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El vicepresidente de Bolivia rompe con Paz y se declara oposición

Edmand Lara ha llamado mentiroso y corrupto al presidente, quien evita responder a los ataques

El vicepresidente de Bolivia, Edmand Lara, ha sido crítico con la gran mayoría de las decisiones del presidente Rodrigo Paz desde el día siguiente a la investidura, el pasado 8 de noviembre. El quiebre de la relación parece haber llegado, si se toman en serio las declaraciones de esta semana de Lara en uno de sus videos de TikTok, la trinchera desde donde saltó al escenario público. “Hay gente que dice que ya no soy parte del Gobierno y soy oposición. ¡Cuánta razón! Soy oposición, pero constructiva”, dijo. Paz responde de manera sutil a los ataques y no se ha referido a ninguna ruptura, aun cuando las declaraciones de su antiguo aliado han subido de tono en los últimos días, llamándolo mentiroso, corrupto o títere.

La más reciente rebeldía del vicepresidente de 40 años está enmarcada en la promulgación del decreto 5503, que declara la emergencia económica en el país y, entre otros puntos, elimina la subvención al combustible.

Lara intentó sin éxito tumbar la norma desde el Parlamento, que preside según la Constitución, y volvió a cargar contra ella en su mensaje navideño en redes sociales: “Este Gobierno se ha puesto del lado de los ricos y ha lanzado un decreto que yo llamo del hambre, del desempleo”. La principal preocupación es el aumento de precios de productos de la canasta básica que provocará la suspensión del subsidio al diésel, matriz del aparato productivo del país, cuyo precio subió más de un 160%. Diferentes sectores sociales han respondido a la medida con movilizaciones que Lara alentó en su último TikTok.

La ruptura no ha causado sorpresa en la opinión pública porque el binomio Paz–Lara se forjó de forma accidental. El candidato a vicepresidente original de Paz para los comicios del 17 de agosto se bajó de la carrera y Lara, postulante a diputado en ese entonces, tomó su lugar in extremis. El inesperado aspirante es un expolicía que se hizo popular en redes sociales denunciando extorsiones y sobornos de sus superiores, lo que le costó su trabajo; intentó llegar al Palacio Quemado con su propio partido, pero la compleja burocracia se lo impidió.

Desde que comenzaron sus aspiraciones electorales, el expulsado gendarme expuso su pasado como vendedor de ropa usada y el de su esposa como taxista, enalteciendo a las clases más vulnerables. Para el analista político y exviceministro Diego Ayo, Lara está aprovechando el descontento actual de los sectores desfavorecidos con el decreto 5503 para ganar prestigio: “No se está dando cuenta de que se quiere subir a un hilo conductor que no es el suyo, es del evismo [del expresidente Evo Morales]. Un modelo en decadencia, que está a punto de cortarse definitivamente”.

Ayo asocia a Paz con un perfil de “estadista reformador” y a Lara con el de “caudillista con poder de movilización”, del que dice: “Continúa la regla dominante de polarización absoluta de los últimos 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS): ricos contra pobres, blancos versus indios. Es un dualismo recalcitrante que está a punto de ser quebrado”. La escritora y comunicadora aimara Quya Reyna coincide en que han chocado dos formas de hacer política: “Este es un Gobierno con una perspectiva muy distinta a la que tenía el MAS, con un gabinete muy tecnócrata. Frente a eso, Lara ha sido reducido a un perfil de persona ignorante”.

Paz, sostiene Reyna, pertenece a una clase política que se mantiene en puestos de poder desde el regreso de la democracia en Bolivia, en 1982. Su padre es el expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993) y su tío abuelo, Víctor Paz Estenssoro, también fue jefe de Estado en hasta cuatro ocasiones (1952–1956, 1960–1964 y 1985–1989). Ya fue concejal, senador y alcalde, mientras que su compañero de binomio no tiene experiencia política y se presentaba como el rostro nuevo de las elecciones. “El primero busca alianzas con sectores que le dan gobernabilidad y Lara busca poder enalteciéndose frente a las mayorías populares, que no tienen el capital ni la estructura para hacer una oposición”.

El primer reproche de Lara contra Rodrigo Paz vino con la conformación del gabinete de ministros, con un número importante de cargos para personas que ya fueron funcionarios en la llamada época neoliberal de Bolivia (1985–2005). La única cartera cuyo titular fue escogido por el vicepresidente, la de Justicia, fue cerrada poco después de la polémica en torno al designado Freddy Vidovic, quien fue declarado culpable por corrupción en un caso de 2015. El expolicía dijo entonces en uno de sus habituales tiktoks que el presidente se estaba “rodeando de gente de la peor calaña” y le pidió que no se convirtiera en “títere de Samuel Doria Medina”, un empresario y candidato que terminó en tercer lugar en las elecciones.

Lara se refería principalmente al ministro de la Presidencia, José Luis Lupo, viceministro en cinco ocasiones durante la era neoliberal y quien fuera candidato a vicepresidente de Doria Medina. La cartera de Lupo es la que más viceministerios tiene a su cargo: siete. Uno de ellos es el de Coordinación Legislativa, al que, a través de un reciente decreto, se le asignan funciones que se superponen con las del vicepresidente. Lara calificó la acción de “inconstitucional”; sus diputados la tildaron de “golpe a la vicepresidencia” e incluso sus simpatizantes salieron a marchar.

El vicepresidente intenta concentrar a la población descontenta con el Gobierno y a lo que históricamente se ha llamado el bloque nacional popular: mayorías campesinas e indígenas articuladas en la lucha contra la exclusión, que fueron la base electoral del MAS durante sus primeros años. Sin embargo, según Reyna, la imagen que proyecta es poco esperanzadora por las polémicas que despierta, como llamar “pelotudos” a los ministros de Paz o subir un video en el que dice haber sido engañado por su esposa para luego desmentirlo y asegurar que fue creado con inteligencia artificial. “Es una población huérfana políticamente”, sostiene la comunicadora.

“El bloque popular es muy difuso (…) Los aimaras un día son los de la mercancía y el contrabando y al otro exigen la continuidad de la educación pública. Todavía nadie ha podido abarcar su complejidad, tampoco el socialismo del siglo XXI. Andrónico Rodríguez lo intentó, pero tampoco tuvo éxito, a pesar de tener legitimidad como cocalero”, continúa Reyna. La ausencia de un líder ha hecho que Morales permanezca en el escenario político. El expresidente ha anunciado su participación en las elecciones municipales y departamentales del próximo año, el mismo escenario en el que Lara dijo que competiría por su cuenta, con su propio partido, y que configurará el panorama político de Bolivia, en transformación desde la caída del MAS.

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