En Chile, tener hijos es cosa de valientes
La natalidad está en el suelo y esta semana, encima, hemos visto dos casos de maltrato infantil atroces


[Esta pieza es una versión de uno de los envíos de la newsletter semanal de Chile, que se envía todos los miércoles. Si quiere suscribirse, puede hacerlo a través de este enlace].
Hola queridos lectores,
Hace algunos meses estaba esperando a mi segundo hijo y, a diferencia de la primera, nacida en 2017, me di cuenta de un fenómeno casi imperceptible, pero que no vi hace ocho años atrás. Cuando la gente se daba cuenta de que estaba embarazada, no siempre arrancaban con una felicitación -un enhorabuena, como dicen los españoles-, sino que me decían: “¡Qué valiente!”. Al comienzo, no le di mucha importancia. Estaba tan feliz con la llegada de mi niño -tan esperado- que los comentarios me daban francamente igual. Pero con el paso del tiempo, me comenzó a llamar la atención. No se trata de que le diera mayor gravedad, pero era extraño. ¡Qué valiente! Yo -en la felicidad máxima- no entendía mucho por qué habría que ser tan valiente para tener un segundo hijo. Lo que era directamente raro era que me decían “qué valiente” tanto personas sin hijos -quizá más comprensible- como personas que ya habían sido madres o padres, como yo. Nunca quise preguntarles a ellos, a los que ya habían pasado por la experiencia, por qué lo consideraban cosa de valientes, cuando la maternidad con mi primera hija había sido, a mi juicio, miel sobre hojuelas. Lo mejor que me había pasado en la vida, cosa que sigo creyendo así.
Dirán: claro, seguramente esta periodista tenía las facilidades y apoyos de crianza que pocos tienen en este país. Sin duda. Una profesional de edad mediana que se desdobla en el día a día para seguir ejerciendo un oficio demandante y casi incompatible con la maternidad, pero, finalmente, sí: tenía más colchones, más espaldas, me las rebusqué para conseguir apoyos donde fuese. Pero lo de ¡qué valiente! provenía la mayoría de las veces de gente con similares circunstancias que yo y hasta, incluso, con mayores facilidades para una crianza tranquila.
¿Por qué hay que ser tan valiente para tener un hijo en Chile? Los que han sido padres y madres, están cansados. Agotados. Me descubrí pronto entre la minoría que la fatiga que provoca la crianza no los derrumba. Cuando mi hijo tenía pocos meses, le conté a una artista chilena con hijas grandes que tenía que irme pronto, porque tenía en casa a un recién nacido. “Te compadezco”, me dijo. Cuando le expliqué que el niño se portaba bien -ahora que tiene ocho meses, no tanto-, me dijo algo gracioso: “Entonces, te odio. La crianza ha sido para mí el tiempo más difícil de mi vida”. Las dos nos reímos.
Con los jóvenes que no han sido padres o madres, quizá el asunto todavía se ha complejizado más. Los bajos sueldos al empezar a trabajar, la vida más cara y los problemas asociados que se han ido profundizando con los años -como la adquisición de una vivienda-, les entrega razones importantes para decidirse a no procrear. Y es lo que tenemos: Chile está a la cola en la región en el ránking de natalidad, con 1,5 hijos -igual que Cuba, Costa Rica y Uruguay-, según el último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU). En 2023, Chile registró la cifra más baja de nacimientos en una década, con 173.920 nacimientos, continuando con la senda a la baja desde 2013, cuando se registraron 240.000.
Las salas cunas (guarderías) son imposibles de pagar, son carísimas. Han comenzado a proliferar los jardines infantiles informales, con las consecuentes faltas de seguridad. En Chile, han ocurrido tragedias en ellos. Las labores que conlleva una casa con niños pequeños no son igualmente repartidas entre mujeres y hombres, por más que algunos se esfuercen. Francisca Bravo Cox, a quien hemos entrevistado en El País-Chile por su libro Lo nuestro, ¿es nuestro?, ha explicado muy bien por qué las mujeres somos las que más empobrecemos (desde el punto de vista económico) cuando nos convertimos en madres.
Este es un asunto prioritario para este diario, que -no quiero adelantar nada todavía- prepara un texto estupendo para este fin de semana sobre el tema de la baja natalidad en Chile, sus razones, cómo buscar una salida. Lo escribe Antonia Laborde. Que cada cual haga lo que se le antoje, pienso, pero que las decisiones personales no estén necesariamente influidas por las pocas condiciones que da un país para que la maternidad y paternidad se haga todavía más cuesta arriba y...sea cosa de valientes.
Otras historias
Gracias por recibirnos en su buzón. Aquí, más abajo, les dejo las mejores piezas periodísticas de la semana trabajadas desde la redacción de EL PAÍS en Chile.
- Seguimos con la niñez. La semana que pasó conocimos el horrible caso de una niña boliviana de ocho años que fue vendida por su abuela para ser esclavizada. Ocurrió en Rengo, una atrocidad, y lo contó Maolis Castro. Luego supimos de otro caso atroz en el norte, con un niño de 13 años. El estudio Diagnóstico sobre la situación de derechos de la niñez y adolescencia 2025, realizado por la Defensoría de la Niñez, investigó sobre delitos de tortura, malos tratos, genocidio y lesa humanidad y concluyó que las situaciones de violencia contra los menores han aumentado un 40,5% entre 2021 y 2024. Lo contó Antonia Laborde.
- Y más de niños, en un reportaje que cuenta una realidad impresionante: los bebés en residencias de menores en Chile aumentan un 72% en cuatro años: “Cada uno representa una historia, una urgencia, un dolor”.
- En otros temas. Les recomiendo esta entrevista de Pablo Marín a Andrei Sokolov, periodista ruso: “Santiago de Chile necesita cariño”, dijo el fenómeno de Youtube que llegó al país sudamericano hace nueve años sin hablar castellano. Con sus 140 videos, se ha convertido en un escrutador lúcido de la capital y sus entresijos.
- En nuestra sección Los 10 lugares de... tuvimos a Jorge Arrate. “En Puente Alto viví 10 años espectaculares jugando a la pelota en la calle”, dijo a Ana María Sanhueza el histórico dirigente de la izquierda.
Muchas gracias queridos lectores. En una semana más, estaremos nuevamente en sus buzones.
Un abrazo.
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