Ir al contenido
_
_
_
_
ELECCIONES CHILE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mayne-Nicholls: populismo de baja intensidad

Por todo lo que hemos visto en estas semanas, el candidato busca ocupar un ‘no-lugar’ político, definido por la negación de lo existente. Lo que hay es corrupto, genera hastío, indiferencia y división; así son los políticos y los empresarios (otra cosa que dice no ser)

Harold Mayne-Nicholls

“Soy periodista, eso me enseñó a ser objetivo siempre”. Con esta frase, Harold Mayne-Nicholls respondió cuando se le preguntó por su ubicación en el espectro político. La entrevista que concedió en Tolerancia Cero a inicios de esta semana reveló más por lo que calló que por lo que dijo.

Las evasivas se acumularon. No quiso responder si había votado Sí o No en 1988, si alguna vez había sufragado por Sebastián Piñera o Michelle Bachelet, ni en qué parlamentarios se apoyaría para aprobar sus proyectos. Todo esto expresado con un tono displicente que, aunque el candidato lo atribuyó a un resfrío, parece ser su registro habitual en las apariciones públicas. La elocuencia no figura entre los atributos más visibles del aspirante de centro-centro.

Por todo lo que hemos visto en estas semanas, Mayne-Nicholls busca ocupar un no-lugar político, definido por la negación de lo existente. Lo que hay es corrupto, genera hastío, indiferencia y división; así son los políticos y los empresarios (otra cosa que dice no ser). Para combatir la escasa convocatoria de las primarias y ahorrar dinero, propone voto electrónico, aunque el sistema chileno de recepción y conteo funciona correctamente. ¿Le falta experiencia política? Ha conversado con varios líderes mundiales, incluido Mandela, su referente. ¿Qué habría hecho durante el estallido social? Algo más enérgico que Piñera. ¿No tiene aliados visibles ni aspiración de tenerlos? Mejor todavía, no lo van a contaminar.

Pero, aunque Mayne-Nicholls insista en el punto, que los chilenos estemos divididos no constituye justificación suficiente para lanzar una candidatura presidencial, ni siquiera una que solo pretenda dar testimonio. Sin ideas no hay mucho testimonio que dar; el gesto deviene pose; la palabra no tiene contenido.

Es cierto que hay un amplio grupo de personas que no han encontrado un candidato que los represente, tanto en el grupo que no sabe o no responde en las encuestas, como aquellos que de manera reiterada han votado por candidatos de fuera del sistema. Esa voz la han encarnado varios: Pamela Jiles, la Lista del Pueblo y los independientes, el Partido de la Gente e, incluso en un momento, el Partido Republicano. Desde luego, cada uno de ellos encarna un proyecto distinto. Algunos son más sólidos, otros una mera fantasmagoría que se esfumó tan rápido como apareció. Pero que exista ese espacio de centro no equivale a que haya una ansiedad por posiciones equidistantes, ni de derecha ni de izquierda, o una mescolanza que selectivamente elija algunas posiciones de uno y de otro.

Parece haber en Mayne-Nicholls una pulsión populista, basada en pensar que la agenda antiideológica o antipartidista basta para convencer, ganar la elección y, más aún, gobernar. Lamentablemente para sus aspiraciones, la situación chilena no requiere solo de gente bienintencionada que venga a airear las cosas desde fuera del sistema. La cosa es más compleja que apuntar a la clase política de siempre como los malos de la película. Ojalá fuera así: bastaría con votar diferente para que las cosas cambiaran.

¿Es este caballero serio, poco histriónico, que habla desde el centro y que habla de Pep Guardiola lo que tenemos en la cabeza cuando hablamos de populismo? Desde luego que no es la encarnación de Hugo Chávez o Getulio Vargas. No tiene el desplante, la labia o el carisma de ninguno de los que han merecido la etiqueta, pero parece querer tocar una tecla parecida de los desencantados con el sistema, una realidad que, pese a todo, exige más atención que la que se le ha dado. Populismo gris, de baja intensidad, pero que bien dirigido, con equipos y energía se puede transformar en algo más serio. Que, con todos sus defectos, logra conectar, aunque sea fugazmente, con electores que siguen sin encontrar una voz con la cual establecer una relación más duradera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_