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Un análisis químico desvela el misterio de la droga ‘Coco Chanel’: es un tusi blanco con olor a coco

Un estudio de la organización Échele cabeza señala que esta mezcla de sustancias, que aparece en la investigación del asesinato de B-King y Regio Clown, no es una droga nueva

Emma Jaramillo Bernat

La droga con nombre de perfume conocida como ‘Coco chanel’, tal como habían advertido algunos expertos es, en efecto, un tipo de tusi. Aunque había llegado a ser calificada como una “nueva droga”, un análisis químico que ha publicado este sábado la organización colombiana Échele cabeza ha confirmado que se trata de un viejo conocido. Es tusi, solo que esta vez no va vestido de rosa, como es usual, sino que los polvos conservan su color original: son blancos y están aromatizados con coco. Y aunque las mezclas del tusi son prácticamente infinitas, el ‘Coco chanel’ cumple con el principal requisito que se necesita para ser catalogado como tal, y es que sus dos componentes principales sean la ketamina (un anestésico) y el MDMA, o éxtasis, un estimulante; ambas drogas sintéticas. “En conclusión, el Coco Chanel no es más que un tusi blanco con olor a coco”, publicó Échele cabeza a través de sus redes sociales.

Esta droga había cobrado relevancia mediática a raíz del asesinato del dj colombiano Jorge Luis Herrera Lemos, DJ Regio Clown, y del cantante de música urbana Bayron Sánchez Salazar, B-King, cuyos cuerpos desmembrados fueron encontrados México el pasado mes de septiembre. La principal línea de investigación de las autoridades de ese país apunta a que se trataría de una retaliación por parte de cárteles mexicanos ante la presunta iniciativa de los intérpretes de entrar a competir en el mercado de las drogas bajo la firma de ‘Coco Chanel’. Los resultados de este sábado confirman que no se trata de una nueva droga, sino de una de las múltiples mezclas y ejercicios de marketing bajo los cuales se comercializa el tusi.

Échele cabeza, una organización colombiana que trabaja por la reducción de riesgos y daños en el consumo de sustancias psicoactivas, ya había accedido a información que le permitía saber que ‘Coco Chanel’ eran unos polvos blancos que estaban siendo distribuidos en una pequeña bolsa marcada con un logotipo morado, con dos ‘C’ invertidas, que se tocaban entre ellas, y de cuya unión se desprendía un líquido de ese mismo color. La novedad la había ubicado con un precio ligeramente superior a la media del mercado, con un costo de 100.000 pesos colombianos por gramo (unos 26 dólares), y de 180.000 pesos (unos 48 dólares) por 2,2 gramos. No obstante, al ser consultada, la Policía de Medellín aseguró no tener conocimiento de una sustancia que llevara dicho nombre.

Dentro de este mundo rosa, es usual que los “cocineros” o dealers, que la mayoría de veces son la misma persona, busquen hacer sus mezclas más atractivas mediante sabores originales, pegatinas jocosas o haciendo referencia a marcas ya conocidas. El libro Tenebrismo químico: Estado y crítica de la razón del tusi’, escrito por el historiador colombiano Enrique La Rotta, relata los orígenes de esta droga, que se remonta a finales de la década del 2000 en Colombia, en el contexto de la guaracha, un género de música electrónica surgida en Medellín. En el ensayo se mencionar el primer coctel vendido bajo el nombre de un perfume, que se distribuyó como Calvin Klein, Special K, o coketa, un tipo de tusi al que se le añade cocaína “para contrarrestar los efectos anestésicos y depresores de la ketamina”.

El tercer componente del ‘Coco Chanel’ es la cafeína, de acuerdo con los resultados del análisis. Aunque el tusi no obedece a ninguna receta específica, sino que cada combinación depende del criterio y el sello que le quiera dar cada ‘cocinero’ —quien la prepara en su casa, con pocos implementos y sustancias—, es común que se le agreguen otro tipo de estimulantes, como la cafeína. Por lo general cada marca es producida por un grupo de personas que la distribuye en un lugar específico, y que va ajustando su fórmula de acuerdo con la experiencia y demanda de sus clientes. Así, como ocurre con cualquier producto del capitalismo, los consumidores se van fidelizando y pagando un extra por su marca predilecta; aunque también es usual que naveguen entre varios sellos, para experimentar sus diferencias. Con esta exploración, el riesgo de adicción también aumenta, sin que el usuario llegue a saber a qué sustancias es adicto.

De acuerdo con la organización, la muestra conocida como ‘Coco Chanel’ fue analizada con reactivos colorimétricos, tiras reactivas y FTIR (una espectroscopía infrarroja). Sin embargo, aclara que estas técnicas no detectan sustancias en cantidades menores al 5%, por lo que podría contener otros compuestos no identificados. Como es usual en el tusi, lo más probable es que como relleno contenga otras sustancias, tanto legales como ilegales, que van desde sacarosa, lactosa, acetaminofén, taurina y benzodiacepinas hasta opioides, viagra y metanfetaminas. Por eso, según asegura Mauro Díaz, químico y coordinador del servicio de análisis de Échele cabeza, el tusi “es impredecible”.

En una entrevista telefónica, previa a que se hiciera público el análisis, Díaz había explicado que con el tusi las mezclas colorimétricas, que están basadas en reacciones químicas, ofrecen respuestas limitadas, pues al ser una mezcla de sustancias, el resultado que se obtiene es multicolor. “Necesitamos otro tipo de tecnología que nos ayude para clarificar la composición”, explica, al menos dentro del marco del análisis que ofrecen en fiestas y festivales. Así, los usuarios podrían ser conscientes de qué consumen, y de los impactos sobre su cuerpo. Échele cabeza advierte que ‘Coco chanel’ “puede ser una mezcla potente y estimulante que aumenta los riesgos de sobreestimulación, deshidratación, náuseas, taquicardia y bajones intensos”.

No obstante, Díaz señala que ante la anarquía de las formas de producción del tusi es imposible saber si una sustancia que dice ser Coco Chanel en realidad lo es. “Cada persona puede decir que eso es un Coco Chanel sin que realmente obedezca a una receta específica”, explica. Como ocurre en ocasiones con los perfumes, no hay forma de saber si se trata de un original o de una falsificación.

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Sobre la firma

Emma Jaramillo Bernat
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Ha trabajado en 'El Tiempo', como editora web, y en la Agencia Anadolu, de Turquía, como jefe de corresponsales para Latinoamérica. Graduada de Comunicación Social de la Universidad Javeriana de Bogotá y máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra.
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