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Trump respalda la reelección indefinida de Bukele: “Rechazamos la comparación con regímenes dictatoriales”

El Departamento de Estado apoya la medida tomada por la Asamblea afín al mandatario salvadoreño que permite al principal aliado de Washington en Centroamérica perpetuarse en el poder

Donald Trump en la Casa blanca, este martes.
Wilfredo Miranda Aburto

En medio del torbellino de críticas nacionales e internacionales que ha causado la decisión del Parlamento de El Salvador de aprobar la reelección indefinida que permitirá a Nayib Bukele perpetuarse en el poder, la administración de Donald Trump ha dado un rotundo espaldarazo a su mayor aliado político en Centroamérica: “La Asamblea Legislativa de El Salvador fue elegida democráticamente para promover los intereses y las políticas de sus electores. La decisión de realizar cambios constitucionales es suya. Les corresponde decidir cómo debe gobernarse su país”, declaró un portavoz del Departamento de Estado.

El 31 de julio pasado, el popular mandatario salvadoreño consumó su ambición política más alta, y aprovechó su mayoría legislativa para romper los candados constitucionales que prohíben la reelección indefinida, el mal más común que ha conducido a decenas de países latinoamericanos a dictaduras.

Los cambios constitucionales dejan vía libre a Bukele para optar a un tercer mandato; amplía el periodo presidencial a seis años –cuando era de cinco– y elimina la segunda vuelta electoral. Para organizaciones civiles salvadoreñas y defensores de derechos humanos internacionales, la reforma aprobada por la Asamblea bukelista enciende todas las alarmas de lo que ven como el último paso de un régimen cada vez más autoritario.

“Están recorriendo el mismo camino que Venezuela. Empieza con un líder que usa su popularidad para concentrar poder, y termina en dictadura”, advirtió en su cuenta de X Juanita Goebertus, directora de la División de las Américas de Human Rights Watch. Por su parte, el subdirector de esa organización, Juan Pappier, recordó que la Corte Interamericana de Derechos Humanos “ha sido clara sobre los riesgos a la democracia que implica la reelección presidencial indefinida”. Ese tribunal advirtió, en una opinión consultiva de junio de 2021, de “que el mayor peligro actual para las democracias de la región no es un rompimiento abrupto del orden constitucional, sino una erosión paulatina de las salvaguardas democráticas que pueden conducir a un régimen autoritario, incluso si este es electo mediante elecciones populares”.

Sin embargo, la administración de Trump, que se convirtió en un firme aliado de Bukele después de que este le ofreciera su megacárcel del Cecot para recibir a deportados de Estados Unidos, ha decidido apoyar la reforma de El Salvador, un país que en los últimos meses ha visto exiliarse a una cuarentena de periodistas y defensores de derechos humanos y que ya cuenta con varios presos políticos, entre ellos la abogada Ruth López.

“Rechazamos la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y constitucionalmente sólido, con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”, insistió el portavoz del Departamento de Estado. Se trata de un viraje total a la administración antecesora, la de Joe Biden, que constantemente cuestionó el autoritarismo en ciernes de Bukele y sancionó a varios funcionarios de Bukele, como Osiris Luna Meza, director general de Centros Penales y Viceministro de Justicia y Seguridad Pública.

Precisamente, desde la cartera de Centros Penales, Bukele puso a la disposición de Washington su Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) para albergar a migrantes deportados, entre ellos los venezolanos acusados sin pruebas por Trump de pertenecer al Tren de Aragua.

La semana pasada, el subdirector para las Américas de HRW, Juan Pappier, aseguraba en declaraciones a EL PAÍS, que si Bukele había podido llevar a cabo la reforma constitucional que le permite la reelección indefinida en este momento tiene que ver con que sabe que, con Donald Trump en la Casa Blanca, tiene “vía libre”. “Hoy, él siente que no tiene diques de contención internacionales que impidan que lleve al país por el camino de Nicaragua. Él sabe que a Trump la democracia y la separación de poderes no le puede importar menos, que lo que le importa es tener gobiernos como el de El Salvador que le hagan la tarea y él está feliz de hacerle los deberes a Trump a costa de su proyecto autoritario”, añadió.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.
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