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Brasil explotará 19 yacimientos de petróleo frente al delta el río Amazonas

El Gobierno de Lula celebra con euforia el resultado de una subasta récord, pero el petróleo amenaza con manchar la COP30 del clima que Brasil acoge en noviembre

Una vista aérea del delta del río Amazonas.

Brasil entregó este martes a un puñado de empresas petroleras la explotación de 19 yacimientos petrolíferos en alta mar, frente al delta del río Amazonas. Formaba parte de las subastas que periódicamente realiza la Agencia Nacional del Petróleo, un organismo estatal, y que en total ponía a disposición del mercado 172 áreas. El Gobierno celebró el resultado por todo lo alto, destacando que la subasta “superó las expectativas” y supone un “récord absoluto” porque aportará 989 millones de reales (180 millones de dólares) a las arcas públicas este año, el doble de lo que se preveía inicialmente. Además, se espera que las petroleras inviertan 1.450 millones de reales al año (más de 260 millones de dólares) para extraer el petróleo.

La euforia del comunicado del Ministerio de Minas y Energía tras la puja contrasta con la indignación de ecologistas e indígenas, que protestaron frente al hotel de Río de Janeiro donde se celebró “la subasta del Juicio Final”, según rezaban algunas pancartas. La posibilidad de explotar petróleo en la costa frente a la Amazonía está sobre la mesa desde hace tiempo, y a Brasil le entró la prisa después de que, no muy lejos, Guyana descubriera un maná de petróleo que está revolucionando su economía. El tema genera tensiones dentro del Gobierno. La petrolera estatal Petrobras presiona para explotar petróleo en la región, pero faltan los últimos permisos ambientales. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva llegó a decir que el órgano que debe dar la luz verde definitiva estaba “mareando la perdiz”.

La subasta de este martes demuestra que el Gobierno sigue firme en su intención de abrir una nueva frontera petrolífera en la costa norte del país, en vista de que faltan pocos años para que se agoten los pozos del presal, el crudo escondido a miles de metros de profundidad bajo una capa de sal en la costa sureste.

“Este resultado demuestra que estamos en el camino correcto […]. Sostenibilidad también significa desarrollo regional, combate a la desigualdad y más oportunidades para la población”, decía el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, después de la subasta. En el recóndito Estado amazónico de Amapá, uno de los más pobres del país, la clase política espera el petróleo como agua de mayo. Los yacimientos de la costa amazónica son sólo una parte; en total, las empresas presentaron propuestas para 34 bloques. Una parte de ellos está tierra adentro, en el estado de Mato Grosso, y los ecologistas alertan de que, por su cercanía, podrían afectar a seis territorios indígenas.

La brasileña Petrobras (con el Estado como principal accionista) lidera buena parte de las concesiones otorgadas en esta subasta, junto con las estadounidenses Exxon y Chevron o la china CNPC, entre otras. En octubre firmarán el contrato, y en ese mes también se celebrará otra subasta, pocos días antes de que Brasil se convierta en el anfitrión de la COP30 del clima, que para más inri se celebrará en la ciudad amazónica de Belém do Pará, no muy lejos de donde estarán esos futuros pozos de petróleo.

Para la portavoz de Océanos de Greenpeace Brasil, Mariana Andrade, es “increíble” que en pleno año de la COP30 la agencia estatal del petróleo siga queriendo “agujerear la costa amazónica”. “En vez de expandir fronteras petrolíferas, Brasil debería concentrarse en garantizar una estrategia coherente y un mandato social y político para alejarse de los combustibles fósiles”, subrayó en un comunicado. En general, los ecologistas lamentan que el argumento de empresas como Petrobras, de que el dinero del petróleo servirá para financiar la transición energética, es una entelequia, porque apenas se invierte en energías renovables.

Lula quiere convertir la COP30 en un gran escaparate para posicionar a Brasil como líder mundial en la diplomacia verde, y a buen seguro usará los favorables datos en la lucha contra la deforestación para sacar pecho ante la comunidad internacional. En la cumbre del G-7 de esta semana en Canadá uno de sus principales objetivos era lograr confirmar el máximo de asistencias de jefes de Estado a la cumbre amazónica. Pero la cita climática lo tiene todo para acabar siendo una bomba de relojería. Las protestas por la macro subasta petrolera llegaron también a Bonn (Alemania), donde estos días se celebra una reunión preparatoria de la COP30. Los manifestantes portaban pancartas con la frase ‘Un liderazgo climático no se construye con petróleo’, en clara alusión a Lula.

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