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La Navidad más tensa en Venezuela

Las fiestas están atravesadas por las mayores tensiones con Estados Unidos que ha vivido el país en décadas

La Navidad es inercia: compras, cena, regalos, reunión familiar en todas las escalas entre la precariedad y el derroche que coexisten en un país cada vez más desigual como Venezuela. La que se vive en Caracas este 2025 disimula lo que está en la mente de gran parte de los venezolanos. Las fiestas están atravesadas por las mayores tensiones geopolíticas que ha vivido el país en décadas, en medio del también mayor despliegue de activos militares estadounidenses en tiempo reciente, que amenaza como un hilo de pólvora la frontera caribe del país sudamericano.

La sensación de inminencia de que algo pueda pasar, de “ahora sí”, esa incertidumbre crónica que por años los venezolanos han experimentado con respecto a la prolongada crisis política, ha metabolizado estas Navidades. No se habla de ello, al menos no sin dar un rodeo al lenguaje, con la jerga de la censura. Es por eso que la preocupación por los ataques e incautaciones de petroleros sancionados en el Caribe que obligaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a reunir a sus representantes en la víspera del 24 de diciembre, no se nota en las calles decoradas de Navidad desde octubre, cuando el Gobierno de Nicolás Maduro ordenó el inicio de la celebración y “la rumba”, mientras drones estadounidenses atacaban supuestas narcolanchas que partían de Venezuela y aviones de combate hacían sus merodeos por el espacio aéreo venezolano.

Es la misma víspera, mientras los embajadores daban su discurso en Nueva York, en la que una manicurista en Caracas terminaba de pintar de rojo las uñas a una clienta y confesaba su anhelo: “Si pasa lo que todos estamos esperando que pase, tendremos un buen año. Si no, igual, hay que seguir”, decía mientras daba brochazos de esmalte. “Así es, mija”, respondía la otra mujer entrada en años. La conversación en código revela lo que decían las encuestas antes de las presidenciales del año pasado: la mayoría del país quiere un cambio político y todavía lo espera.

En las calles la mayor preocupación que los ciudadanos expresan es la del dinero, el aumento acelerado del dólar y cómo hacer para estirar los ingresos. “Este año decidí olvidarme de lo que está pasando, para no pasarlo mal”, dice Luis Martínez, de 56 años, un abogado jubilado de la administración pública. Aunque algunos aspiran a la evasión en un momento tenso, las alertas en las redes sociales siempre asaltan con cada nueva declaración ambivalente de un funcionario estadounidense o venezolano y las actualizaciones de los movimientos de barcos y aviones militares en el Caribe. “Todos, con más o menos desesperación, estamos esperando un cambio el país, que algo pase, aunque ahora tengo vagas esperanzas de que vaya a suceder”, afirma Martínez. Con grandes esfuerzos, ha decidido pasar el fin de año en la Isla de Margarita con su familia, haciendo el viaje más económico por carretera y ferry y llevando comida de casa para evitar gastar en restaurantes. Pudo pagar la estadía aprovechando el enorme diferencial al vender unos dólares que tenía ahorrados.

Desconectarse de las noticias “para sobrevivir”

“La gente está angustiada sobre todo por el tema económico. Pero todo el mundo quiere que esto se acabe, y no es un problema ideológico. Mientras más se alarga la situación política, empeora toda la vida”, comenta Mariana, una periodista venezolana que ha pedido cambiar su nombre por seguridad. Para ella, esta es la Navidad de un país “muy pobre” y ella también ha decidido desconectarse de las noticias. “Es una forma de protegerse. Además, estar informado en este país requiere mucho tiempo, y ese tiempo lo necesito para sobrevivir. Aquí no es como en otro país que enciendes el noticiero del mediodía y más o menos, con diferencias editoriales, te enteras en general de lo que está pasando”, dice la reportera de 58 años.

Este diciembre, dice, pasará una de las Navidades más duras que recuerde. “La familia se ha reducido al mínimo”. La vida también. Desde hace más de un año no tiene trabajo en su área, luego de que renunció a un medio de chequeo de noticias que luego cerró por falta de recursos y presiones políticas. Se ha dedicado a hacer galletas y, eventualmente, a dar cursos de verificación de bulos, con lo que apenas sobrevive. Tampoco quiere ejercer en un contexto en el que ha aumentado el riesgo para los periodistas: 20 están presos y esta misma semana la Asamblea Nacional ha aprobado una nueva ley para penalizar a quien “promueva, instigue, solicite o respalde” acciones de piratería, bloqueo y sanciones que, denuncia el Gobierno venezolano, hace Estados Unidos.

Los venezolanos han corrido el maratón de la supervivencia, incluso en años con peor situación económica. Los últimos meses de este 2025 han sido en cuesta. Aun así, los centros comerciales de Caracas se han llenado de gente que aprovecha opciones de financiamiento que ofrecen las tiendas. También se ha masificado el uso de una plataforma llamada Cashea, impulsada por jóvenes emprendedores tecnológicos, que rápidamente encontró mercado ante la ausencia del crédito bancario en el país, como medida gubernamental para frenar la inflación. “Cashea le salvó la Navidad a muchos”, dice el abogado Martínez, que compró algunas cosas este diciembre dando una inicial y tiene tres meses para pagar el resto. “En enero, veremos”. Así es con las cuotas y con todo.

La crisis política entre Estados Unidos y Venezuela ha tenido su mayor expresión en la desolación del aeropuerto internacional. La advertencia que hizo la Aviación estadounidense del aumento las operaciones militares en el espacio aéreo venezolano ha profundizado el aislamiento del país. Las principales líneas aéreas que conectaban con Europa, Colombia o Panamá han suspendido gradualmente sus operaciones. Esta semana, Iberia y Air Europa, que habían anunciado el cierre de operaciones hasta fin de año, lo han extendido al mes de enero. Los que tenían que pasajes comprados tuvieron que cambiar de plan o armar complicados trasbordos a través de ciudades colombianas para poder celebrar en familia.

La desconexión, el cerco, el bloqueo es la nueva normalidad en Venezuela. Así como los reportes de aviones militares estadounidenses sobrevolando la fachada norte del país y, ahora, la incautación de petroleros sancionados. En este escenario, los análisis económicos dibujan un panorama oscuro de contracción para inicios de 2026, por la previsible reducción de los ingresos del Gobierno por la venta de petróleo.

Mientras tanto, el presidente Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores aparecen bailando en una fiesta en un barrio en Caracas y la vicepresidenta Delcy Rodríguez difundió fotos mientras hacía hallacas con su familia. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, por su lado, en un acto en la base militar de La Carlota en el que entregó juguetes a los hijos de los oficiales y la tropa, aseguró que Venezuela juega “un papel trascendental” en la estabilidad global. “De lo que pasa en Venezuela, hoy, dependerá el orden mundial”. Y, desde algún lugar fuera de Venezuela, la líder opositora María Corina Machado envió un mensaje en redes sociales por la Navidad. “Muy pronto estaremos juntos, con nuestras familias en Venezuela, construyendo un gran país”. En enero, se verá.

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