisarios que ha organizado la muestra (Bárbara García y Alberto Gil), se aventura a identificar a los artistas que aparecen en el mural narrativo de Pérez Villalta, un préstamo del Reina Sofía. En la parte superior del lienzo posa, cigarrillo en mano, Tesa Arranz (del grupo Zombies). Sujeta el marco Javier Pérez Grueso (Radio Futura). Bajo la escalera gatea Alaska (Kaka de Luxe). Bajando por los peldaños se reconoce a Miguel Ordóñez ( Zombies), con camisa de rayas Edurne (Zombies) y a su lado José Luis Barrionuevo (El Bola). A la derecha, apoyado en su guitarra está Bernardo Bonezzi (Zombies) y le sujeta Manolo Campoamor (Kaka de Luxe). Agachado está Carlos García Berlanga (Kaka de Luxe). Al fondo se autorretrata Guillermo Pérez Villalta y en la parte superior del cuadro sobrevuela Herminio Molero (Radio Futura).

La directora del Thyssen cuenta que han querido mostrar un mosaico heterogéneo de la pintura figurativa de los años ochenta que se convirtió en símbolo de la nueva modernidad nacida con la Transición y la llegada de la democracia: “Era el momento de apertura de nuestro país. Se produjo una pintura colorista, festiva y sin propósito político, con temáticas cercanas a las vivencias de los creadores”.

'Los borrachos' (1978-1979), de Carlos Alcolea. Colección Museo Helga de Alvear, Cáceres.

Ante las llamaradas de color de Los borrachos (1979/80) de Carlos Alcolea, El alcohólico (1974) de Luis Gordillo o Dos travestis (1986) de Juan Antonio Aguirre, Lourdes Moreno relata que en aquella etapa de transición hubo una tremenda explosión de creatividad que tuvo su reflejo en las artes plásticas y también en un naciente ecosistema cultural con nuevas galerías, algunas de la década anterior —Amadis, Buades, Edurne, Vijande, La Máquina Española, Juana de Aizpuru o Soledad Lorenzo—.

Las 30 obras que se exponen en Málaga no dejan de formar una visión reducida de lo que fue aquella joven figuración española. Moreno es consciente de que son muchos más, pero su espacio es limitado. “Hemos escogido”, argumenta, “aquellas propuestas que estuvieran en una onda similar, en cuanto a una figuración vitalista, de colores ácidos y brillantes, Las afinidades electivas han determinado la selección, por cierto, con un gran número de artistas andaluces”.

Barceló en Kassel

En el recorrido está la obra Mapa de carne (1982), un lienzo de gran formato con el que Miquel Barceló (Felanitx, Baleares, 68 años) participó en la Documenta de Kassel de 1982. Tenía solo 25 años y tales ganas de triunfar que su presencia en la ciudad alemana supuso el comienzo de una imparable carrera internacional.

'Mapa de carne' (1982), de Miquel Barceló. Colección de Arte Contemporáneo Fundación “la Caixa”.

Salvo algunas excepciones, los artistas de aquella nueva figuración no han tenido grandes escaparates institucionales que les sirvieran de consagración. Los informalismos y nuevos conceptualismos, junto a soportes como la instalación o la fotografía, les han dejado poco espacio. Pero la recuperación parece estar en marcha.

En Madrid, la galería Guillermo de Osma dedica hasta finales de julio una exposición centrada en los primeros atisbos de la Nueva Figuración Madrileña. Centrada en la Colección Javier Sapena de los años setenta, el gran coleccionista de este periodo, muestra 17 obras fechadas entre 1970 y 1975. Están Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Manolo Quejido, Herminio Molero, Rafael Pérez Mínguez y Guillermo Pérez Villalta, entre otros.

Redescubrimientos

También ahí, como en Málaga, se echan en falta nombres. Juan Manuel Bonet, profundo conocedor de este periodo, dice que aquel fue un momento muy especial. “Si Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, Carlos Franco, Juan Antonio Aguirre o Chema Cobo han terminado siendo figuras indiscutibles”, opina Bonet, “todavía falta, parece mentira, una exposición que fije al fugaz meteorito que fue Rafael Pérez Mínguez. Y debería mirarse más a Sigfrido Martín Begué, y tampoco se ha hecho todavía una grande de Herminio Molero. Fue un movimiento que irradió sobre mucho de lo mejor que vino después. Pienso en Dis Berlin y sus metafísicos, los ‘hijos pródigos’. Movimiento en que, por mi parte, creo que está pendiente de ser redescubierta una figura tan singular y meteórica como Luciano Martín, que terminó abandonando la práctica del arte y dedicándose a la publicidad”.

'Viaje al Monte Negro' (1984), de Patricia Gadea. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

Ausentes en los museos

Manuel Fernández Braso, de la galería madrileña del mismo nombre, explica que trabajan habitualmente con tres de los artistas expuestos en Málaga: Alfonso Albacete, Alfredo Alcaín y Guillermo Pérez Villalta.

Ante la ausencia de esta generación en los museos, el galerista responde que “las razones por las que estos artistas gozan de un amplio reconocimiento por parte del público y de los coleccionistas son las mismas por las que una parte de la oficialidad los rechaza. La mirada libre y desprejuiciada, el oficio del pintor que pinta y el discurso abierto, ambiguo y no invasivo conectan, entretienen y convencen a muchos ciudadanos y amantes del arte, pero no apuntalan ideologías ni dogmas”.

Fernández Braso está convencido de que estos artistas se llevan el premio del público al tiempo que son ninguneados por una gran parte de la oficialidad, por el gran jurado. “Afortunadamente la valoración está cambiando”, añade. “Las nuevas generaciones de gestores y comisarios son, curiosamente, quienes más están reivindicando la importancia histórica y la vigencia de su pintura en la actualidad. La exposición Pintura liberada en Málaga”, concluye, “es solo el comienzo. En los próximos años los integrantes de la joven figuración española de los 80 serán objeto de estudio y exposición, individual o colectivamente, de los museos y centros de arte nacionales más importantes”.

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