El debate de candidatos a vicepresidente de Bolivia se empaña con ataques personales y ausencia de propuestas
Juan Pablo Velasco y Edman Lara centran sus intervenciones en denigrar al rival


Las dos figuras más polémicas de la campaña para la segunda vuelta presidencial en Bolivia se enfrentaron el domingo por la noche en un debate televisado. Los candidatos a la vicepresidencia —Juan Pablo Velasco, compañero de fórmula de Jorge Tuto Quiroga, y Edman Lara, de Rodrigo Paz— acapararon la atención de los medios con controvertidas declaraciones y desinformación desde que se conocieron los resultados de la primera vuelta, el pasado 17 de agosto. La discusión estuvo a la altura de los perfiles: ataques que escarbaban en el pasado y en la vida privada del contrincante, sin dejar tiempo para presentar propuestas para sacar al país de la profunda crisis económica, marcada por una inflación de dos dígitos.
Los moderadores tuvieron que intervenir en varias ocasiones para recordar a los aspirantes que las reglas del debate no permitían insultos. “Por respeto a los televidentes, concéntrense en sus planes de gobierno”, dijo una de ellas. Una de esas llamadas de atención fue para Velasco por llamar pajpaku (“hablador”, en quechua) a Lara. El expolicía, segundo al mando de Paz, catapultó su candidatura denunciando hechos de corrupción dentro de la institución armada. La franqueza, que resultó ser su principal arma en el periodo preelectoral, ahora le acarrea críticas por las desmedidas aseveraciones que realiza en sus transmisiones en vivo por redes sociales: desde asumir que tendrá “más poder que Paz” hasta comparar a Bolivia con un paciente enfermo de cáncer degradado por la quimioterapia.

Lara, por su parte, utilizó cada una de sus réplicas para recordarle a su contrincante sus polémicos tuits, descubiertos hace unos días. Velasco, autodefinido como un empresario digital y oriundo de Santa Cruz de la Sierra, en la parte oriental del país, publicó en 2010 que “a los collas hay que matarlos a todos”, refiriéndose de forma despectiva a la población andina y occidental de Bolivia por su origen prehispánico en el Collasuyo. El antiguo gendarme le reprochó: “Tienes que hacerte cargo de tus tuits racistas”. A lo que Velasco respondió: “No soy tu enemigo, concentrémonos en nuestras propuestas”.
El binomio de Tuto de Alianza Libre, sin embargo —aunque de forma más sutil y menos frontal que Lara—, también entró en la tónica de los ataques. Velasco se dirigió dos veces al candidato del PDC como “Evo [Morales]” como parte de una clara estrategia de campaña para relacionarlo con el expresidente, ya que los democristianos captaron gran parte del voto que antes iba al Movimiento al Socialismo (MAS). El partido oficialista atraviesa su peor etapa, pues es el rostro visible de la reducción en la producción de gas —principal fuente de ingresos de la nación sudamericana—, que ha traído escasez de dólares y combustible.
De cuando en cuando, entre la ola de ofensivas personales, los candidatos hablaron de sus planes para paliar la situación. A pesar de sus encontronazos, los programas de sus partidos tienen varios puntos en común: reajuste fiscal, reducción de al menos el 10 % en impuestos y reformas constitucionales para facilitar la exportación y la relación con mercados internacionales. La diferencia está en el discurso y en la forma de exponer sus lineamientos. Velasco no duda en mostrar una ideología liberal: “La única solución para salir de la crisis es la inversión extranjera”. Por su parte, Lara afirma hablar siempre a las clases más desfavorecidas y vulnerables: “He recorrido muchos municipios y sé que varios no tienen agua potable, carreteras y que el sistema los extorsiona”.
Durante su última intervención, Lara quiso despedirse realzando su figura de outsider, un factor clave que le permitió obtener el 32 % de los votos en la primera vuelta, frente al 27 % de Quiroga. “No les habla un político tradicional, sino alguien que conoce sus necesidades. Es tiempo de darles la oportunidad a quienes nunca han gobernado”, dijo. Mientras tanto, Velasco se despidió insinuando que sería peligroso tener a su contrincante presidiendo la Asamblea Legislativa, como corresponde al rol del vicepresidente en Bolivia: “Hoy vino alguien a destruir, denigrar y otro a proponer y construir”.
El nivel del debate fue duramente criticado en redes sociales y por analistas políticos. La activista María Galindo, quien comentó el debate en señal abierta, aseguró que se vio “pobre del lenguaje, pobre de ideas y con ausencia completa de argumentos”. El turno de los candidatos a presidente será el próximo domingo 12, la parada final antes de la segunda vuelta, prevista para el día 19.
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