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Rodrigo Quian Quiroga: “La ciencia está respondiendo a preguntas que se creían incontestables en la filosofía”

El neurocientífico argentino, descubridor de la neurona ‘Jennifer Aniston’, dice que “por más encandilados que estamos con la inteligencia artificial, todavía no es comparable con la humana”, aunque no descarta que eso cambie en unos años

Rodrigo Quian Quiroga en Barcelona, en febrero de 2024.
Maolis Castro

Lo importante en el pensamiento no es memorizar mucho, sino olvidar infinidad de cosas, afirma el neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga (Buenos Aires, 58 años), profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), en España, e investigador del grupo de Percepción y Memoria del Hospital del Mar Research Institute, mientras camina cerca de una playa de Antofagasta, en el norte de Chile, después de salir de su última conferencia en el Festival Puerto de Ideas de Ciencias 2025, que se realizó entre el 24 y 27 de abril. “Los detalles no los registramos, nos concentramos en lo esencial y así es como recordamos. El resto es una construcción que realizamos a partir de un montón de información, las cuales son muy abstractas”, dice en una conversación con EL PAÍS.

Es la primera vez que visita Chile. No tiene teléfono móvil, nunca lo ha tenido, porque considera que le distraería. Y no es poco lo que hace este investigador, que en 2005 lideró un equipo que descubrió la neurona de concepto, la que de modo informal fue bautizada Jennifer Aniston y no porque sea un fanático de la artista estadounidense – confiesa que nunca vio la serie Friends–, sino porque una célula nerviosa muy específica de uno de sus pacientes solo fue capaz de reaccionar a distintas imágenes de la actriz y no de otras celebridades. Pero se pudo llamar Pedro Pascal, Taylor Swift, Diego Armando Maradona o cualquier otro nombre, porque otros participantes del experimento, todos con epilepsia que tenían electrodos implantados en el cerebro para registrar la actividad neuronal, reaccionaron a otras personalidades. La conclusión fue que todos los seres humanos tenemos estas neuronas, en el hipocampo, que tienen un papel crucial en la formación de los recuerdos.

Hasta ahora no han sido detectadas en otras especies. “Tenemos pensamientos y memorias que están basados en abstracciones, en conceptos, y tenemos una representación neuronal de eso, mientras que los animales no”, afirma el investigador y autor del libro Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia (Debate, 2024). Eso también nos distingue de las computadoras, de las que afirma que no hay que asustarse: “Los avances tecnológicos son espectaculares, pero ni siquiera están cerca de la inteligencia humana. Le faltan otras cosas”.

Pregunta. ¿Qué es la memoria para usted?

Respuesta. No tengo una definición como la que se lee en los libros. La memoria es basamento de la identidad de las personas. Eso tiene una connotación más filosófica, porque son mis recuerdos. Me encanta pensar en la memoria como la constitución de mi yo.

P. Si la memoria es nuestra identidad, ¿qué ocurre con las personas con alzhéimer?

R. En los casos muy avanzados de alzhéimer, esa identidad ya empieza a desvanecerse. Cuando alguien no reconoce a sus seres queridos es como estar en cuerpo presente, pero pareciera que ya no ser la misma persona.

P. ¿Qué conexión existe entre los recuerdos y la creatividad?

R. La creatividad se trata, en gran parte, de establecer asociaciones entre elementos no triviales. Es, por ejemplo, darte cuenta de que la luna girando alrededor de la Tierra y de que la caída de una manzana responde al mismo fenómeno: la gravedad. Eso fue lo que descubrió Isaac Newton. La importancia está en la manera que se recuerdan situaciones, eso define todo. Si recuerdo una manzana con todas sus particularidades posiblemente me perderé entre los detalles y no podré hacer una asociación con la luna, y llegar a la conclusión de la gravedad. Por eso es importante que los recuerdos sean abstractos, porque de ese modo se realizan asociaciones que, en el caso de estar atadas a los detalles, estarían muy limitadas. Si nos comparamos con otras especies, nuestra memoria es más abstracta y eso es la piedra angular de nuestra creatividad.

