Cristina Kirchner: el futuro del peronismo desde un balcón
La expresidenta retiene el liderazgo en el principal partido de la oposición en Argentina, pero eso puede cambiar de manera drástica


Hay países, afortunados son, donde el largo plazo son 30 años. Y otros, como Argentina, donde son 6 meses, con suerte. Porque nadie puede predecir en este país cuál será tu salario a fin de año, ni qué impuestos tendrás que pagar en diciembre o cuál será la rentabilidad neta de tu negocio, mucho menos cuál será la situación política, económica o social que afrontaremos para Navidad. Ojalá fuera distinto, pero así funcionamos y así estamos, debatiendo ahora sobre un balcón.
¿Puede Cristina Kirchner asomarse al balcón de su casa? Convertida en la primera persona que ocupó la Presidencia de Argentina en ser condenada a 6 años de prisión por corrupción en la historia de este país, la Justicia le concedió el beneficio del arresto domiciliario en uno de sus inmuebles. Deberá cumplir la sentencia en un piso de la ciudad de Buenos Aires, bajo un régimen que le concede cierta flexibilidad, pero que no deja de conllevar restricciones a su libertad. Al fin y al cabo, es una rea.
Presa o no presa, sin embargo, Kirchner lleva la política en la sangre y pugna por retener su poder mientras pueda. Y de allí la importancia del balcón del inmueble donde está confinada. Porque miles acuden cada día en peregrinación hasta la vereda de su casa, para expresarle su amor y su apoyo. ¿Puede ella salir al balcón a saludarlos? ¿Puede dirigirles algunas palabras? ¿Puede darles un discurso? ¿Puede dar un discurso cada día? ¿Cuál es el punto en que sus acciones podrían resultar una violación a las pautas de su arresto domiciliario y forzar su traslado a otro inmueble más recatado o, peor, provocar la revocación del beneficio y su ingreso a una celda en una cárcel federal?
Esas y otras preguntas son parte, hoy, del debate público. Y aun cuando el tribunal que la condenó ya aclaró que puede salir al balcón —siempre que actúe con “prudencia” y “sentido común” para no afectar la tranquilidad del barrio y la convivencia con sus vecinos—, resulta evidente que su balcón es más que un balcón: encarna la puja por el mando y, en términos más amplios, por el futuro de la Argentina. Y eso dispara múltiples preguntas.
Dado que la condena también conlleva, por ley, su inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos, ¿podrá Kirchner retener el poder si jamás podrá volver a postularse como candidata a algún cargo electivo? ¿Puede ella ungir a un tercero como su delegado o delegada? ¿Los votantes votarán por ese representante como si fuera ella, aun si el elegido fuera su hijo Máximo Kirchner?
Demos otro paso: dado que la condena le devolvió a Kirchner el protagonismo central que ya no tenía en la agenda pública, ¿cuánto tiempo podrá ella sostener ese rol protagónico? ¿Le alcanzará el balcón o las reuniones y entrevistas que pueda dar por zoom para conservar esa renovada centralidad política?
Y vayamos más lejos: ¿le alcanzará con la prédica de la “proscripción”, de la “persecución” y del lawfare que invocan ella y sus seguidores para refrenar a varios príncipes del peronismo? En primera fila esperan su otrora delfín y actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; el líder del Frente Renovador, Sergio Massa; y otros como el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que hace unos meses, nada más, intentó disputarle a Kirchner la presidencia del Partido Justicialista (PJ).
Por ahora, sí, Kirchner retiene el liderazgo del peronismo, erigido en el partido de la oposición al libertario Javier Milei. Y ella sigue siendo, de acuerdo a todas las encuestas, la principal figura opositora. Pero eso puede cambiar, de manera drástica, tras las elecciones legislativas que se avecinan en la provincia de Buenos Aires, el distrito más rico y populoso del país. Si ella unge un candidato o candidata que arrolla en las urnas, retendrá el mando y todo aquel que ose desafiarla será un traidor; pero si su candidato pierde o no gana con contundencia…
Claro que, como en el ajedrez, “las negras también juegan”. Y así como resultó notabilísima la mesura retórica de Milei desde que la Corte Suprema confirmó la condena de Kirchner, queda por ver cómo se moverán el libertario y sus estrategas durante las próximas semanas, qué tipo de alianza cerrarán con el PRO de Mauricio Macri —si acaso esa alianza se concreta—, y cómo actuarán otros partidos que hoy tienen menos tracción electoral, pero que pueden restarle votos al peronismo y a los libertarios, como los radicales, los cívicos de Lilita Carrió y los de izquierda, entre otros.
Así, con un panorama político incierto, con resultados electorales que incidirán en la marcha de la economía, en la cotización del dólar, en las reformas que siguen pendientes —tributaria, previsional, educativa o laboral—, en las inversiones que siguen sin llegar y en tanto más, un balcón de la porteña calle San José al 1100 es mucho más que un balcón.
Seis meses en Argentina son demasiado tiempo.
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