El megacohete Starship de Elon Musk logra llegar al espacio antes de estallar por tercera vez consecutiva
El fracaso del noveno vuelo de prueba, que despegó con éxito antes de que SpaceX perdiera el control, supone un nuevo revés para los planes del magnate de llegar a Marte
El cohete Starship, el más grande y potente que la humanidad ha conocido, logró este martes alcanzar el espacio, antes de estallar por tercera vez consecutiva. No lo hizo, como en las dos pruebas anteriores, sobre el océano Atlántico, sino mucho después sobre el Índico. De hecho, despegó con éxito. Después, SpaceX, empresa astronáutica propiedad de Elon Musk, dijo que había perdido el control de la aeronave tras algo que describió como un “desmontaje rápido no programado”. La compañía comunicó lo que eso suponía: el cohete no regresaría a Tierra, como estaba previsto. Finalmente, el artefacto acabó estallando.
El despegue, desde el punto más meridional de Texas, se produjo a eso de las 18:37 (1.37 hora peninsular española). Salió desde Starbase, que es al mismo tiempo la base espacial de SpaceX y un municipio de reciente fundación en la playa de Boca Chica, cerca de la frontera con México.
La enorme estructura dibujó una estela limpia y se elevó sobre el golfo de México (que ahora el presidente Donald Trump, amigo de Musk, ha ordenado que se rebautice como golfo de América) hasta desaparecer en el cielo. Bastaron unos ocho minutos para que en la retransmisión en directo, cortesía de SpaceX, se escucharan los primeros aplausos de los ingenieros de la compañía, aliviados al comprobar que esta vez el cohete no explotaba en mil pedazos inmediatamente, como en las dos ocasiones anteriores.
Después, más o menos a la media hora, llegó la decepción: la compañía perdió el control de Starship, que se quedó, dijeron los locutores de la retransmisión “algo así como dando vueltas” en el espacio. “En un test como este, el éxito se basa en lo que aprendemos, y la prueba de hoy nos ayudará a mejorar la fiabilidad de Starship mientras SpaceX busca hacer que la vida sea multiplanetaria”, comunicó la compañía en X, red social que es también propiedad del hombre más rico del mundo.
En esa plaza pública, Musk escribió: “La nave espacial logró apagar los motores a la hora programada: ¡una gran mejora con respecto al vuelo anterior! Además, no hubo pérdida significativa de placas del escudo térmico durante el ascenso. Las fugas provocaron la pérdida de presión del tanque principal durante la fase de planeo y reingreso. Hay muchos datos útiles para revisar”. El magnate también prometió que “la cadencia de lanzamiento para los próximos tres vuelos será más rápida, aproximadamente uno cada 3 o 4 semanas”.
La del martes era la novena misión de la nave con la que Musk −y la NASA, como parte de su misión Artemis− pretende llevar astronautas a la Luna y a Marte. Las dos explosiones anteriores, en enero y en marzo de este año, dejaron tras de sí una lluvia de chatarra espacial que obligó a las autoridades a desviar el tráfico aéreo en la zona. Esta vez, el megacohete aguantó mucho más en el aire, y eso puede considerarse como un avance, aunque el éxito no fue total para SpaceX.
Musk, que parece haber pasado la página de su incursión en política para dedicarse de nuevo a sus empresas, tras algo más de 100 días frenéticos y caóticos en la Casa Blanca de Trump, se jugaba mucho este martes. Los nervios del magnate se intuyeron en la decisión de ir retrasando el otro gran evento que tenía previsto para ese día: una conferencia, también en Starbase, en la que se disponía a hablar sobre sus planes de conquistar Marte.
Empezó estando fijada para las 13:00, y luego se fue reprogramando para acabar colocada a las 21:00, hora local. Poco antes del lanzamiento, desapareció la convocatoria tanto de la web de SpaceX como de la cuenta de la compañía en X.

Tras completar una investigación sobre el accidente del octavo vuelo, el de 7 de marzo, SpaceX anunció que se habían realizado cambios en el hardware empleado en el cohete para evitar que ese fallo se repitiera y poder “aumentar su fiabilidad”. Según esas pesquisas, uno de los motores de la parte superior de la aeronave estalló a los cinco minutos y medio, y eso provocó la pérdida de su control.
Fallo informático
El motivo más probable fue un fallo informático, que causó la ignición accidental de uno de los motores. “Todos los escombros cayeron dentro del área controlada, y no había materiales peligrosos para las especies marinas o la calidad del agua”, aseguró después del siniestro SpaceX, que se produjo más o menos en el mismo punto de la trayectoria que el accidente registrado en enero.
Para este martes, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA son sus siglas en inglés) aprobó el noveno lanzamiento de Starship, una nave descomunal de más de 120 metros de altura. Además, las autoridades aumentaron la zona de peligro a lo largo de la trayectoria del cohete.
“La FAA considera que SpaceX cumple con todos los rigurosos requisitos de seguridad y ambientales”, publicó la agencia, que amplió el tamaño de las zonas de riesgo en Estados Unidos y en otros países al paso de Starship. El área de exclusión predeterminada, o Área de Peligro de Aeronaves, se duplicó desde las 885 millas náuticas a 1.600, extendiéndose hacia el este desde el sitio de lanzamiento de SpaceX en la costa sur de Texas y a través del estrecho de Florida, incluidas las Bahamas y las Islas Turcas y Caicos, dependientes del Reino Unido.
El último lanzamiento de Starship era el primero en el que se reutilizaba el propulsor Super Heavy, el más potente de la historia, ya empleado en el séptimo vuelo, el del 17 de enero pasado. He ahí una de las principales apuestas espaciales de Musk: reciclar esos artefactos, lo cual abarata enormemente los costes. En estos vuelos de Starship se han probado con éxito unas pinzas llamadas “Mechazilla”, grandes brazos mecánicos que utiliza SpaceX para capturar en el aire la primera parte de su cohete, el Super Heavy, a su regreso a tierra.
Uno de los retos de la misión era lograr que el propulsor aterrizara en una plataforma situada en el golfo de México en vez de regresar a la base. Además, sus ingenieros se propusieron desplegar por primera vez en órbita satélites falsos. También se iba a someter a un estrés añadido a la nave porque SpaceX había retirado varias losetas térmicas que protegen de la fricción con la atmósfera para “someter las zonas vulnerables de la nave a una prueba de esfuerzo durante la reentrada”.
Los habitantes de Starbase votaron para independizarse como municipio a principios de mayo, con la aquiescencia de las autoridades republicanas de Texas. Más que un pueblo al uso, se trata más bien de un polvoriento cruce de caminos a orillas del océano con un puñado de casas unifamiliares, cuyos dueños originales fueron vendiendo tras la instalación de la base, así como de un campamento de roulottes de aspecto retrofuturista que usan los ingenieros de la compañía. Su censo suma 283 vecinos y casi todos trabajan para Musk, cuya residencia está fijada allí. Está a apenas un par de kilómetros del río Bravo y de la frontera mexicana.
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