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Bruselas plantea el fin del programa LIFE, clave en la supervivencia del oso pardo y el lince en las últimas tres décadas

La Comisión pretende integrar los recursos del plan en el Fondo Europeo de Competitividad, lo que deja su futuro en manos de los Estados y alarma a los conservacionistas

Un lince ibérico en la sierra de Andújar, en 2024.

El borrador de presupuestos de la Comisión Europea para 2028 —que todavía tiene que ser negociado durante los próximos dos años— pretende poner fin, tal como existe ahora, al programa LIFE, dedicado a invertir en acciones beneficiosas para el medio ambiente, la naturaleza o el clima. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, en sus 33 años de vida este programa ha financiado 6.000 proyectos, de los que 1.052 han estado liderados por entidades españolas, y han sido clave para recuperar especies como el lince ibérico, el oso pardo, el quebrantahuesos o el águila imperial, así como para restaurar humedales y otros ecosistemas. Bruselas propone ahora integrar esta partida en un futuro macro Fondo Europeo de Competitividad, con una responsabilidad última que dejaría en manos de los Estados. Esto alarma a las ONG conservacionistas, que consideran que eso supondría desmantelar una herramienta de trabajo fundamental para la biodiversidad.

Si la Comisión se sale con la suya, el programa LIFE desaparecerá como capítulo independiente. Al igual que otros 14 programas, el Ejecutivo europeo ha propuesto, en su proyecto de Marco Financiero Plurianual (MFP), integrar a partir de 2028 a LIFE en un macro Fondo Europeo de Competitividad. Uno de los argumentos usados por Bruselas para fusionar todos los programas es que el gasto de la UE está “diseminado en demasiados programas que se solapan, muchos de los cuales buscan financiar la misma cosa, pero con requerimientos diferentes y dificultades a la hora de combinar de manera eficiente la financiación”.

Bruselas subraya que la propuesta es un ejercicio de “consolidación” que hará que los programas “relevantes” de la UE se reúnan en un solo fondo con una “orientación estratégica” que busque “priorizar políticas en vez de programas”. Claro que las prioridades señaladas por la Comisión se centran más en la “competitividad” y “productividad” que tanto obsesiona a Europa estos días que en la cuestión ambiental. Sobre esta, el informe de impacto de la propuesta se limita a decir que “el impacto ambiental está estrechamente ligado a la priorización de la descarbonización y la industria limpia como sectores y tecnologías clave”. Un foco que “debería llevar a un impacto positivo en medio ambiente y en el camino de la UE hacia la descarbonización”, insiste.

Una hembra de oso pardo, en la cordillera Cantábrica.

El fondo LIFE ha financiado unos 6.000 programas, con un presupuesto hasta 2027 de unos 5.500 millones de euros (unos 800 millones al año). Fuentes comunitarias afirman que la integración de este programa no supone ni su fin ni que cambien fundamentalmente sus objetivos, sino la forma de lograrlos. Estos fondos ya no estarán solo bajo la dirección de Bruselas, sino que una parte sustancial estará bajo competencia nacional, con los denominados “planes de asociación nacionales y regionales para inversiones y reformas”. Es decir, serán los Estados los que deberán decidir si siguen financiando programas como por ejemplo el icónico sobre el lince en España. La Comisión defiende además que el MFP prevé una inversión significativa —el 35% de su presupuesto total, que asciende a casi dos billones de euros— en materia de medio ambiente.

Nada de eso convence a las ONG conservacionistas. “Si finalmente se elimina, se desmantela una línea de trabajo que ha sido fundamental para conservar la biodiversidad, con proyectos pioneros que han tenido un impacto evidente. No hay una gran especie que no haya recibido fondos LIFE: el lince ibérico, el oso pardo, el quebrantahuesos, el águila imperial…”, resume Luis Suárez, experto en conservación de WWF.

