Ir al contenido
_
_
_
_

La autopercepción indígena se vuelve arma electoral en Bolivia

Los sectores conservadores relacionan la bajada del porcentaje de personas que se identifican con alguna nación originaria con la crisis del Movimiento Al Socialismo

Indígenas aymaras durante la celebración del Willkakuti en Tiahuanaco, Bolivia, el 21 de junio de 2022.
Caio Ruvenal

El único de los resultados del último censo en Bolivia que generó divisiones fue el referido a la autoidentificación indígena. El 38,7% de los casi 11,5 millones de bolivianos declaró pertenecer a alguna nación originaria, frente al 41% de la encuesta de 2012 y lejos del 62% registrado en 2001. Políticos y medios opositores vincularon el descenso con el fin de casi dos décadas de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), que enarboló un discurso indianista. Del otro lado, figuras de izquierda destacaron una desaceleración en la caída y recordaron que la población indígena creció en números absolutos: “Un porcentaje alto, considerando el embate grotesco del racismo producto de la polarización”.

Los analistas coinciden en que la creciente migración del área rural a las ciudades —7 de cada 10 bolivianos vive en zonas urbanas, según los nuevos datos— influye en los resultados. La ascendencia que llega del campo se vuelve cada vez más lejana para las nuevas generaciones y con ella se diluyen las lenguas originarias y ciertas prácticas vinculadas al territorio. Sin embargo, también señalan que el contexto político incide en la volatilidad de la cifra. La llegada a la presidencia en 2006 del primer presidente indígena, Evo Morales, fue resultado de una serie de luchas de los pueblos originarios por participar en la vida pública que se intensificaron en la década de los noventa.

Carlos Macusaya, ensayista aimara y excandidato a senador por Andrónico Rodríguez en las pasadas elecciones, recuerda que en 2001 la identidad indígena significaba rebeldía frente al orden establecido. “Era un contexto de alta politización donde los partidos y el modelo económico tradicional eran cuestionados”. El MAS canalizó esas demandas y convocó una Asamblea Constituyente que permitió, por primera vez, la participación de representantes de las naciones originarias en la redacción de la nueva Constitución de 2009, donde plasmaron su visión de autonomía y cosmovisión, base de la fundación del Estado Plurinacional de Bolivia.

Algunos sectores conservadores, como los cívicos de Santa Cruz, presionan ahora a los candidatos opositores que disputarán la segunda vuelta presidencial el 19 de octubre para eliminar la figura del Estado Plurinacional y “volver a la República”. La demanda cobró fuerza tras el censo de 2012, cuando se argumentó que la drástica caída de la población indígena “fragmentaba” la identidad nacional. Para la diputada opositora y miembro de la nación Sura, Toribia Lero, es “preocupante” este intento de retroceso, aunque responsabiliza al MAS de la estigmatización que asocia lo indígena con el oficialismo.

“La crisis económica y el desfalco a las reservas internacionales del MAS han llevado a que se relacione al indio con corrupción, minería ilegal e incapacidad. Los movimientos indígenas ya no obedecen a sus propios intereses, sino al Gobierno, donde ocupan cargos”, afirma Lero. La diputada de Comunidad Ciudadana participó en el proceso constituyente de 2009, pero se alejó de Morales y es crítica con el Gobierno. Las políticas que estos disidentes califican de ecocidas, como la carretera que pretendía atravesar la Amazonía y derivó en confrontaciones entre la Policía y comunidades, explica el alejamiento de grupos que antes se vinculaban con el partido de Morales. Al punto de expresar públicamente que no se identificarían como indígenas como acto de rebeldía frente al Gobierno.

El historiador y fundador del periódico indianista Pukara, Pedro Portugal, sostiene que ha habido una “folclorización” de lo indígena en los últimos años, como las ceremonias de investidura de Morales en las ruinas de Tiahuanaco, en 2006. “El resultado del censo es un fracaso de esas políticas. Se ha instrumentalizado lo indígena como ventaja política. El MAS tuvo legitimidad al tener un presidente indígena, pero solo puso en práctica preocupaciones anteriores, como el cultivo de coca y la wiphala”. Con todo, el número absoluto de personas mayores de 15 años que se identifican con alguna de las 36 naciones reconocidas en la Constitución aumentó: de 2.806.592 en 2012 a 4.302.484 en 2025.

Las culturas que lideran el crecimiento son la quechua y la aimara. Macusaya lo atribuye a la emergencia de una generación de intelectuales con marcada mirada étnica: hijos de migrantes campesinos que accedieron a la universidad y se beneficiaron del ascenso social de la clase indígena. “En los últimos años, ha cobrado fuerza el activismo en redes sociales. Hay quienes enseñan quechua o aimara, otros que problematizan lo étnico. Ese trabajo ha logrado que más personas se autoidentifiquen como nativas”, dice. Esta trinchera se fortaleció tras la caída de Morales en 2019, cuando se exacerbaron los discursos de odio y discriminación en las clases medias y altas urbanas que empujaron su derrocamiento.

“La frase ‘indios de mierda’ se mimetizó con ‘masistas de mierda’. Ya no se insulta como indio, sino como masista. Mucho se descalificó a la población indígena como masista, pero algunos políticos, en época electoral, están reconsiderando sus posiciones”, afirma Macusaya. Los entrevistados coinciden en que de los jóvenes pensadores surgirán nuevos liderazgos capaces de recomponer las fuerzas que toman lo étnico como bandera. También advierten que los próximos líderes deberán comprender cómo se ha transformado la clase indígena, que no es la misma de hace veinte años.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_