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La política exterior de Kast, una de las mayores incógnitas de su futura gestión

El presidente electo de Chile ha dado señales de lo que podría ser la diplomacia de su gobierno. En ellas se mezclan las prioridades nacionales y las simpatías ideológicas. El favorito para ocupar la Cancillería es el exdiputado Darío Paya

Señales, pero no declaraciones. Simpatías, aunque no lineamientos. La política exterior de lo que será el futuro Gobierno chileno de José Antonio Kast parece una nebulosa ya que no estuvo en sus propuestas de campaña, no la abordó en la contienda electoral ni se ha referido a ella ahora como jefe de Estado electo. “Sobre las relaciones internacionales de Chile no hay ninguna idea del presidente electo y su equipo por escrito, ya que la política exterior fue deliberadamente dejada fuera de su programa de Gobierno”, explica a EL PAÍS Paz Zárate abogada internacionalista y profesora de la Academia Diplomática de Chile. La experta sostiene que es “incómodo (…) hacer grandes lecturas de gestos iniciales”, como fueron los primeros viajes al exterior de Kast tras su arrollador triunfo electoral hace tres semanas.

Kast viajó a Argentina y a Ecuador, donde fue recibido por sus gobernantes, e hizo una escala en Lima para un encuentro con el canciller peruano. En esos periplos aparecieron las afinidades ideológicas, pero también los principales puntales de su gestión: el control de la migración, el combate al crimen organizado y la reactivación económica. Dos días después de los comicios, cruzó Los Andes y se reunió con el presidente Javier Milei, incluida foto con la motosierra del argentino. Pero, aparte de la simpatía de ambos, esa visita puede leerse en la línea de la tradicional política exterior de Chile, donde Argentina es el mayor y más estrecho vecino de Chile, con una frontera compartida de más 5.000 kilómetros. Kast se mostró entonces confiado en que se pueda “potenciar la relación comercial y económica de una manera nunca antes vista” entre los dos países.

También anunció desde Buenos Aires que había sostenido conversaciones con varios mandatarios, entre ellos de Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Argentina —nada, como era de esperar, con los Gobiernos de Colombia y Venezuela— para coordinarse y poder gestionar un corredor humanitario de devolución de migrantes en situación irregular. Precisamente ese fue el objetivo de su segundo viaje al exterior, donde el pasado martes se reunió en Quito con el presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Nuevamente, más allá de la sintonía con las contrapartes, la clave serían la “emergencias” que Kast promete abordar en su gestión al frente La Moneda.

La situación migratoria y al crimen organizado son “desafíos de carácter transnacional, que necesariamente requieren ser abordados de manera conjunta”, asegura Paz Milet, analista internacional de la Universidad de Chile. Sin embargo, para el excanciller Heraldo Muñoz esos temas no deben determinar la diplomacia del país. “Sería un riesgo apostar a que la política exterior resuelva un problema muy difícil, que si se llegase a implementar un corredor humanitario tendrá problemas logísticos, de financiamiento, de eventuales atochamientos en otras fronteras”, afirma a EL PAÍS.

Durante los últimos años, Kast se mostrado cercano al brasileño Jair Bolsonaro, se ha reunido con la italiana Giorgia Meloni y ha elogiado políticas del húngaro Viktor Orbán y del salvadoreño Nayib Bukele (a quien incluso invitó para el cambio de mando, en marzo), pero los expertos no dan por seguro que eso marque necesariamente su política exterior. “José Antonio Kast nunca ha ocultado su afinidad política con los liderazgos de la así llamada nueva derecha, o derecha populista-nacionalista (…). Sin embargo, es mucho decir que la diplomacia será ideológica. En Chile la diplomacia ha tendido a estar estrechamente vinculada con los intereses políticos y comerciales del país, con muy pocas excepciones, como la postura de Boric [crítica] respecto de Israel”, destaca a EL PAÍS Robert Funk, profesor asociado a la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.

“Chile en materia internacional tiene líneas históricas, de política de Estado, y esas son de diplomacia pragmática, no ideológica”, recalca Paz Zárate. “Personalizarlas, hacerlas depender de afinidades o desavenencias entre mandatarios, es hacerlas menos predecibles y finalmente fragilizarlas”, advierte.

Otra duda será cómo equilibrará la relación con el Estados Unidos de Donald Trump y con el mayor socio comercial de Chile: China. Mientras el 34% de las exportaciones chilena van al gigante asiático, el inquilino de la Casa Blanca está empeñado en alejar a China de la región. Trump incluso lanzó hace dos semanas su estrategia de seguridad nacional, que define a América Latina como área de influencia de Estados Unidos. Sí se da hecho que el nuevo gobernante abandonará el tono confrontacional que Gabriel Boric usó con Trump —al que incluso acuso de mentir sobre el cambio climático—, pero se espera que prime el “pragmatismo” en la relación con Washington.

“Acercarse a Estados Unidos, para subsanar las dificultades y discrepancias que se han tenido durante la gestión de Boric, no necesariamente supone alejarse de China”, afirma Paz Milet. Para Muñoz, exministro del segundo Gobierno de Michelle Bachelet, Chile debería seguir una “línea de una autonomía inteligente, sin alineamientos, enfatizando solo los intereses de Chile, y equilibrando los lazos claves con Estados Unidos y China”. Según Funk, “Kast sin duda entiende que un país como Chile no tiene el lujo de elegir entre una superpotencia y otra”. “Nuestros intereses comerciales están atados a ambas economías. (…) Lo importante es evitar expresiones ideológicas excesivas que puedan prender alarmas hacia un lado u otro”, dice.

Quien debería tener claras las prioridades y la línea del Gobierno de Kast en política internacional es su futuro ministro de Relaciones Exteriores, y el nombre que suena con más fuerza para ocupar esa posición es el abogado Darío Paya, de 61 años, cuya biografía tiene varios puntos coincidentes con la del presidente electo, algo que ha estrechados los vínculos entre ambos. Al igual que Kast, estudió Leyes en la Universidad Católica en la década de 1980, donde fue además profesor ayudante de Jaime Guzmán, el arquitecto legal de la dictadura de Augusto Pinochet y de su Constitución. Fue Paya quien le presentó Kast a Guzmán en el Campus Oriente de la UC. Militante desde los inicios de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Darío Paya fue diputado por cuatro períodos (1994-2010) en el populoso distrito que reunía a los municipios de Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda y San Miguel. Fue en este último barrio donde, Paya nació, creció y estudió. Kast también fue diputado por cuatro períodos. Ambos renunciaron a la UDI: Paya en 2017 y Kast en 2016, para lanzar su primera carrera presidencial..

Parte de su educación secundaria Darío Paya la hizo en Estados Unidos, en Baltimore, lo que le ayudó con los años a desarrollar una amplia red de contactos en ese país. Luego de titularse como abogado en 1992 trabajó en el Leadership Institute, una ONG estadounidense instalada en Arlington Virginia, dedicada a la formación de líderes políticos conservadores. En 2010 el presidente Sebastián Piñera lo nombró embajador en la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, cargo que ocupó hasta 2014. A partir de ese momento, trabajó en la creación de una sucursal en Chile del Leadership Institute, para formar líderes de derecha. Entre quienes han pasado por ahí, se cuentan el ahora diputado electo José Antonio Kast Adriasola, hijo del futuro presidente.

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