El tamaño extra grande de la papeleta de las elecciones presidenciales en Perú
Los peruanos elegirán a su próximo presidente y senadores en una planilla mayor que el cartón de una pizza familiar

Salvo algunas tachas, en las elecciones generales de 2026, los peruanos elegirán a su nuevo presidente, senadores, diputados y representantes del Parlamento Andino entre 39 agrupaciones políticas. La cédula electoral medirá 42 centímetros de ancho por 44 centímetros de alto.
Ocupa las dos terceras partes de un televisor de 32 pulgadas y es más grande que un cartón de pizza familiar. No se trata de un acertijo más, sino de la cédula electoral con la que los peruanos elegirán a sus próximas autoridades. Un planillón gigante que no tiene precedentes en el país ni en el continente: 42 centímetros de ancho por 44 centímetros de alto para elegir al sucesor de Dina Boluarte, pero también a los representantes de un Congreso que volverá a tener dos cámaras después de 32 años (130 diputados y 60 senadores), además de cinco parlamentarios andinos.
El 12 de abril de 2026, el elector ingresará a su mesa de votación y se enfrentará a una hoja con cinco columnas, que tranquilamente podría enrollarse como un papiro, y que estará repleta de cuadros, símbolos, nombres y rostros. Radio Programas del Perú (RPP) lo reprodujo esta semana y provocó el asombro entre sus lectores. Hasta la fecha, salvo invalidaciones de por medio, treinta y nueve agrupaciones políticas arrancarán en el partidor. Tan solo tres son alianzas electorales, un reflejo de la dificultad de la clase política para hallar consensos y diseñar proyectos sustentados en ideas y no tanto en personas.
“Es la elección más compleja de la historia”, ha dicho Piero Corvetto, el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), y no se ha quedado corto. Por ahora, la contienda se repartirá entre 117 candidatos para fórmula presidencial, 3 mil 354 candidatos para senadores, 6 mil 162 para diputados, y 624 para el Parlamento Andino. En total, 10 mil 257 candidatos para tentar el trono del Ejecutivo o un escaño en el Congreso. El despliegue será mayúsculo: 93 650 mesas de votación, distribuidas en 11 286 locales a lo largo del territorio nacional.
El politólogo Carlos León Moya ensaya tres razones acerca de esta cartilla insólita: la atomización del país, el rol de un Congreso que trastocó las reglas del juego, y el azar. “No hay oficialismo ni oposición, sino grupos que buscan ganar una tómbola. En lugar de un patrón de carrera política, la tentación -racional- es postular a la Presidencia o al Congreso a ver si te liga. Es como jugar la lotería”.
Bajo su óptica, el triunfo de Pedro Castillo es un ejemplo a seguir: un político que remontó en el tramo final, y que no necesitó superar el 20% de votos válidos para puntear en la primera vuelta. Ni a Castillo, ni a Keiko Fujimori les hizo falta lograr más de tres millones de votos para pasar a la recta final en un país de 34 millones de ciudadanos. “Si Pedro Castillo ganó, yo también puedo. Y si no puedo, no importa: vendo los puestos de la lista al Congreso, y recupero mi inversión. Tener un partido inscrito es también una forma de ser emprendedor”, dice con ironía León Moya.
A siete meses de las elecciones, los aspirantes más fuertes para gobernar Palacio cuentan con porcentajes debiluchos de intención de voto. Según el último sondeo de Ipsos, Rafael López Aliaga (Renovación Popular), el alcalde de Lima que se hace llamar Porky para generar simpatía pero que más bien le desea la muerte a sus adversarios —como sucedió hace poco con el periodista Gustavo Gorriti— araña el 11%; Keiko Fujimori (Fuerza Popular), la eterna postulante, alcanza el 7%; Carlos Álvarez (País para Todos), un comediante cercano al fujimorismo, no despega del 5%. El resto está por debajo. Son decenas de candidaturas que se diluyen al ir en busca de un solo botín.
“No hemos llegado a esta cantidad de partidos solo por un fraccionamiento de las ideologías. Es una clara muestra del personalismo de la política. Estamos ante una atomización marcada por el interés propio de las organizaciones y sus liderazgos antes que por un interés de construcción democrática o de representatividad”, explica la politóloga Paula Távara. Subraya que el planillón sería más pequeño si se hubiesen llegado a constituir más alianzas electorales, pero los egos han prevalecido. Incluso a pesar de que las autoridades electorales fueron flexibles con los plazos.
En 2021, hubo 18 candidatos a la Presidencia. Aquella vez el tamaño de la cédula fue de 25 centímetros de ancho por 21 centímetros de largo. Sus dimensiones ya impresionaban, pero en el 2026 quebrarán los límites. Távara predice que los porcentajes en los próximos comicios serán todavía más bajos y que en una eventual segunda vuelta los candidatos serán menos representativos. “El ciudadano estará confundido. Es imposible concentrarse entre tantos partidos. Esto favorecerá a aquellos que aparezcan en las primeras líneas del pliego”.
Como se recuerda, la ONPE solicitó realizar el proceso electoral con más de una cédula para tener más orden y facilitarle la tarea al elector, pero fue el Congreso el que dispuso que todo estuviese contenido en una sola hoja. Fue el mismo Parlamento, además, el que eliminó el principal filtro para reducir la cantidad de candidaturas: las Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Al dejar de ser obligatorias, las agrupaciones políticas han escogido a sus representantes con procesos internos y regulados por sus propios estatutos, excluyendo el voto de aquellos que no militan en sus partidos. De esta manera, la valla bajó y se hizo menos difícil para los aventureros.
“El problema en el Perú no son las reglas, sino la oferta política. ¿De qué sirve tener dos cámaras, una de ellas pensada como “reflexiva, si el 95% de los congresistas serán irreflexivos? El nuevo Congreso será tan espantoso como siempre o incluso más”, señala Carlos León Moya. La mirada de Paula Távara es similar: “la impopularidad del Congreso hace que se perciba que solo está incrementándose el gasto por una institución desacreditada”. A fines de julio, la aprobación del Congreso llegó apenas al 3%, de acuerdo a una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos.
Si las elecciones generales fueran mañana, el 38% de peruanos viciaría su voto o votaría en blanco, según el sondeo más reciente de Ipsos. El desencanto es generalizado. Con una cédula más grande que un cartón de pizza familiar, todo indica que la confusión también lo será. Más que informado, el voto será caótico.
*Agradecimiento a Radio Programas del Perú (RPP) por la cesión de su cédula.
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