Eduardo de Miguel, director de Global Nature, tercia: “El programa nació en 1992 utilizando un extra de dinero que quedó tras redondear el presupuesto de la Política Agracia Común (PAC). En el periodo 2021-2027 el presupuesto de la PAC es 72 veces superior al LIFE, que es el 1,3% del presupuesto de la PAC. Sin embargo, con esa pequeña cantidad ha financiado 6.000 proyectos en toda Europa, con los que se han restaurado miles de hectáreas y se ha ampliado la Red Natura 2000”. Y añade: “la cofinanciación ya se realiza, los países aportan en torno al 50%. Son fondos que han servido para capitalizar la conservación en España, generando economía y puestos de trabajo”.

“Eliminar el LIFE tendría consecuencias catastróficas para la biodiversidad”, resume Juan Carlos Atienza, de SEO/Birdlife. Y apunta que, a diferencia de lo que se cree, las entidades ambientalistas no son las principales beneficiarias del programa. “Si revisamos en la web de la Comisión a dónde han ido destinados los fondos del LIFE, 2.804 millones han recaído en las administraciones públicas; 2.455 han llegado a las empresas; 1.613 se han otorgado a fundaciones, mientras que solo 937 han llegado a las ONG”.

Esto se entiende mejor cuando se ve cómo funciona este programa. “Los fondos permiten trabajo a varios años con una cantidad importante de dinero, normalmente con la obligación de juntar a varias entidades, empresas y administraciones en proyectos colectivos”, resume Suárez, de WWF. “Ofrecen una subvención de al menos un millón de euros, pero normalmente se financia el 50%, y el resto hay que buscarlo con otras administraciones y empresas”, continúa. Y pone como ejemplo el lince ibérico, para el que se han subvencionado cuatro programas con los que ha pasado de tan solo 100 ejemplares —peligro crítico— a 2.400 —estado de conservación favorable—.

Guillermo Palomero, director de la Fundación Oso Pardo, señala: “Estos fondos han sido determinantes para recuperar el oso pardo en España. Nosotros hemos disfrutado de 13 proyectos LIFE desde 1992 —11 los hemos liderado y en otros dos hemos colaborado— que hemos utilizado para conservar la especie, mejorar sus hábitats y ahora impulsar la coexistencia con los humanos”. Uno de ellos trata de disuadir a los ejemplares para que no se habitúen a las interacciones con las personas.

Coordinación europea

“Estos programas son muy sólidos, no se los dan a cualquiera, y priman que se genere un conocimiento transferible, es decir, que se pueda aplicar en otros lugares de Europa”, prosigue Palomero. “En nuestro caso, esto ha generado una red de contactos muy amplia con todas las áreas de la UE donde hay osos, con lo que se hacen reuniones de coordinación, hablamos de los problemas y los retos y nos copiamos las estrategias de éxito”, añade. Esa sinergia se perdería con fondos nacionales o autonómicos que solo financiaran proyectos pequeños.

No solo ha servido para estas especies. “Nosotros hemos trabajado en especies menos emblemáticas, como el carricerín cejudo, un pajarillo que cría al norte de Alemania y cuya ruta migratoria pasa por España. Con los LIFE hemos recuperado humedales que suele usar. También hemos trabajado en la conservación de aves que viven en espacios agrarios, como el sisón, en colaboración con los agricultores”, apunta De Miguel, de Global Nature.

Si la supresión se culmina, también supondrá un agujero para algunas ONG, sobre todo las más pequeñas. “En nuestra entidad los fondos LIFE representan entre el 25 y 30% de los ingresos. En las más pequeñas pueden llegar al 50%. Una parte importante del sector se ha mantenido y ha crecido gracias a este programa”, añade.

Hay además una desconfianza que viene de largo. Porque el programa LIFE lleva meses en la mira de las facciones más conservadoras y de extrema derecha del Parlamento Europeo, quienes en su estrategia de acabar con el Pacto Verde europeo, han acusado a las ONG medioambientales de actuar como lobbies en nombre de la Comisión. Unas ONG que se financian, en buena parte, a través del programa LIFE, que tiene hasta ahora unas “subvenciones de funcionamiento” que suponen una parte ínfima del presupuesto total de la UE: en el actual programa, se limitan a 15,6 millones, el 0,006% del presupuesto total de la Unión. En suma, las entidades ambientales temen una reducción del gasto en medio ambiente, además de la falta de condicionalidades medioambientales significativas para el gasto general europeo.

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