El balcón de Kirchner, una cuestión de Estado en Argentina
La expresidenta, en arresto domiciliario por corrupción, tiene prohibido “perturbar la tranquilidad del vecindario”

Hay un balcón en Argentina que el peronismo ya considera casi tan imprescindible como el de la Casa Rosada, escenario de los discursos que Juan Domingo Perón daba a la multitud reunida en la Plaza de Mayo. Queda en un barrio de clase media baja, en el segundo piso de un edificio centenario de estilo francés. Se lo ve en buen estado, aunque algo triste, vacío como está de flores y plantas. Pero es la única posibilidad de recibir el sol para Cristina Kirchner, presa en ese departamento desde el martes por una condena a seis años de cárcel por corrupción.
Durante una semana, Kirchner usó el balcón para saludar a los seguidores que se agolpaban bajo su casa. Cuando los jueces pusieron las condiciones de la detención domiciliaria, la situación se complicó.
El uso de balcón es hoy una cuestión de Estado en Argentina. Kirchner denunció en un mensaje grabado que el tribunal que la condenó le había impedido usarlo. “Son unos cachivaches. Menos mal que no tengo macetas, porque no podría regarlas”, dijo. Sus abogados pidieron una aclaración al tribunal. ¿Puede o no puede Kirchner saludar a su gente desde el balcón? Los jueces contestaron con algo de ironía que la cuestión estaba muy clara desde el primer día. Entre las normas del arresto domiciliario está la de no alterar la buena convivencia con los vecinos. Si salir al balcón pone en peligro la paz del barrio, pues entonces deberá guardarse adentro.
El jueves, finalmente, los jueces insistieron sobre la cuestión. “Este tribunal no ha vedado a la señora Kirchner, en principio, el uso y goce de ningún espacio específico de la arquitectura del inmueble en el que habita. Se espera de la solicitante el criterio, la prudencia y el sentido común suficientes para discernir en qué contexto el uso del balcón resultará una acción inocua y en cuál podrá implicar una perturbación para la tranquilidad del vecindario”.

Kirchner consideró que el mensaje, pues, la autorizaba a usar el balcón y, apenas recibió el escrito, salió a saludar. Había en la calle unas pocas docenas de personas y se escucharon algunas vivas. Por la noche, sus seguidores anunciaron para el viernes 20 de junio, día de la bandera nacional, un “banderazo” frente a la casa de la expresidenta. El Gobierno de Javier Milei respondió con un vallado a todo el edificio que hoy sirve de prisión a Kirchner. La policía retiró además decenas de mensajes que la gente había pegado en las paredes, a modo de santuario pagano.
En el tira y afloja por el uso del balcón, Kirchner juega al límite. Si no cumple con las normas, los jueces podrían revocar su prisión domiciliaria y enviarla a una cárcel común. En el mejor de los casos, podrían pedirle que busque un domicilio donde su presencia no moleste a los vecinos.
El banderazo, finalmente, se mudó de sitio. Kirchner acusó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la que llamó “señora violencia”, de vallar su casa como una forma de provocación. “No seamos ingenuos ni funcionales a la provocación de la Señora Violencia. Tenía muchísimas ganas de verlos y saludarlos, pero les pido que redireccionen el banderazo que habían organizado y vayan al auditorio de Parque Lezama”, pidió Kirchner a sus seguidores con un mensaje en las redes sociales. El Parque Lezama queda a 30 calles del piso de Kirchner. La expresidenta no tendrá a quién saludar desde su balcón.
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