P. ¿Eso también nos diferencia de las máquinas, no?

R. Sí, una máquina no tiene la capacidad de abstraerse. Puede proyectar una película de principio a fin, pero no dirá cuál es la trama. En cambio, una persona no recordará todos los detalles de la película porque olvida, pero sí se acordará de qué se trató. Por ello, por más encandilados que estamos con la inteligencia artificial, todavía no es comparable con la humana. La nuestra sigue siendo muchísimo más superior que la inteligencia artificial, lo cual no quiere decir que en unos años esto pueda cambiar.

P. ¿Qué tanto son moldeados nuestros recuerdos?

R. Muchísimo. Cada vez que traes un recuerdo a la conciencia lo estás cambiando. La memoria no es algo estanco. Platón decía que era como un grabado en la acera, que cada vez lo ibas reafirmando más, pero esa analogía es falsa. La memoria es un proceso muy dinámico, que está evolucionando constantemente. De hecho, las memorias que tengo hoy no son las mismas de hace 20 años.

P. ¿Qué tan fácil es implantar un recuerdo?

R. Muy fácil. Lo hizo la psicóloga Elizabeth Loftus.

P. ¿Eso puede hacernos dudar del psicoanálisis?

R. La misma Loftus decía que tengamos cuidado con el psicoanálisis porque es recursivo, porque una persona puede sugerirte que fuiste maltratada de niña. Hasta puedes soñar con eso después, porque quedaste traumada, y después interpretan tus sueños. Entonces, es algo recursivo porque se puede interpretar sueños basándose en una información que fue implantada.

P. ¿Qué consecuencias traería no poder olvidar?

R. Llevaría a serios problemas de abstracción. Jorge Luis Borges, en su cuento Funes, el memorioso, decía que alguien que recuerda todo no es capaz de abstraerse, ergo no es capaz de pensar. Y Alexander Romanovich Luria, que fue un psicólogo ruso, estudió a un paciente con una memoria extraordinaria para llegar a la misma conclusión de Borges. Su paciente era increíble por su capacidad de recuerdo, pero tenía inhabilidades lógicas muy fuertes. Por eso, más importante es el olvido que el recuerdo.

P. Sobre el exceso de información, ¿cómo observa la educación dentro de las aulas?

R. En las aulas se enseña más a recordar que a entender. Pero el proceso de aprendizaje, el hecho de comprender algo, involucra justamente al olvido, dejar de lado detalles, concentrarte en lo esencial. Ahora, si se les bombardea de información se hace más difícil la capacidad del entendimiento.

P. En su libro dice que la ciencia está cambiando a la filosofía. ¿Cómo ocurre esto?

R. Sí, las preguntas que se empieza a hacer la filosofía actualmente surgen de la ciencia. En concreto, la ciencia está empezando a dar respuestas a preguntas que se creían incontestables en la filosofía. La más importante de ellas es el tema de la conciencia. Ya la conciencia no es el tema tabú que era hace 20 años. Yo, haciendo experimentos, empiezo a tener evidencias de cómo funciona la conciencia, lo que no se tenía hace dos décadas.

P. ¿Cuál es la gran pregunta en este momento?

R. Creo que se están abriendo otras interrogantes. Si nos limitamos a la conciencia, ya no es cómo surge el qualia, la sensación, sino que hoy nos preguntamos cuál el ingrediente que necesita una computadora para que sea consciente. Es decir, hoy queremos saber cómo evolutivamente podemos despertar a una máquina.

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Sobre la firma

Maolis Castro
Es periodista de EL PAÍS en Chile desde 2024, antes estuvo en el medio económico Bloomberg Línea. Trabajó para EL PAÍS desde Venezuela entre 2016 y 2019. También estuvo en el portal de periodismo de investigación Armando.info y El Nacional. Ha colaborado para medios como Pulso (Chile), The Wall Street Journal y ABC (España).
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