Las narcolanchas con cocaína colombiana usan más la ruta del Pacífico que la del Caribe para llegar a Estados Unidos
Las autoridades norteamericanas destruyen dos embarcaciones en el océano este miércoles

Los ataques militares de este miércoles contra dos supuestas narcolanchas en el océano Pacífico, cerca de la costa colombiana, marcan un nuevo capítulo en la ofensiva marítima de Estados Unidos en la región. La Administración de Donald Trump ha ordenado desde septiembre bombardeos contra 10 embarcaciones que presuntamente eran usadas para el tráfico de drogas. Estas nuevas operaciones muestran la presencia de las autoridades norteamericanas en una de las rutas más empleadas para exportar estupefacientes desde Sudamérica hasta el norte del continente, por encima del mar Caribe, en donde ha ocurrido la mayor parte de los ataques, según explica una fuente de la Armada Nacional.
Trump ha puesto el foco en estas lanchas, usadas desde hace años por los narcos para sus envíos por el Pacífico. Informes internos de la Armada, la fuerza naval colombiana, registran que, en lo corrido del año, han interceptado 15 embarcaciones similares a las atacadas por Estados Unidos: con uno o dos motores potentes, logran zigzaguear entre olas antes de que los radares logren detectarlas. Otras son semisumergibles, construidas artesanalmente, con tuberías que permiten mantenerlas casi ocultas bajo el agua. No son vehículos económicos. “Tienen dos o tres motores, y cada uno cuesta entre 50 millones de pesos y 200 millones de pesos [de 13.000 a 50.000 dólares], según la potencia”, explica el oficial, que ha pedido no revelar su nombre por su seguridad.

Además, los narcos parecen estar usando nuevas tecnologías. Las autoridades colombianas identificaron este año una embarcación no tripulada, manejada a través de satélites y con una antena de Starlink (el sistema satelital creado por Elon Musk), que permite tener señal en aguas abiertas. “Ellos envían señales a un programa que hace las veces de timón. Funciona como un dron”, explica la fuente. El primer semisumergible sin personas a bordo pertenecía, según inteligencia militar, al Clan del Golfo, el grupo ilegal más grande del país.
Con esa sofisticación y esos costos, la posibilidad de que todas las lanchas atacadas por Estados Unidos pertenezcan a pescadores artesanales es mínima, explica el oficial. “Un pescador no pesca a 200 millas náuticas, donde empiezan las aguas internacionales. Para alcanzar tal distancia se demora dos días de viaje, con una potencia total, en un gasto del combustible que hace insostenible la actividad”, señala. El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha dicho que en al menos uno de los ataques murió un colombiano. Ha retomado la información de RTVC, la cadena de medios públicos, que informó que los familiares del pescador Alejandro Carranza creen que murió en uno de los ataques, a pesar de que, sostienen, no tenía ningún vínculo con el narco. La noticia apuntaba, además, de que ese bombardeo sucedió en aguas colombianas. Estados Unidos no ha confirmado las coordenadas de ninguno de sus operativos.
Los ataques cada vez tienen el radar más cerca de Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo. En un principio, la campaña militar de Trump parecía tener a Venezuela en la mira. Era, según expertos, un preludio a una posible incursión terrestre para derrocar a Nicolás Maduro, o por lo menos una forma de impulsar un cambio de Gobierno desde dentro. Pero con cada ataque, el cerco se estrecha sobre las embarcaciones que tienen algún vínculo con el país. En otro ataque, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dijo que el navío pertenecía a la guerrilla colombiana del ELN.
El señalamiento no es aleatorio. El 62% de las embarcaciones incautadas por la Armada colombiana en 2024 parecen tener un vínculo con ese grupo. La premisa surge de que las autoridades han registrado que los narcos marcan los bloques de cocaína, usualmente del tamaño de un ladrillo, con distintivos de logos de marcas exclusivas como Mercedes Benz, Rolls Royce o Rolex. Con estos signos, e información de la Fiscalía y la Policía, la Armada identificó cargamentos que pertenecían a Gustavo Aníbal Giraldo, alias Pablito Arauca, el tercer comandante del ELN, que tiene el control de más de 2.000 hombres en la frontera con Venezuela, en el noreste del país. Pese a ello, ante la denuncia de Hegseth, la última guerrilla colombiana en armas negó sus vínculos con el narcotráfico. El Gobierno norteamericano tampoco ha presentado pruebas de sus acusaciones.

La mayor actividad del narcotráfico marítimo ocurre en el Pacífico, donde la geografía favorece a las lanchas ilegales. Sus esteros, manglares y canales ocultos, convierten la costa en un laberinto. “Los esteros son de difícil acceso para las embarcaciones del guardacostas”, explica la fuente naval. Las rutas más vigiladas parten de Bahía Solano, Nuquí y Punta Soldado, en el Chocó; El Naya, en el Valle del Cauca; y la isla Gorgona, en el Cauca. Desde allí conectan con un corredor marino hasta Centroamérica y México, la ruta más activa del tráfico marítimo de cocaína.
Algunas de esas incautaciones atribuidas al ELN salieron desde Ecuador, en Candelilla del Mar, una comunidad fronteriza con Tumaco (Nariño), el municipio con más hoja de coca en Colombia. Más hacia el norte, en Buenaventura (Valle del Cauca) y en el departamento del Chocó, es otro el grupo predominante. “En los municipios del Bajo San Juan, Malaguita o El Naya, las disidencias de las FARC tienen una influencia significativa. Suelen transportar la cocaína desde el Cañón del Micay para sacarlo por este lado”. El Clan del Golfo, por su parte, mantiene una ruta desde el Darién, en la frontera con Panamá.

En contraste, la Armada no tiene registros de grandes incautaciones en el Caribe desde 2006. “El narcotráfico solía salir por Santa Marta, Punta Gallinas, en La Guajira (frontera con Venezuela) o Turbo (Antioquia), pero los controles internacionales han mermado la presencia”, apunta la fuente. Tampoco favorece al comercio ilegal que haya tantas islas de varios países, con sus respectivas marinas, haciendo un patrullaje constante en las aguas nacionales. Aun así, Estados Unidos había priorizado desde hace varias semanas la ruta Caribe, que tiene conexión con Venezuela. La campaña militar, al menos este miércoles, se ha transformado.
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