La condena a Kirchner rompe la política argentina
La expresidenta no podrá ser candidata de por vida, pero de ninguna manera queda fuera del juego electoral

Argentina entra en una dimensión política desconocida. La expresidenta Cristina Kirchner deberá decidir antes del próximo miércoles dónde cumplirá seis años de prisión domiciliaria, un beneficio que le corresponde por ser mayor de 70 años. La Corte Suprema rechazó este martes todos los reclamos de su defensa y dejó firme la condena por corrupción de dos tribunales de primera y segunda instancia. Que vaya presa es tan relevante como la segunda parte de la sentencia: Kirchner fue inhabilitada de por vida para ser candidata a cargos públicos, es decir, que ya no podrá participar en elecciones. Pero no queda, ni mucho menos, fuera de la política. El fallo de la Corte ha despertado con una sacudida a un peronismo que no aún se recuperaba de la derrota contra Javier Milei en 2023. Está ahora en modo resistencia activa, una épica que le queda mejor que ninguna otra.
A Kirchner le gusta mirarse en el espejo de Luiz Inácio Lula da Silva, preso durante 580 días entre 2018 y 2019 en una causa por corrupción que en 2021 fue anulada por el Supremo Tribunal Federal brasileño. Pero también en Juan Domingo Perón, exiliado y proscrito durante 18 años tras su derrocamiento en 1955. Perón manejó en ausencia la política argentina desde su retiro en Madrid. Políticos, sindicalistas, dirigentes sociales, intelectuales y cualquiera que desease ser ungido por el general lo visitaba en Puerta de Hierro y regresaba al país con instrucciones. Es de esperar ahora que Kirchner tenga su propia Puerta de Hierro, pero en la provincia de Buenos Aires, donde está su bastión electoral y se juega la suerte de su partido en las elecciones legislativas de octubre.
La prisión de Kirchner fortalece su papel de máxima dirigente en la interna que mantiene con Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, por el control del peronismo. Es, sin posibilidad de apelación, una víctima “del partido judicial”, como repitió una vez más a los miles de seguidores que la arroparon primero en la sede del partido y por la noche frente a su casa, en el barrio de Constitución, donde vive su hija. La condena, dijo, es producto de una persecución política orquestada por “los poderes económicos” que quieren controlar Argentina. Apuntó más contra Estados Unidos que contra “ese monigote que nos gobierna”, dijo en alusión a Javier Milei. “Lo que están preparando es cómo desarticular la organización popular y política que se va a producir, porque la historia demuestra que más allá de la proscripción es que el pueblo se termina organizando en defensa propia. El pueblo siempre regresa”, advirtió el lunes, cuando ya daba por hecha la sentencia en su contra en la Corte Suprema.

La condena en la conocida como Causa Vialidad se remonta a sus años como presidenta de Argentina, entre 2007 y 2015. La Justicia la declaró culpable de perjudicar al Estado argentino al conceder de manera irregular medio centenar de obras públicas a un empresario amigo, Lázaro Báez, en la provincia patagónica de Santa Cruz, cuna del kirchnerismo. Según los tribunales, Báez retribuía “los beneficios indebidamente obtenidos” mediante negocios espurios con “las empresas familiares de la expresidenta”. Cerrados los caminos legales en Argentina, a Kirchner solo le queda llevar su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Si fracasan los tribunales, siempre queda la política.
La condena tuvo un efecto inmediato sobre un partido que estaba dividido y, sobre todo, desmovilizado. Los gobernadores peronistas que detestan a Kirchner se unieron en su apoyo y repudiaron el fallo de la Corte. Kicillof, alguna vez su hijo político y ahora su principal rival interno, suspendió toda su agenda en la provincia de Buenos Aires para acompañarla. “Los efectos de esto son tan gruesos que uno esperaría que tenga efectos a todo nivel”, dijo, dando a entender que si pretenden detener a la ultraderecha de La Libertad Avanza, el partido de Milei, en octubre, no les queda otra que unirse. Sin Kirchner en la tómbola de candidatos, Kicillof intentará hacer valer el peso de su gestión en la provincia más grande y rica del país en el armado de las listas de diputados y senadores nacionales.
En el peronismo se entusiasmaban el martes con la agitación que el fallo produjo en la calle. Miles de personas, la mayoría muy jóvenes, se congregaron frente a la casa de Kirchner en la capital. “Argentinos, volvió la JP”, cantaban, por las siglas de la Juventud Peronista, que no pocos daban por casi desaparecida. Cada tanto, Kirchner se asomaba al balcón y saludaba. Hubo también manifestaciones espontáneas en las principales ciudades del país, como Córdoba, Rosario y La Plata. Es de esperar que las tomas de las facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se repliquen en otras sedes universitarias.
Kirchner tiene tantos seguidores como detractores. Se la idolatra o se la odia profundamente, pero nadie duda de que ha sido la figura política más influyente de los últimos 20 años. Fue diputada, senadora, dos veces presidenta y una vicepresidenta. Junto con su marido, el expresidente Néstor Kirchner, fallecido en 2010, inició en Argentina un largo periodo de hegemonía del “peronismo de izquierda”, contracara del peronismo ultraliberal que había representado Carlos Menem en los años noventa. Tras el interregno de Mauricio Macri en 2015, el kirchnerismo volvió al poder en 2019, con Alberto Fernández. El presidente no tardó en romper con Kirchner, su vice, y todo terminó en un desastre. Las puertas quedaron abiertas para la ultraderecha de Milei, que llegó a la Casa Rosada proclamando la muerte de “la casta” primero y de “los kukas [kirchneristas]” después.

“Justicia. Fin”, celebró en sus redes Milei, de gira por Israel, minutos después de conocerse la resolución judicial. Y luego se perdió en el tema que por estos días lo obsesiona sobre cualquier otra cosa: la prensa. “La República funciona y todos los periodi$ta$ corrupto$, cómplices de político$ mentiro$o$, han quedado expuestos en sus opereta$ sobre el supuesto pacto de impunidad”, escribió. Poco más hubo desde la Casa Rosada. El jefe de Ministros, Guillermo Francos, la voz menos vociferante del Gabinete, dijo que era “un momento triste ver a una dos veces presidente, exvicepresidente y senadora condenada a prisión”.
Sin Kirchner entre los competidores, Milei pierde el principio organizador de su estrategia electoral. El “nosotros” o “ellos” pierde fuelle y podría costarle caro en octubre. Aunque es pronto aún para medir su impacto, si el peronismo se siente increpado es posible que se movilice en las urnas y revierta el desplome de la participación registrado en las elecciones provinciales celebradas durante los últimos meses. Milei insistirá en nacionalizar la campaña legislativa. Dirá que no solo se eligen diputados y senadores, sino dos modelos de país: uno “estatista empobrecedor”, el kirchnerista, y otro que guiado por las “fuerzas del cielo” aniquilará el Estado y convertirá a Argentina en una potencia. Tendrá enfrente a un peronismo que, tal vez, encuentre ahora motivos para dar batalla.
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