Mercedes Bidart, la argentina que financia a los emprendedores que los bancos rechazan
En cuatro años, convirtió su tesis de maestría en una plataforma que está revolucionando el microcrédito en Colombia. Quipu, que evalúa la solvencia económica con datos del presente y no con un historial financiero, entrega 4.000 créditos mensuales a emprendedores

Los datos recolectados con inteligencia artificial pueden cambiar la vida de quienes están en el corazón de la economía informal colombiana. Eso descubrió Mercedes Bidart (Buenos Aires, 33 años), una argentina que, en 2021, creó Quipu, una empresa que da acceso al crédito y desarrolla soluciones financieras digitales para fomentar el crecimiento de las microempresas del país. En sus palabras, “la tecnología que desarrollamos nos permite apoyar financieramente a quien es rechazado en cualquier otro banco”. En 2024, ese trabajo le mereció ser una de las tres latinoamericanas reconocidas por el Cartier Women’s Initiative, por su aporte a la construcción de un mundo más equitativo y justo, y de los Premios Ignite, organizados por el Foro Latinoamericano de Inversión de Impacto.
Bidart se emociona cuando habla de Quipu, que es una ventana de oportunidad porque evalúa los riesgos de quienes mueven la economía de base sin mirar su pasado financiero, “solamente leyendo el presente”, dice ella. La apuesta combina inteligencia artificial avanzada con la recolección de datos reales del movimiento cotidiano de cada persona que se postula a un crédito. Según Bidart, “no importa si la experiencia crediticia fue mala o inexistente. Lo que pesa es cómo se mueve hoy el negocio. Cuánto dinero entra y sale, qué cuentas o billeteras digitales usa, qué aplicaciones tiene instaladas, cómo maneja su teléfono”. El sistema tecnológico que creó está siendo entrenado con datos de más de 300.000 personas.
El empeño de Bidart por mejorar la productividad de la economía informal colombiana llegó a tal punto que hoy Quipu ha logrado otorgar créditos productivos por un total de 7 millones de dólares a emprendedores, 5 millones de ellos desembolsados este año. Con ese dinero, 35.000 emprendedores colombianos fueron atendidos por Quipu desde su fundación y hoy otros 20.000 son beneficiarios activos de la empresa, que entrega 4.000 créditos mensuales.
Mejorar la ciudad informal
Bidart nació en Buenos Aires, Argentina, y estudió Ciencia Política. Eligió esa carrera porque cree en los proyectos de impacto social. “Siempre pensé que las transformaciones que necesitan los gobiernos locales se debían hacer desde la política pública”, dice. Mientras avanzaba en sus estudios, trabajó en un centro de pensamiento que acompañaba a las alcaldías de toda Argentina en el estudio de políticas públicas para vivienda, emprendimiento e informalidad. Además, durante cinco años fue voluntaria de Techo, una organización que busca mejorar las condiciones de vivienda de los barrios en situación de pobreza extrema en toda Latinoamérica.
Con la convicción de que en la autoridad local reside el poder para “mejorar la ciudad informal”, como ella lo dice, hizo una maestría de planificación urbana en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) para adquirir herramientas que le ayudaran a diseñar soluciones para las ciudades de Latinoamérica. Siempre quiso construir métodos para mejorar la vida de las ciudades, para que sus habitantes pueden vivir dignamente en medio de las adversidades. De ahí el nacimiento de Quipu: “la empresa de la que hoy soy directora ejecutiva surgió de mi tesis de maestría. Me preguntaba por qué existía el riesgo productivo y por qué había que evaluar el riesgo de una manera diferente”.
Bidart llegó por primera vez a Colombia gracias a una beca que obtuvo con el MIT. “En un congreso de vivienda en Boston conocí al director de la Fundación Santodomingo. Él me invitó a Barranquilla a desarrollar la investigación de mi tesis con mujeres emprendedoras en barrios de vivienda de interés social”, recuerda. Ese trabajo de campo terminó por definir que Quipu nacería en Colombia.
A su regreso al MIT hizo su equipo, creó los prototipos de la plataforma y en 2020 recibió un financiamiento del BID Lab Colombia para expandirlos. Esa oportunidad hizo que se mudara definitivamente al país: primero llegó a Barranquilla, donde consolidó el equipo hablando con comunidades del barrio Villa San Pablo para entender las dinámicas y necesidades de los territorios urbanos, y luego se fue a Medellín, donde la empresa –actualmente con 40 colaboradores remotos– empezó su crecimiento exponencial.
Cambiar la vida de un país
“Cuando un emprendedor, un dueño de un restaurante, una manicurista, la dueña de un salón de belleza, quiere acceder a un crédito, lo primero que le evalúan es el historial crediticio, es decir, su pasado financiero”, dice. Así, en un país en el que la mayoría de trabajadores independientes tiene reportes negativos ante las centrales de riesgo, acceder a una fuente financiera que les permita hacer crecer su negocio se vuelve un callejón sin salida. “Muchos terminan acudiendo al gota a gota. Lo que buscamos es que salgan de ese ciclo”, advierte Bidart. Gracias a esa estrategia logran entregar créditos productivos que arrancan en 500.000 pesos que son la semilla de grandes proyectos productivos.
Los procesos que Bidart lidera en Quipu tienen como base la investigación. Detrás de cada decisión que se toma frente a una persona que quiere acceder a un crédito, hay un trabajo riguroso de análisis de datos. Esa información, sumada a las alianzas estratégicas que ha logrado consolidar Quipu, ha sido clave para el rápido crecimiento de la compañía. Bidart y su equipo han forjado relaciones de alto valor con actores que tienen presencia nacional como Claro, Bancolombia y Nequi. “Cuando un cliente no califica a un crédito dentro de la propia plataforma de Nequi, la aplicación le muestra un pop-up ofreciéndole aplicar a Quipu”, cuenta.
Bidart tiene claro su camino: “Utilizar la tecnología para que el dinero deje de fluir de manera excluyente”. Esto, no solo quiere seguir haciéndolo en Colombia, también trabaja día a día para que Quipu se convierta en un referente latinoamericano de impulso y desarrollo: “mi sueño es ser el buró de crédito de la economía informal”.
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